- Oh, Oleksa está aquí, genial, - dijo Sasha en cuanto el coche se detuvo frente a la comisaría de policía en la que acababa de estar ayer y a la que esperaba no volver nunca más, porque me parecía tan-tan, para aficionados. Y aquí, la vida es tan impredecible que nunca sabes por dónde te va a salir.
- ¿Quién es Oleksa? ¿Quién es Oleksa? - Empecé a mirar de un lado a otro y a buscar a la persona de la que hablaba mi marido, pero por supuesto no me daba cuenta de cuáles eran mis intenciones, era más bien nerviosismo. Incluso me tranquilicé un poco durante el trayecto, y el aura de Oleksandr me hizo calmar mis emociones, pero entonces surgieron algunos escollos que desconocía.
- Tu abogado, no pensarías que íbamos a entrar corriendo en esta comisaría y enfrentarnos a todos con el hecho de que eres una chica muy buena y todos son malos trabajadores por encadenar a algo tan preciado, ¿verdad? - Sonó un poco burlón viniendo del hombre, pero si realmente lo piensas con seriedad, tenía razón, no se hacen cosas así a los agentes de policía. Y para ser sincero, mi plan no era tan descabellado como decía Sasha, pero se acercaba bastante a la verdad. Por alguna razón, realmente creí que los dos entraríamos en esa habitación, él diría algunas palabras mágicas que me liberarían de mi culpa y yo volvería a mi vida habitual y pasada.
- Claro que no, ¡claro que no lo creía! ¿Por quién me tomas? - dije indignada en respuesta al reproche de mi marido, y en el fondo me alegré increíblemente de que me hubiera quitado las gafas color de rosa de los ojos. Todavía no me había dado cuenta de lo profunda y completamente metida que estaba en el pozo negro. Ocurre que estamos en lo más bajo, pero rechazamos la posibilidad de que se trate de un hundimiento hasta las últimas consecuencias, porque el comportamiento humano está orientado a buscar el resquicio de esperanza donde quizá no lo haya. También funciona a la inversa. Siempre hay que mantener un equilibrio y aprender a analizar las distintas situaciones.
- Por la persona que no quiero perder, - me sonrojé al instante ante estas palabras, y Sasha continuó como si nada, - por eso he contratado al mejor abogado de nuestra ciudad y a un buen amigo mío para que te ayuden a salir de esta situación con orgullo. En todo caso, para la policía y el tribunal, tú mismo fuiste a ver a Oleksa y firmaste un contrato con él. Que, por cierto, él te dará antes de que vayas a ese bastardo investigador. Todo tiene que ser legal, para que ningún mosquito se interponga en tu camino.
- ¿No vienes con nosotros? - Yo confiaba en este hombre, así que por supuesto que firmaré todo lo que haga falta, intentaré encontrar dinero para este abogado, no importa cuánto cuesten sus servicios, pero ¿no estará el propio Sasha a mi lado en el momento en que necesite su apoyo como el aire?
- El hombre estaba lo más serio y concentrado posible, pero su reacción a mis palabras no escapó a mis ojos. Se alegraba de oír que quería que estuviera conmigo en un momento tan difícil de mi vida, y hace un par de días me habría enfadado conmigo mismo por darle a este hombre semejante motivo de alegría y admitir mi derrota de esta manera, pero ahora... Ahora todo ha cambiado, no quería perderle, no quería expulsar a esta persona de mi vida a cualquier precio. Todo cambió muy radicalmente... Empecé a ver muchas cosas desde otro ángulo.
- Mi marido, - salió de mi boca antes de que tuviera tiempo de pensar cómo sonaba y qué significado tenía.
- Desgraciadamente, no podremos casarnos en la próxima media hora, por desgracia, - sonrió Sasha, y lo dijo sin ningún titubeo, lo que podía significar que realmente estaba pensando en ello y consideraba posible este desarrollo, - así que tendrás que ir allí sólo con Oleksandr. No te preocupes, él te lo dirá todo, cómo comportarte y qué decir, sólo contrólate y cálmate. Haz lo mejor para nosotros, mi pequeño... Por el bien de nuestro futuro...
¿Habría creído en esas palabras y en esa escena tan sentimental en el coche hace tan solo un día? Diablos, no, habría sido algo fuera del reino de la fantasía, pero ahora no solo estoy escuchando esas palabras de confesión de Oleksandr, no solo me está llamando su bebé, sino que estoy haciendo algo que pensé que nunca volvería a ocurrir... Me inclino hacia mi marido y lo beso... Tan codicioso, tan apasionado, tan necesario... Para mí y para él. Para nosotros.