La monotonía era la escena diaria en aquel lugar. Y era perfecta... perfecta para el plan de Aurora.
Fue insertada en las actividades normales dentro de las instalaciones: los baños grupales con manguera, el desayuno de avena por las mañanas y el frío salón de esparcimiento. Inicialmente, Aurora se sentaba a solas en una mesa al desayuno, y se la veía pintando garabatos. Los guardias, al inicio, se acercaban con curiosidad, pero al ver los dibujos grotescos se reían en burla. La consideraban la "rara del salón", mentalmente inestable. Pero Aurora seguía dibujando cada detalle: cuánto duraban en servir la comida, de qué material eran los cubiertos (así lograba guardar algunos sin que se dieran cuenta). Vigilaba los grupos sociales, quién estaba sola y quién acompañada. El grupo de Mara la veía de lejos; no querían meterse con ella. A pesar de que se veía perdida, a Mara aún le dolía el golpe que Aurora le había propinado, una cicatriz en su conciencia.
En medio del salón de esparcimiento, Aurora notó algo distinto. Mara fue llevada del lugar. Eso no sucedía con regularidad, así que llamó la atención de Aurora, que, sentada en el suelo con las piernas cruzadas, cantaba "Hickory Dickory Do..." mientras dibujaba. Anotó esta ruptura de la monotonía. Los días pasaron, las semanas eran iguales, entre baños, comidas e inyecciones. A las tres semanas, un miércoles, Mara fue llevada de nuevo a la misma hora, fuera del salón. Aurora lo anotó.
Al día siguiente, en lugar de sentarse sola en su mesa de siempre, se dirigió a la mesa de Wendy. Tiró el cuaderno sobre la mesa; otras chicas que estaban sentadas allí se fueron. Nadie quería estar con "la loca de la esquina". Wendy dejó de comer, bajó la cuchara y vio los dibujos en el cuaderno. Luego, su mirada de intriga se posó en Aurora, que comía con la vista fija en la pared de enfrente, el pelo suelto y la espalda erguida, mascando como una vaca rumiando, con las manos apoyadas a cada lado de la mesa.
Wendy volvió a ver el cuaderno y le dijo:
—Qué bonitos tus dibujos...
Aurora le respondió con voz firme, pero lo suficientemente baja para que nadie pudiera oírla:
—Mara, los miércoles cada tres semanas desaparece a la misma hora, del salón de esparcimiento. ¿Sabes algo de esto?
Se quedó totalmente callada, esperando la respuesta.
Un secreto con precioWendy, sorprendida, casi deja caer la cuchara. Su mirada, que antes reflejaba simple curiosidad, se llenó de un terror silencioso. No era una simple pregunta sobre chismes; era un desafío a las reglas invisibles de la isla, una ruptura de la fachada de apatía que todas mantenían para sobrevivir. Aurora no se inmutó. No repitió la pregunta, no la miró. Simplemente siguió masticando, la mirada fija en un punto de la pared, como si la respuesta ya estuviera flotando en el aire. La tensión en la mesa se volvió palpable. Las otras chicas, que se habían ido, no estaban lejos, pero el miedo a ser asociadas con "la loca" las mantenía a una distancia segura.
Wendy dudó. Miró a su alrededor, buscando una amenaza que no estaba allí, solo la quietud de la mañana. Finalmente, su voz fue apenas un susurro, tan baja que solo Aurora pudo escucharla.
—Se escucha decir que Mara es el sujeto de prueba directo del Dr. Kronn. Como sabes, Mara es diferente a nosotras, tiene más edad y se ve mucho mayor —dijo casi murmurando. Hizo una pausa y prosiguió—: Lo que se escucha es que es llevada al Piso G, haciendo referencia al punto G. Al parecer, Kronn no solo la usa para experimentos, sino para su propia satisfacción. Por esto es que ella es la líder... ¿Y qué más sabes? ¿Qué clase de experimentos?
—No lo sé —dijo Wendy—. Tal vez Paula, de limpieza, sepa algo. Ten cuidado, debes hacerle un favor para que pueda contarte algo tan secreto como eso. Y dime, ¿por qué actúas así ahora? ¿Fue dura la caja? —le dijo.
Aurora apretó su puño derecho y le respondió con una pregunta.
—¿Eres aliada o enemiga?
Wendy se asombró un poco y solo respondió:
—Yo solo deseo salir de aquí. Si tienes algún plan, entonces soy tu aliada.
Aurora asimiló la nueva información. La jerarquía de Mara no era una cuestión de fuerza, sino de servidumbre. El poder de la Isla Saint Merge no era solo físico, sino que se alimentaba de la humillación y el abuso. El "Piso G" no era solo un lugar, sino una referencia macabra a la forma en que Kronn usaba a Mara. Se dio cuenta de que su venganza no solo sería por ella misma, sino también por todas las demás, incluida Mara. La información sobre Paula, la chica de limpieza, era la siguiente pieza clave. Aurora sabía que la única forma de obtener esa información era de la manera correcta. No podía simplemente preguntarle. Tendría que ofrecer algo a cambio.
La estrategia de la "loca"La rutina de la isla se convirtió en un mapa detallado para Aurora. Mientras los demás se movían como autómatas, ella registraba cada detalle en su cuaderno:
Pasaron varios días más y Aurora siguió su rutina: se sentaba sola, dibujaba garabatos y se comportaba de manera extraña, ganándose la confianza de los guardias. Cada vez que era llevada a "introspección", como le llamaban en la isla al momento en que eran llevadas a estudio para ser inyectadas y sacarles sangre, notó que los medicamentos estaban al alcance de un brazo. Algunos médicos tomaban algunas drogas para evitar el estrés de los pesados días de trabajo. Y una de ellas era un frasco de benzodiacepinas, unos psicotrópicos sedantes que ayudaban a relajar a los médicos.