No he recibido mensajes ni llamadas telefónicas de Tony, no sé porqué aún creo que podría comunicarse, el jamás ofreció hacerlo. Durante la semana, Pablo ha estado muy atento conmigo, se ha ofrecido a ayudarme con algunas detalles de la preparación de las próximas audiencias; además todas las mañanas me pide que le acompañe a prepararse un café y cuando me niego a hacerlo, insiste hasta que logra persuadirme, su conversación es muy amena y aprendo mucho de su experiencia laboral.
-¡Hola bonita! ¡ya es la hora!- Es Pablo que se encuentra a la hora de siempre, con la taza en la mano, recostado sobre la puerta de mi oficina y regalándome una amplia sonrisa. -Lo siento Pablo, hoy no podré acompañarte, aún hay mucho trabajo, quiero terminar rápido, tengo que irme temprano porque aún debo ir por mis hijos y las maletas-. Como todos los fines de semana, regreso a mi casa en el pueblo, visito a mis padres y familiares. -Por favor, dime cuanto tiempo te podría llevar acompañarme, además me ofrezco a darte 15 minutos de mi hora de almuerzo para ayudarte a adelantar un poco tu trabajo y recompesar el tiempo que te tomarás en hacerme compañia-. Finalmente cedo, 15 minutos podrían ayudarme a comprender algunas dudas que desde muy temprano me tienen quebrándome la cabeza.
Pablo está comentándome una de sus muchas anécdotas y reimos bajito, para no interrumpir al resto de compañeros que tienen sus oficinas cerca de la pequeña cocina, cuando escuchamos un seco y frio -Buenos días-. Giro y tengo de frente a Tony, quien nos observa con mucha reserva. Pablo se anticipa a saludarlo y le sonrie. -Hola colega, ya estás de regreso, ¿que tál tu viaje?.- Tony se esfuerza por sonar un poco más amable, pero es claro, que tiene una fuerte lucha interior. Finalmente contesta con monosílabos, a todas las preguntas que le dirige Pablo. -Mira, que tipo mas maleducado soy, ¿Conoces a nuestra nueva colega?- Ambos contestamos al unísono. -Si, ya nos conocemos-. Pablo sonrie y añade: -Pues como ya no es necesaria la formalidad de presentarlos, ahora te invitamos a incorporarte y disfrutar de un café con nosotros-. Tony se disculpa, indicando que tiene que ponerse al día de sus tareas atrasadas y se retira. Es seguro que no le ha parecido agradable encontrarse con nosotros.
Durante el resto del día no he salido de mi oficina, incluso no he almorzado, me interesa finalizar este trabajo, que es muy importante para la agenda de la próxima semana.
-Hola lic-. Levanto la mirada y se encuentra Paty la recepcionista. -Hola Paty, dime, ¿en que puedo ayudarte?. -Gracias lic., me han pedido comunicarle que dentro de media hora, habrá una reunión en la sala de sesiones y ha sido convocada para participar-. Lo que no me esperaba, definitivamente no saldré temprano; todo mi esfuerzo del día no será suficiente para poder terminar a una hora adecuada para retirarme.
Hago un pequeño puchero y Paty sonríe. -Está bien Paty, gracias por informarme, diles que allí estaré-. Ella asiente y se retira. Finalmente me decido a comer algo, ya no tiene sentido seguir evitando almorzar para aprovechar el tiempo, ya que estaré una buena parte de la tarde en reunión.
-Hola, buen provecho-. Veo hacia arriba y Tony me está observando. -Gracias Tony-. Él también ha llegado tarde a comer y apenas están sirviendole su almuerzo-. Comemos en silencio, sentados frente al mostrador con nuestros respectivos almuerzos y bajo la mirada de la mesera, quien nos escuchó discutir la vez anterior. Finalmente se decide a dirigirme la palabra. -Veo que Pablo y tú ya se han hecho buenos amigos-. "Ya salió el pelo en la sopa". Ésta indirecta es un reclamo. -Pues si, el y yo somos compañeros, es una persona muy amable y me ha ayudado con varios temas legales-. -Perfecto, felicidades-. Su voz suena herida y molesta, sin embargo no le daré explicaciones, porqué todo és como ya le he explicado, además no tengo ninguna obligación de hacerlo. Timbra su teléfono. -Está bien, voy en unos minutos- y cuelga. -Aydee, la reunión comienza en 5 minutos-. Me levanto rápidamente de la silla y Tony ya está pagando los almuerzos; le agradezco el gesto, no estoy en condiciones de ponerme a discutir sobre que yo podría pagar mi almuerzo; lo que ahora me interesa es cumplir el horario para llegar a la reunión. Caminamos de prisa hacia el ascensor y entramos en él, solo estamos él y yo y mi cuerpo empieza a traicionarme, empiezo a sentir la necesidad de acercarme a él y tocarlo, besarlo, acariciarlo; sin embargo él no me mira, está observando directamente a los botones del ascensor. Me molesto conmigo misma y me regaño interiormente. Finalmente hemos llegado a nuestro piso y yo corro a limpiar mis dientes para luego presentarme en sala de sesiones.