No te necesitamos

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- ¿Cómo que qué tiene que ver con él? El hecho de que fue a él a quien le conté sobre tu paradero. El tipo está loco por ti, y casi de rodillas me pidió que le dijera dónde estabas. Por supuesto, admito que debería haberte pedido permiso primero, si debía decirte dónde estás, pero asumí la responsabilidad de esta decisión, y también le hice prometer que no te molestaría con su simpatía y que no se interpondría en tu camino. En ese momento, Rebecca me mostró su puño, que estaba a punto de usar para patear el culo de Andriy.

- Espera, espera, espera, - suelo procesar mucho más rápido la información que entra en mi cerebro, pero al parecer los recientes acontecimientos habían dejado huella, así que me resultaba difícil sacar conclusiones de lo que parecía obvio, - ¿así que no le contaste a Oleksandr lo de mi estancia en el hospital?

- ¿Oleksandr? - La chica arqueó una ceja interrogante, - ¿es en él en quien estoy pensando?

- Sí, aquel con el que tengo un hijo, - aclaré, para que no hubiera trasfondos y estuviéramos cien por cien seguros de que hablábamos de la misma persona.

- Pero no, nunca hablé con él... ¿Y por qué iba a hacerlo? Tú habías cerrado el tema, así que yo no iba a sacarlo en absoluto.

Hubiera pensado que Rebecca era una actriz increíble y que estaba representando la mejor escena de su vida delante de mí, pero... Pero no me lo creía, la chica no era tan astuta ni tan buena mintiendo como para engañarme tan descaradamente, ¿y por qué iba a hacerlo? Si es así, si no fue Rebecca la que le habló a Oleksandr de mí, entonces.... ¿Quién fue? ¿Fue mamá? Eso suena como un demonio en mantequilla magra... Pero, ¿quién es esta persona que me ha hecho semejante "favor"?

- Mamá, ¿puedo verte un momento? - Fui a la cocina de mi madre, que seguía conjurando platos y corriendo de un lado a otro como una escoba eléctrica. Seguramente lo hacía por mí, porque no sólo estaba preocupada por mi estado psicológico después de desmayarme en la universidad, sino también por mi estado físico. Por eso se propuso engordarme al máximo, hasta el tamaño de un mini cerdo, durante estos días.

- Sí, claro, cariño, ¿se ha ido ya Rebecca? - Rina dejó inmediatamente todo lo que estaba haciendo y centró su atención en mí, mientras se limpiaba las manos en un paño de cocina tras sus preparativos culinarios.

- Sí, ya me he ido, - una leve sonrisa apareció en mis labios en cuanto empecé a hablar de mi amiga, con la que por fin habíamos aclarado todo y volvíamos a ser amigas. Ni siquiera retrasamos el momento de nuestro próximo encuentro, así que esta noche acordamos vernos en nuestra cafetería favorita y pasar el rato en un ambiente más relajado. Después de todo, mi madre estaba muy preocupada por mí, así que sospeché que podría haber traspasado un poco mis límites personales, en este caso, me refiero a escuchar a escondidas mi conversación con Rebecca.

- ¿Te encuentras bien? ¿No estás cansada? - Mamá estaba llevando la conversación por otros derroteros, que yo definitivamente no necesitaba en ese momento, ¿y por qué iba a estar cansada? ¿De moverle la lengua a mi amiga? De alguna manera, mi familia se ha involucrado demasiado en este proceso de cuidarme. Como si yo fuera un niño pequeño que no sirve para nada sin ella.

- No, todo está bien, - estiré aún más los labios en una sonrisa para tranquilizar visualmente a mi madre, pero era el momento de empezar con lo que quería preguntarle. - Mamá... Tengo una pregunta para ti...

- ¿Qué pasa, cariño?

- Dime, por favor, ¿le dijiste a Oleksandr que estaba en el hospital? Por casualidad, ¿se lo contaste? - Me resultaba muy incómodo preguntarle a mi madre por esas cosas, así que intenté achacarlo a que se había olvidado de que le había contado la noticia a su antiguo jefe, y él ya se había enterado por mi familia de la situación, y por eso vino a verme al hospital. Por supuesto, no voy a sacar el tema del niño, porque sería demasiado, ¿cómo puede saber una madre que pronto se convertirá en abuela? No es real. Simplemente no puede suceder. Ya está, y punto.

- Mmm, - mi madre se puso a pensar en la respuesta a esta pregunta, como recordando si podría suceder, - pero no, no puede ser. Al fin y al cabo, si no me equivoco, la última conversación que tuve con él fue cuando felicitábamos a Marat por su cumpleaños. ¿Te acuerdas? Tú también te uniste a las felicitaciones entonces. Parecías estar hablando con el chico, y con Sasha, si no me equivoco...

- Sí, lo hice. Es difícil olvidar este acontecimiento, porque fue la primera conversación que tuve con mi marido después de enterarme por él de lo del bebé, casi me desmayo sólo con su voz aquel día... ¿Así que esa fue la última vez que hablaste con él? Después de eso, ¿nada más?

- No, ya no, sobre todo desde que te dije que nunca me llamó después de venir aquí. Así que no, es imposible que pudiera haberle hablado a Sasha de ti y del hospital. Además, no estaba de humor para ello, cuando me enteré de que estabas en el hospital, casi... - las lágrimas de mi madre empezaron a agolparse en sus ojos ante este recuerdo, así que no la aterroricé más con mi interrogatorio y, tras calmarla un poco, me fui a la habitación.

¿Y sabes lo que hice nada más cruzar el umbral de mi habitación? No te lo vas a creer, pero me puse a revisar mis objetos personales en busca de algún tipo de baliza o algo que pudiera transmitir información a mi marido y decirle dónde y cuándo me encontraba. ¿Es paranoia? Es muy posible, porque en cuanto te haces algunas preguntas, por ejemplo, "¿para qué necesita esto?", "¿por qué si se fue a otro país?", enseguida te das cuenta de que lo que estoy haciendo es un completo disparate. Pero tenía que mantener las manos y el cerebro ocupados en algo, distraerme de alguna manera del pensamiento desgarrador - ¿quién le ha dicho mi paradero?

Pero no pude dedicarme a este increíblemente "divertido" pasatiempo de buscar algo que no podía estar allí por mucho tiempo, porque alguien marcó mi teléfono móvil, que empezó a sonar en la mesilla de noche y captó mi atención.




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