Para lord Darian fue un suplicio esperar fuera de los aposentos de su mujer pendiente de las noticias del médico. Mientras tanto, tenía que aguantar a la presencia de su cuñado, que no había vuelto hablar desde que salieron de ese espantoso lugar.
La policía llegó antes de abandonar la zona. Les tomó declaración y suponiendo que el disparo hacia Hawker había sido en defensa para evitar una tragedia mayor, ninguno de los presentes fue a parar en la cárcel. Es más, ese mismo día tenía previsto detenerlo por problemas de impago. Sin más palabras que decir, recogieron el cadáver para enterrarlo. Como dicho hombre no tenía familiares, nadie fue avisado que había muerto.
Por otro lado, lady Howard alegó ser una víctima más de la locura de dicho señor por lo que tampoco fue a prisión. Aunque no sabía de los sentimientos de Samuel, dejó que él se encargara de llevarla a un lugar seguro mientras las aguas se calmaban.
Tanto Peter como Darian no estuvieron de acuerdo con ello. Aquella mujer era astuta y peligrosa. Sin embargo, para el corazón del hombre, no entendió razones y se fue de allí sin decir a dónde irían. Pero antes de irse, le rogó que le perdonaran y le pidió como favor que Ophelia no se enterara los lazos de sangre que la unían a él.
- Tiene derecho a saber la verdad. No se lo prometo, Samuel – le replicó, no había secretos entre su esposa y él -. Se enfadará mucho cuando lo sepa.
- Me lo merezco – dijo lacónico -. No he sido un buen hermano y, casi consigo, que la mataran por mi culpa. Lo siento, Darian.
- A mí no tiene que pedir perdón, sino a su hermana. La venganza solo trae amargura y soledad.
Él lo sabía muy bien. Había estado solo desde que nació en un burdel. Asintió y se giró para marcharse en el mismo carruaje que había llevado a lady Darian y a Christine. En el interior lo esperaba lady Howard, que no sabía qué destino les depararía.
Muy cerca de ellos, estaban la doncella personal de Ophelia y el secretario de Darian, que se habían mantenido al margen. Christine se preocupó al ver a su señora inconsciente, que la llevaron rápidamente hacia la casa. La aparición del hermano de ella, la sorprendió mucho porque ella había creído que estaba muerto, dado que su señora no tuvo noticias sobre él. No sabía si tenía buenas intenciones para volver. A regresar la casa, Tommy los seguía acompañando. Ella le preguntó si le apetecía quedarse. Darian al escuchar su petición, animó al joven a hacerlo provocando que los dos jóvenes se sonrojaran. Ese momento Darian no pensaba si ellos dos parecían más enamorados que amigos; pensaba en su mujer. Obvió la ayuda de su cuñado y él mismo cargó a su mujer en brazos. El mayordomo fue rápido y pidió a uno de los sirvientes que buscara a el médico. Tuvieron la fortuna que estaba en la ciudad y pudo venir pronto.
Darian dejó a su esposa en la cama mientras esperaba al médico, que no tardó en aparecer y echarlo de la habitación. No le importaba que fuera un banquero o el mismo príncipe, lo echó sin contemplaciones. Ignoró la mirada de su cuñado, que había sido despechado por él.
- ¿Cómo se siente, Darian, al ser echado de la habitación?
Preguntó con los brazos cruzados y apoyándose en la pared de frente.
- Yo de ti, Peter, me mantenía callado. Aún no comprendo qué haces aquí.
Él se encogió de hombros.
- El hecho que aparezca ahora y no antes, no tiene relevancia.
El hombre se encontró con el antebrazo de su cuñado justo en la garganta, ejerciendo presión.
- Sí, importa. ¡Maldita sea! Es su hermano; ella le necesitaba. ¿Sabe, dónde la encontré? En un burdel después que su señora madre falleciera de dolor y depresión, y la casa se pusiera en subasta. Usted no estaba allí para ayudarla. Eso, perdóname, si cuestiono sí tiene o no relevancia.
- No le tengo que dar ninguna explicación, Darian – le dijo con mordacidad sin admitir un poco de culpa e intentó que bajara el brazo de su garganta.
- Por supuesto, que a mí no. Pero no hable con ligereza. Antes me acusó de hacerle la vida imposible a su hermana. ¿Y, usted, qué ha hecho? Yo sé lo digo. Montaste un escándalo humillando a la hija del duque Werrington, su padre enloqueció, y por unas circunstancias u otras, fue el causante del infarto que le dio al anciano. No pude evitar que lo encarcelaran y aún sigue en la Torre de Londres. Luego, su madre falleció y dejaste sola a su hermana. ¿Dónde estuviste?
- ¡Basta, Darian! – por fin pudo ver una brizna de remordimientos en sus ojos -. Sé lo que hice. No me siento orgulloso.
- Eso no me es suficiente – le soltó y lo miró con desdén -. Puede que nos haya salvado la vida, cosa que le agradeceré hasta la eternidad, pero eso no olvida lo desgraciado que es.
Él calló y lo miró con enojo. Apretó los dientes y se giró alejándose de él.
Darian soltó un suspiro y se hundió las manos en la cabeza. Esperó otro rato más hasta que por fin, el médico abrió la puerta para dejarle pasar. Se encontró a su esposa despierta, que le tendió los brazos nada más verle. Él fue hacia el sin pensarlo dos veces.