No tengo derecho a amar

Parte 2

— No sé qué quiere decir con eso, solo quería avisarle que su nave está por allá, vea —  le indicó Nail.

— ¿Y para eso tenías que toquetearme? Mira qué casualidad, seguro deben ser un grupo de pervertidos ¡¡¡Solo hombres en un planeta!!! Porque no caí donde solo había mujeres, que perra suerte la mía — se fue reclamando a toda voz.

El otro quedó en la orilla sentado, que raros eran los humanoides, y las mujeres más, tal como le había dicho el Gran Patriarca una vez que conversaron sobre ellos, así que mejor se quedó desde allí, cuidándola desde lejos.

Esa noche fue a donde su anciano líder, y le comento lo que pasó.

— No entiendo porque se puso tan agresiva y molesta, solo quería soltarnos como lo hubiera hecho con cualquiera de mis hermanos.

— Creyó que querías tener relaciones sexuales con ella, quisiera o no.

— ¿Relaciones sexuales? — el guerrero nunca había escuchado esa expresión.

— Te explicaré, entre los seres sexuados... — le explicó sobre las flores y las abejas.

— Yo sabía que ellos necesitan una mujer y un hombre para reproducirse, pero nunca me imaginé que hicieran algo así para ello. Pero en este caso yo no hice nada de eso, no puse mis manos en donde no debía por lo que me dijo... bueno... eso creo... además le explique que somos hermafroditas.

— Ella nos ve como hombres, y debe haber tenido muy malas experiencias con ellos, por eso reaccionó así y anda a la defensiva. Su vida no debe haber sido fácil.

— Como puede pensar que alguno de nosotros quisiera intentar algo así con ella, y más encima a la fuerza.

— Como te dije estoy seguro que su reacción es por lo que ha vivido.

— Que tan terrible debe haber sido su pasado, creo que no confía ni en su sombra. Trataré de hacer la misión que me dio.

— Hazlo de lejos, y respeta mucho su espacio, ella no entiende que solo queremos ayudarla.

— Ojala termine de arreglar su nave pronto, no me gusta dejarlo al cuidado de otros.

— Tranquilo, en las noches nos veremos, y si pasa algo puedes venir rápido — le sonrió benévolo el anciano.

Por varios días Nail estuvo desde lejos viéndola, la desconocida tenía mucha fuerza, y era muy hábil, él pensó que no había forma de arreglar el artefacto, pero ella con mucha paciencia lo iba reparando de a poco.

Hasta que un día la mujer salió a buscar agua, metió el contenedor con mucho cuidado en el mar, al levantar la vista vio por fin al guerrero que estaba en unos cerros, en posición de meditación.

— He fisgón, que haces — le gritó molesta.

— Solo estoy relajándome.

— No mientas, no necesito un vigilante.

— Puede ser, aunque en realidad este lugar es cómodo para relajarse,  debería intentarlo señorita... — le sonrió lo más amistoso que pudo.

— Soy Meridian, no es necesario eso de señorita.

Algunos días después ella fue a caminar, estaba cansada de estar arreglando su nave. Dentro de todo tuvo mucha suerte pensó, lograr evadir a esos tres, y seguir con vida, era todo un milagro, pero ahora estaba varada, y debía moverse lo más rápido posible. Pero por una tarde que saliera a andar no atrasaría mucho todo, además estaba con curiosidad ¿De verdad no habían mujeres? Por más que se encontró con varios habitantes del planeta, no los veía como hermafroditas, para la muchacha ellos eran hombres.

Unas horas después empezó a llover, Meridian empezó a volar de regreso, pero estaba muy lejos de su astronave, no alcanzaría a llegar antes de mojarse por completo, en esto miró a un lado, allí estaba Nail con un paraguas, mirándola, sonriendo amistoso.

— ¿Cómo está Meridian?

— ¿Cómo está Meridian?

Ella, a regañadientes, se puso al lado de él, para evitar seguirse empapándose.

— Dime Meri solamente, es más corto.

— ¿Así le dicen sus amigos?

— Si tuviera, puede que me dirían así.

— Aquí no debe temer nada, todos la cuidaremos, yo la ayudaré en lo que necesite.

— ¿Eso te pidió la pelota verde?

— Sí, el Gran Patriarca — puntualizó — me lo pidió, a él le importan todos, es un gran ser, muy amable.

— ¿De verdad es tu padre?

— Sí, es el padre de todos.

— ¿Pero si me dijiste no tienen mujeres como se reproducen? ¿O buscan de otros planetas y cuando dan a luz las matan? — lo miró fijamente.

— Somos hermafroditas como le dije, no necesitamos de dos individuos para tener descendencia, nos reproducimos por medio de huevos.

— Hummm... que extraño ¿Y no les dan ganas de...? — movió las cejas y lo miró maliciosa.

— ¿Qué cosa? — preguntó Nail con expresión inocente.

Al ver que en realidad el otro no sabía de qué hablaba, se hizo la desentendida.

— No, nada. Parece que no dejará de caer agua.

— A veces el clima es así ¿Le parece que la acompañe a su nave?

— Bueno.

Para evitar mojarse ella tuvo que ir lo más cerca de él, por un segundo se sintió extraña, nunca nadie en su mundo se había preocupado así por ella, ni su madre. Meri hubiera dado todo lo que tenía para que quien la trajo al mundo le hubiera dado un beso de cariño, o una simple caricia, pero en su mundo, desde que se nacía se les enseñaba a ser fuertes, y a conseguir lo que querían, como fuera. Que distinta la forma de criar en ese lugar, se veía que todos se cuidaban entre ellos, los namek que veían a la pareja las saludaba con una gran sonrisa, sincera, todos se veían muy felices.

— Ya llegamos Meri.

— Debo entrar, no quiero que tu esfuerzo por mantenerme seca se estropee.



#5831 en Fanfic

En el texto hay: desamor, drama, amor

Editado: 07.08.2020

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