Al día siguiente me desperté y me enfrenté a un nuevo reto en mi impredecible vida: ¿qué hacer? Y no, no me refiero a problemas globales y métodos para resolverlos, ya que no podía pensar en ello ni analizarlo en absoluto, sino a una pregunta simple y banal - ¿qué hacer durante este día? ¿Y el día siguiente? Y en general, los próximos días al menos... Que podían convertirse en semanas o incluso meses...
Normalmente, mi vida giraba en torno a mis estudios, pasaba más de medio día en la universidad asistiendo a clases, y luego volvía a casa y me sentaba a estudiar más material. A veces iba a clubes deportivos o visitaba diversas instituciones con Rebecca. Así que tenía una base en forma de estudios, y en mi tiempo libre hacía lo que necesitaba y lo que podía aliviar mi componente moral. Ahora bien, no tenía compañeros, ni a Rebecca con la que pasar el tiempo, ni nadie con quien divertirme. Tenía mis dudas incluso sobre los clubes deportivos, porque no podía estar seguro de que no perjudicaría al niño. Lo siento, pero es la primera vez que voy a dar a luz, y no estoy dispuesta a escandalizar a mi madre con el hecho de que va a convertirse en abuela, aún no se ha recuperado del todo de mi visita imprevista al hospital. Aun así, merece la pena salvarla del shock de la noticia.
No se me ocurrió nada más interesante que retomar mis apuntes y ponerme a estudiar el programa que se suponía que teníamos en la universidad. Aun suponiendo que toda esta situación con el decano y el viejo se resuelva a mi favor, y me permitan retomar mis estudios sin obstáculos, tengo grandes dudas de que Pável Olegovich no aproveche la primera oportunidad para darme una patada en el culo y conseguir el objetivo primordial que él y su secuaz se habían propuesto. Además, tarde o temprano, me graduaré y tendré al menos algo de educación. Sí, puede que tenga que tomarme un año sabático debido a mi nueva condición, pero se diga lo que se diga, una persona con estudios y una persona sin estudios son dos polos diferentes. Y algunos trabajos ni siquiera tienen en cuenta el hecho de que algunos diplomas se pueden comprar, por lo que una persona con un título es un árbol, y otra sin este trozo de plástico, pero con la cabeza sobre los hombros, es una carga para casi cualquier empresa. Vivimos tiempos extraños...
Pero una cosa es decidir dedicarse a los estudios, y otra hacer realmente lo que tengo escrito delante. Me sorprendí a mí mismo leyendo todo el material que había planeado estudiar durante el día, pero no me quedaba nada en la cabeza. Nada en absoluto. Mis ojos sólo repasaban las letras conocidas, como una acción puramente mecánica, pero en mi cabeza escuchaba a los monos que golpeaban los platillos, que ya habían creado allí toda una orquesta. Y sus canciones volvían a hablar de la misma persona, o mejor dicho, del mismo hombre que no ha salido de mi cabeza en tanto tiempo...
Si suponemos que ayer Oleksandr me estaba observando, surge una pregunta lógica: ¿por qué no me dijo nada a mí ni a Andriy? Al fin y al cabo, vi perfectamente que a mi marido no le gustaba que estuviera en compañía de ese chico, e incluso esperaba acciones duras por su parte, pero no pasó nada. Afortunadamente, no pasó nada, porque no quería conocer a más policías, ya tenía bastante con uno. Pero aún así... Es extraño de alguna manera. Es la segunda vez que Oleksandr se va de mi sociedad sin dejar nada. La primera vez ocurrió en el hospital, cuando estúpidamente se dio la vuelta y abandonó la sala, y ahora este incidente en el parque. ¿Es posible darse cuenta de que ni yo ni mi hijo le importamos? Absolutamente, ni siquiera me sorprendería. Por otro lado... ¿Por qué me busca? ¿Por qué me necesita?
Tengo que hacer todo lo que esté en mi mano para darle a mi hijo un futuro brillante, esa es mi tarea, pero incluso ahora, cuando todavía está dentro de mí, siento que mi olla está a punto de volar al infierno por esos pensamientos que son como hormigas trepando hasta el punto dulce. Y el postre para estos insectos es mi cerebro, que disfrutan con placer.
Oh, una nueva hornada debe haber venido a visitarme, porque oigo un golpe en mi cráneo.
- Diana, cariño, ¿puedo? - Pero no, resulta que mi madre ha decidido interrumpir mi sesión de autoexcavación y ha llamado a la puerta, no a mi cabeza. Aunque de momento suena muy parecido, de cualquier forma está vacío.
- Sí, claro, - debo recomponerme y actuar un poco como una chica lista que se está marchitando en los estudios, porque si no mi madre sospechará algo y me llevará al psiquiatra sin dudarlo, y seguro que encuentra algo en mi cabeza, hay todo un tesoro para su especialidad.
- Rebecca vino a visitarte allí, - dijo mi madre, mirándome con aire inquisitivo, como buscando respuestas a la pregunta de si debía dejar entrar a las visitas, y yo estaba a punto de decir que no debía hacerlo, cuando mi madre continuó y lo decidió todo por mí, - Rebecca, pasa.
Y desapareció del horizonte, y en su lugar apareció una amiga, o más bien una antigua amiga, ya no sé ni cómo identificarla. Pero no fue su visita lo que me hizo contener la respiración y tensar todo el cuerpo, sino la expresión del rostro de la chica. ¿Había vuelto a pasar algo? Si Rebecca no está en la universidad, donde debería estar, entonces ha habido algún tipo de incidente que me involucra, es algo seguro...
- Hola, - Rebecca fue la primera en hablar cuando nos quedamos solos. Se sobrepuso a su orgullo y a su ego, porque yo no iba a ser la primera en reconciliarme, así que fingió leer atentamente la sinopsis, aunque en realidad yo me desgarraba de curiosidad por el significado de su visita. Y en algún lugar del fondo de mi mente me alegraba de que tal vez nuestra amistad no se hubiera roto para siempre, si es que mi amiga venía a visitarme.
- Hola, - le respondí con un gruñido, porque no estaba preparada para más que eso. Aun así, por mucho que quisiera lanzarme a sus brazos y darle el beso de rigor en la mejilla, recordaba perfectamente por qué había un muro invisible entre ella y yo, y era culpa de Rebecca que ese muro hubiera aparecido de la nada.