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Al día siguiente me levanté con la firme convicción de que debía contarles a mis padres mi nueva situación en esta vida y hacerles felices por haberme convertido en abuelo. Esperaba que se alegraran de este hecho, porque no podía estar segura al cien por cien. Sí, tengo los mejores padres del mundo, siempre me apoyarán en un momento difícil y harán todo lo posible para salvar a su hijo de los problemas, pero hay un "pero". No, ni siquiera eso, hay un enorme "PERO" que puede hacer que este acontecimiento no sea tan alegre como podría serlo en un escenario estándar.

El padre de mi hijo. O mejor dicho, la ausencia de él como tal, no en la naturaleza en absoluto, sino en mis planes de futuro.

No tenía intención de dejar que Oleksandr se acercara al niño, ni de decirle que tenía un hijo o una hija, ni de introducirlo en mi procreación. Vi un par de programas de televisión en los que pintaban con los colores más vivos los encuentros de los niños con sus padres que los habían abandonado en un momento dado y que aparecían en el horizonte décadas después por razones que no estaban claras. Quedaba muy bonito, tocaba la fibra sensible y, qué quieren que les diga, hasta lloré un par de veces con estas escenas de culebrón, pero.... Pero tampoco hay que olvidar que muy a menudo este tipo de programas se emiten para atraer la atención de los telespectadores y conseguir la mejor audiencia posible por dinero. Esos programas suelen redondear los ángulos agudos entre esos niños y sus padres desaparecidos y lo presentan todo tan bien en bandeja de plata que enseguida queda claro que lo hacen por una imagen bonita. En realidad, los niños están enfadados con esos padres por haberles abandonado y, aún más a menudo, esos padres afligidos se alegran de ver a sus hijos durante un par de docenas de minutos y luego desaparecen de la vista durante décadas.

Yo no iba a seguir esos programas y arrastrar a mi hijo a esta mierda de espectáculo, y más aún, Oleksandr tomó su decisión, que me demostró claramente. Si este hombre no me necesita como esposa potencial, como madre de su propio hijo, entonces ¿cómo puede construir una relación normal con su hija o su hijo? Si me rechaza, es lógico que rechace todo lo que me concierne a mí y a mi vida. ¿No es así? En cuanto a mí, este es el caso, así que será difícil explicar a mis padres dónde está el padre de mi futuro hijo, ni siquiera sé si debo decir quién es... Tal vez sea mejor mantenerlo de incógnito.

En cuanto menciono la difícil conversación que se avecina con mi familia, mi madre me llama. Hoy es su primer día en un nuevo lugar de trabajo con un nuevo pupilo. ¿Quizá quiera compartir sus primeras impresiones sobre la comunicación con el niño?

- Sí, mamá, hola.

- Hija, hola, ¿dónde estás ahora? - Estaba dispuesta a oír buenas noticias de mi hija, a recibir de ella una dosis de positividad, como ayer en nuestra cena, pero a juzgar por su voz, no había nada bueno. La voz de mi madre era tensa y áspera o algo así.

- Estoy en el autobús, voy a clase, ¿por qué? ¿Ha pasado algo? - Mi cambio cambió inmediatamente a tensión y ansiedad.

- Cariño, ¿podrías pasarte por casa de la abuela antes de ir a la universidad? - casi suplicaba mi madre al teléfono, y yo me crispaba entera porque estaba sintiendo una especie de puto déjà vu... Ya me había pasado a mí y a mi familia, como si estuviera reviviendo emociones que me atenazaban todo el cuerpo y me impedían respirar correctamente.

- Sí, claro, pero ¿qué ha pasado? - Nunca me habría negado a la petición de mi madre, y la ventaja en esta situación era que viajaba por una ruta que podía llevarme directamente a la casa donde vivía mi abuela.

- Llevo veinte minutos llamándola y no coge el teléfono. Habría ido a verla yo mismo, pero habría tardado al menos cincuenta minutos, si no más, en llegar, - bueno, sí, mi madre dijo que se levantaría casi todos los días a las cinco de la mañana porque tenía que salir de la ciudad para ver a su nuevo pupilo.

- Ahora voy a verla, el autobús está a punto de llegar a su casa. No te preocupes, todo irá bien. Te llamaré cuando llegue, adiós.

Era mucho más fácil decir "no te preocupes" que poner en práctica el plan. Al fin y al cabo, si la abuela no coge el teléfono, está claro que le ha pasado algo, y si le ha pasado algo... En una palabra, los médicos nos advirtieron antes de dar el alta a nuestra pariente de que si tenía otro ataque, sería... Sería trágico. Sin ninguna opción. La perderemos para siempre... Mi hijo no verá a su bisabuela con vida...

Apenas podía estarme quieta, aunque todo mi cuerpo se agitaba a cada segundo, como si estuviera en una montaña rusa en vez de en un autobús. Y no, no era porque toda la calzada estuviera cubierta de agujeros, aunque este problema existe en nuestra ciudad desde hace mucho tiempo, sino porque quería llegar cuanto antes al apartamento de mi abuela. Incluso me parecía que el autobús avanzaba despacio a propósito, y que si saltaba de él y corría por mi cuenta, sería mucho más rápido y tranquilo para mi sistema nervioso.

Tan pronto como había dejado atrás un obstáculo en forma de superar esta distancia hasta mi familiar, surgió otro que no inspiraba nada bueno en el desarrollo optimista de la situación - el apartamento estaba cerrado con llave, y todos mis esfuerzos por llegar hasta mi abuela y obligarla así a abrir la puerta se encontraron con una vecina que me dijo de manera vulgar dónde debía ir y a qué dirección. Bueno, probablemente habrán entendido que la mujer no me mandó al quiosco local a comprar alguna golosina, ni mucho menos... Quería darle una respuesta amable, para que la próxima vez eligiera expresiones más agradables y apropiadas para otras personas, pero no quería estropear la relación de mi abuela con sus vecinos, y tenía otro objetivo aquí y ahora. Los nervios casi me hicieron olvidar que tenía la llave del apartamento, así que empecé a meterla frenéticamente en el agujero de la puerta. Lo conseguí de alguna manera, o más bien con las manos temblando a un ritmo frenético, y entré en el apartamento.