No Temas Perderme

Capítulo 7

Mi primer día de noveno curso comenzó como casi todos los días desde hacía meses: Con gritos procedentes de algún punto de la casa             

Al salir de clase, de camino a casa, me detuve en la pastelería preferida de mi madre para comprar su pastel favorito. Era su cumpleaños y por la mañana no había tenido la oportunidad de felicitarla antes de irme a clase, porque no había bajado a desayunar conmigo.

Cuando llegué a casa, la busqué en el salón y en el jardín, pero no había rastro de ella. Así que, subí las escaleras hacia mi habitación para dejar la mochila.

Con el pastel en las manos, crucé el pasillo hasta la puerta de la habitación de mi madre. Llamé dos veces antes de abrirla y pasar al interior.

En cuanto mi mirada se cruzó con la de mi madre en el espejo, perdí el control de mis manos y el pastel cayó al suelo, pringando todo de crema.

Mi madre se tapó rápidamente la mejilla con la mano para ocultar el cardenal que cubría su mejilla izquierda y continuó dándome la espalda.

—Mamá, ¿qué ha pasado? —Intenté acercarme a ella, pero se alejó de mí chocando contra la cama—. ¿Te lo ha hecho papá? —dije señalando el cardenal.

Asintió despacio con la cabeza.

—Anoche discutimos. Tu padre había bebido un poco y perdió el control, pero no es nada, cariño. Pronto se curará.

—Es un...

—Dylan —me interrumpió—. Vamos a hacer como que esto no ha pasado, nadie puede saberlo.

—¿Cómo que nadie puede saberlo? —dije con impotencia—. Tenemos que denunciarle, mamá. No va a volver a hacernos lo mismo otra vez.

—¿Cómo? —dijo perpleja. Se acercó a mí y posó sus manos en mis hombros para que la mirara a los ojos—. ¿A ti también te ha pegado?

Aunque tenía miedo de confesarlo, no tuve otra opción.

—Sí.

—¿Por qué no me dijiste nada?

—No quería darle más motivos a papá para pegarme.

Mamá suspiró y cerró los ojos con fuerza, aguantando las ganas de llorar.

—De acuerdo... —murmuró temblando—. No podemos irnos de momento, ya sabes la influencia que tiene tu padre. Si no actuamos con cuidado, esta guerra la ganara él mucho antes de que empiece.

La confesión de mi madre me dejó sin palabras.

Sabía que mi padre tenía mucha influencia gracias a que era uno de los empresarios más prestigiosos y ricos de todo Seattle, hasta solía relacionarse con las personas más importantes de la ciudad. Lo que no supe hasta más adelante es que mi padre era capaz de todo para ocultar todo aquello que suponía un problema para su reputación.

—Tienes que irte de casa, no puedes seguir aquí.

—¿Si me voy, que será de nosotros? Dylan, hijo, no puedo darte el mismo futuro que él, tampoco tengo dinero para que nos vayamos a vivir a otro lado ni la manera de conseguirlo. Cuando me casé con tu padre dejé de estudiar y nunca he trabajado porque no era necesario, ya que él nos lo daba todo.

—Encontraremos una solución, juntos, pero ninguno de los dos permaneceremos mucho más tiempo en esta casa.

—Cariño, estaré bien. Pase lo que pase, voy a aguantar por ti.




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