- Es muy sencillo, - señalando una silla frente a la mesa, el propio investigador la rodeó y se sentó en su silla, y su mirada comenzó inmediatamente a taladrarme un agujero, y me sentí aún peor por estas acciones banales, - debería grabarle a usted y a sus palabras en cámara para que fuera una confirmación de que es su testimonio el que se utilizará en el tribunal en el futuro.
- ¿En el juicio? - La última palabra pareció apuñalarme en el corazón, y la bomba que había estado bombeando sangre por mis venas empezó a funcionar con tanta fuerza que ya temía que se rompiera por completo
- Pues sí, el juicio de este caso se celebrará pronto, - dijo Víktor Nikítovich como si fuera algo natural, y en ese momento me sentí aún más abrumado por la comprensión de que se trataba de un sombrero de hojalata. Mi pérdida de conocimiento en el despacho del decano me perseguirá durante mucho tiempo, y ojalá hubiera reunido todas mis fuerzas en un puño y resistido aquella caída notoria, en lugar de quedarme atascado como una mosca en algodón de azúcar hasta los pies. Cuanto más te metas en ese algodón, más difícil te resultará salir, porque aunque no se me dan bien estos casos judiciales, sabía a ciencia cierta que nada acabaría rápido. Nadie está particularmente interesado en esto...
- Pero... Para que un tribunal tome medidas, tiene que haber una víctima o un demandante, o cualquiera que sea la palabra correcta... - No soy demasiado bueno con estos términos, pero sé con certeza que un caso no puede surgir de la nada. Tiene que haber unas declaraciones, unas reclamaciones de alguien a alguien...
- Sí, así es, los agentes de la ley actuarán como demandantes, y el fiscal presentará una declaración sobre el caso. A menos, por supuesto, que nada haya cambiado, y usted personalmente quiera presentar una determinada demanda al decano o tal vez a un profesor que también estaba en la oficina en ese momento. ¿No ha cambiado nada? ¿Ha pensado en cambiar su testimonio y quizá aclarar algo que afectaría radical o parcialmente a esta situación? - El investigador me dirigió una mirada interrogadora que me sumió en el estupor, porque no sabía qué táctica utilizar. Era como si estuviera tanteando deliberadamente el terreno con una pregunta tan aparentemente ordinaria, que en realidad me resultaba sumamente incómoda y difícil
- ¿Por qué iba a cambiar mi testimonio? - Su jugada de ajedrez a mi jugada de ajedrez, así que quise ocultar la vergüenza que me recorría el cuerpo, que probablemente era imposible de ignorar. Pero esperaba que el investigador lo tachara de simples nervios, porque la primera vez que me encontraba con él cara a cara, no era yo misma.
- Bueno, quién sabe, puede pasar cualquier cosa, - el hombre se encogió de hombros y sacó su teléfono móvil, - pero si nada ha cambiado desde nuestro último encuentro, entonces vayamos al grano. Lo principal es no preocuparse al informar sobre los acontecimientos de ese día.
Con lo fácil que es decirlo y lo irrealmente difícil que es hacerlo...
- Este es Valentín Vasílievich, - me presentó el investigador al hombre que había llamado antes, y que ahora había llegado a la oficina, no solo, sino con un paquete, - Valentín Vasílievich filmará su testimonio. Repita todo lo que me dijo en su apartamento.
Para comprender el interés de este Valentín Vasílievich en este proceso, basta prestar atención a dos factores. El primero es que mi saludo, que me arranqué sólo por cortesía, fue completamente ignorado por el hombre, ni siquiera miró en mi dirección. Y en segundo lugar, habiendo ignorado por completo mi persona como tal, el hombre comenzó a juntar las piezas de aquella cámara con tal expresión en la cara que no tenía el equipo en la mano, sino humus, en el que se veía obligado a escarbar para encontrar algo útil de aquel montón. La pregunta es: si no quieres trabajar aquí, ¿por qué demonios te torturas a ti mismo y a los demás con tu presencia? Nunca he entendido a la gente a la que no le gusta su trabajo y, sin embargo, sigue yendo a trabajar. Vale, quizá haya diferentes factores: un montón de niños en camino, préstamos que hay que cerrar rápidamente o una hipoteca sobre una casa, pero, maldita sea, nadie te pidió que pidieras préstamos, tuvieras hijos o incluso compraras una casa a crédito. ¿Quién tiene la culpa de que te hayas creado problemas y luego estés enfadado con todos y con todo por intentar salir de esos problemas? Nadie más que tú, ¿verdad?
- Diana, ¿estás ahí? ¿Estás bien? - Me sentí como si estuviera sentada en una especie de barril de hierro, y alguien intentaba alcanzarme y sacarme de allí, pero resultó que fue Víktor Nikitovich quien me sacó de mis pensamientos sobre este colega ceñudo que, resulta, ya había hecho frente a su celda prehistórica y, ADVERTENCIA, me estaba quemando con la mirada. ¿Qué otra cosa esperaba de él?
- Ah, sí, todo está bien, acabo de recordar todo lo que le dije en el apartamento, - tenía que volver la situación a mi favor y encontrar una excusa adecuada para quedarme colgado un rato. Para mí, era la mejor solución que se me podía ocurrir en aquella situación, y sonaba plausible y como un reloj.
- No te preocupes, lo principal es esbozar el cuadro completo de lo que ocurrió aquel día, y podemos hacerlo sin detalles.
- Bien, - aunque decidí repasar sólo las partes más importantes de aquel día sin permiso del investigador, sin ahondar en los matices que podrían haberme costado el puesto.
- Bien, entonces empecemos, - el hombre pareció darnos una orden simultáneamente a mí y a su colega-operador, y sacó unos papeles.
Resultó que allí estaban escritas las preguntas que Viktor Nikitovich había preparado para mí, la mayoría de las cuales eran las mismas que ya me había hecho en el apartamento, así que al principio me limité a repetirlo todo como un mantra. Pero más tarde, hubo más detalles, y quise gritar, "tú mismo dijiste que no debías entrar en detalles", pero decidí que parecería un niño pequeño al que no le hubieran dado un caramelo y estuviera dando un concierto de lágrimas y mocos. En una palabra, intenté contestar breve pero al grano, esbozando el panorama desde mi lado, por supuesto, de la forma que necesitaba.