No te necesitamos

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- ¿Qué estás haciendo aquí? Todavía no te he citado en relación con el proceso penal, - el investigador estaba claramente disgustado de verme en su despacho, en presencia de un hombre al que no conocía, pero que podía causarle muchos quebraderos de cabeza al policía. Y al que, para ser sincero, sólo conocía desde hacía quince minutos, pero en esos quince minutos Oleksandr me había inspirado una confianza increíble en él, sobre todo porque era amigo de Sasha, así que firmé un contrato con este abogado sin dudarlo y me dirigí a la comisaría con la esperanza de que pudiera poner la situación a mi favor. O al menos mejorarla un poco. Reducir la condena al menos a un par de años entre rejas... En una situación tan mala, eso sería bastante bueno.

- Si no sabía cómo reaccionar ante un saludo tan desagradable de Viktor Nikitovich, Oleksa no tardó en cruzar el despacho y sentarse en una silla frente a la mesa del investigador, señalando otra silla cercana. Si no supiera quién era el dueño de aquella pequeña habitación, habría pensado que era él y no el policía, que cada vez se ponía más colorado ante la desfachatez del abogado y se limitaba a pestañear.

- ¡Increíble! ¡Increíble! ¿Se puede saber quién es usted? - Eh, claro, no estoy en muy buena situación en este momento, pero me parece que estos dos últimos días tampoco son un buen momento para Viktor Nikitovich, porque ayer Oleksandr le sacó de quicio, y ahora la guinda es un hombre de Sasha, que pretende acabar moralmente con el investigador.

- Soy el abogado de la señora Diana, pero usted me conoce muy bien, Viktor Nikitich, así que no hagamos alardes y vayamos directamente al grano, - si es cierto que Oleksa es el mejor abogado de la ciudad, y no tengo motivos para no confiar en Sasha, entonces el investigador debía conocer a mi defensor legal, así que ¿por qué tenía que jugar a estos juegos con máscaras? ¿Para retrasar el momento o qué otro propósito tiene este hombre desagradable?

- Y qué tipo de declaración quiere escribir la Sra. Diana - "Sra. Diana" fue pronunciada como si fueran las dos palabras más repugnantes que este hombre hubiera pronunciado en su vida, y hasta le daba asco pensar en ellas, y mucho más escupirlas, - porque si no me equivoco, la Sra. Diana es sospechosa en este caso, no víctima. Así que no veo razón para escribir ninguna declaración.

- ¿En serio? - preguntó Oleksandr con sarcasmo, y pude ver en los ojos del investigador cómo aquello le crispaba los nervios y le hacía frotarse las manos, probablemente como forma de contener sus emociones, - pero ¿y si lo es?

Y el abogado sacó unos papeles de la carpeta con la que había llegado a comisaría y los puso sobre la mesa delante del policía.

- ¿Y qué es esto? - Viktor Nikitovich se apartó de estos papeles como si fueran serpientes venenosas que pudieran causar problemas.

- Y deberías leerlo, es muy interesante, - Oleksa, por el contrario, empezó a empujar los papeles hacia el investigador, echando así más leña al fuego y confundiendo aún más al hombre de enfrente.

Aún así, después de pensar un minuto, el policía tomó los papeles en sus manos y comenzó a ojearlos, y sus ojos comenzaron a correr de un lado a otro con una velocidad increíble, y su cara, si antes había sido del color de la remolacha, ahora se estaba convirtiendo en una especie de burdeos, el hombre estaba hirviendo por dentro, un poco más y el plato estaría listo.

- ¿De verdad...? - el investigador apartó por fin la mirada de los papeles y enseguida me miró a mí, y luego hacia abajo, hacia mi estómago, y fue incapaz de terminar la frase. Pero continuó por él su abogado, que vio perfectamente que su oponente estaba en el quinto punto y podía rematarlo y obtener una merecida victoria.

- Entonces, ¿pasamos a la declaración? Creo que después de los hechos, cualquier castigo para la señora Diana está fuera de toda duda, que no se diga del decano y el profesor de la universidad donde estudia mi cliente. Aunque, no estarán mucho tiempo trabajando allí, con semejante reputación, ni siquiera los contratarán para barrer cerca de las universidades, y mucho menos para enseñar a pensar a los niños.

Qué estúpido fui... Podría haberlo perdido todo...




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