No te necesitamos

13

- Y os aburriré tanto que querréis que me mude rápidamente, - apoyé la actitud positiva de mi padre, porque realmente era mucho más fácil para mí y para mi madre, que nos miraba sorprendida a mi padre y a mí sin entender muy bien de qué demonios estábamos hablando.

- No te ofendas, hija, es que te has portado un poco como una....

- ¿Qué? - La palabra salió de mi boca, así que la dije antes de pensar en lo que mi madre estaba tratando de decir.

- Un poco diferente... Últimamente ha estado pensativa, pálida, negándose incluso a celebrar mi cita conmigo... Y ahora esto... - mi madre miró alrededor de la cama del hospital donde yo descansaba.

- Mami, seguro que pensabas que a lo mejor me estaba haciendo adulta, y no estabas acostumbrada a estos cambios en mi comportamiento, - digo lo primero que se me ocurre, porque mi madre ha entrado en un camino muy peligroso, del que hay que apartarla cuanto antes, porque si empieza a ir a más

- Bueno, puede ser, pero de verdad que no me gusta lo que te está pasando desde hace un mes o así, no eres... la misma, no eres tú misma, - y fue persistente, indagando más y más, no en vano las madres siempre se dan cuenta de que algo va mal cuando les pasa a sus hijos.

- Mamá... - no alcancé a decir otra tanda de palabras tranquilizadoras cuando llamaron a la puerta, y al momento siguiente apareció la cabeza de un médico que conocía.

- Tienes más visitas, - Mark me miró y me dio una noticia que me confundió aún más que el estado actual de mi madre.

- ¿Quién? - ¿Quizá Rebecca o alguno de mis compañeros de clase? Después de todo, ellos saben que una ambulancia me sacó de la universidad. Aunque, de qué estoy hablando, la mitad de la universidad se ha enterado de esta emergencia.

- Un hombre, quiere llegar a tu sala con mucha insistencia. Dice que le conoces muy bien.

Y entonces, consciente o inconscientemente, una ola de calor me golpeó, porque inmediatamente pensé en Oleksandr... Que encajaba tanto en la definición de "marido" como en el hecho de que lo conocía bien, desgraciadamente, muy bien...

- Vale, que pase, - asentí al médico y, sin darme cuenta, me tensé con todo mi cuerpo.

Lo último que quería era ver a ese hombre, y menos en un hospital y con mis padres cerca, pero también era consciente y sabía a ciencia cierta que Oleksandr no se iría así como así. No entendía qué quería de mí, pero nunca dudé de la persistencia de mi antiguo jefe, así que decidí no hacer un circo en el hospital, donde yo sería el payaso principal, sin quererlo. ¿Por qué iba a querer hacerlo?

Pero resultó que había imaginado algo que no podía ser en la cruda realidad. Al fin y al cabo, Oleksandr no sabía nada del niño, no se preocupaba por mí ni por nada que tuviera que ver conmigo, así que ¿por qué iba a aparecer en este edificio, que claramente querría evitar y en el que nunca entraría? Yo soy la que está construyendo algo en mi inflamado cerebro, intentando tender puentes que hace tiempo que están rotos, y Oleksandr ni siquiera recuerda mi existencia, por eso al momento siguiente no lo vi a él, sino a otro amigo mío, Andriy. Pero... ¿Qué demonios hacía él aquí?

- Hola, - sonrió el tipo al principio nada más verme, pero un segundo después se recompuso y se puso serio, porque después sus ojos se dirigieron a mis padres, - buenas tardes.

- Buenas tardes, - contestó mi padre, y mi madre sólo miró a Andriy un momento, y luego se volvió hacia mí, y pude ver una pregunta silenciosa en sus ojos. - ¿Quién es?

- Hola, - puse una cara de felicidad, como si llevara toda la vida esperándolo, aunque este espectáculo era para padres, - mamá, papá, os presento a Andriy, este es Andriy. Andrii, estos son mis padres.

- Encantado de conocerles, - el chico asintió, casi haciendo una reverencia a mi familia, y yo casi me eché a reír a carcajadas ante este gesto, porque parecía como si hubiera invitado a mi futuro marido a conocer a mis padres, y él estuviera haciendo todo lo posible por agradarles. No parecía nada tan extraordinario, salvo por el lugar en el que nos encontrábamos y por el hecho de que toda la situación resultaba de lo más extraña.

- Igualmente, - dije, mi padre es un buen hombre, un hombre educado, lo que no puede decirse de mi madre, que claramente no entiende qué demonios está pasando aquí y sólo mantiene una pausa, que probablemente la arrastra más y más a su red de incertidumbre y algún pánico desconocido a cada segundo que pasa.

- ¿Podrías dejarnos solos a Andriy y a mí unos minutos? Tenemos que hablar un poco, ¿vale? - No quería que a mi madre le diera un infarto y al chico un desmayo por tanta presión moral del momento, así que decidí tomar las riendas y averiguar por qué había venido aquí.

- Por supuesto, hija mía, por supuesto, - aseguró el padre, que mantenía la cabeza fría y el corazón caliente en esta situación, y cogió a mi madre por la cintura y la condujo fuera de la sala, - vamos, querida, tienen que hablar en privado.

En cuanto mis padres cerraron la puerta tras ellos, volví la mirada hacia Andriy y le hice un gesto para que se acercara, porque desde luego no me daba cuenta de lo que hacía aquí, pero no podía fingir que no lo conocía de nada.

- Diana, ¿estás bien? ¿Te encuentras mejor? - El tipo estaba preocupado por mí, se notaba en su voz temblorosa, en su cara pálida y en sus ojos, que buscaban en mí signos de algún tipo de debilidad o enfermedad.

- Sí, gracias, ya estoy bien, pero ¿y tú?

- Diana, por favor, perdóname por haber estado fuera tanto tiempo... Simplemente hubo circunstancias que me obligaron a hacer una pausa en nuestra comunicación...

- ¿Ya está todo bien? - No entendía por qué me ponía excusas, como si nos conociéramos de toda la vida y ahora lamentara enormemente que nuestra comunicación se hubiera interrumpido tan bruscamente.

- Sí, sí, todo está bien... Sólo necesito decirte algo... - Cuanto más hablaba Andriy, más preocupado estaba, incluso empezaron a acumularse gotas de sudor en su frente, y me da miedo imaginar siquiera lo que estaba pasando en su interior en ese momento.




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