Mi cabeza me estaba matando, mejor dicho, mi profesor de derecho tributario me estaba matando con tanto trabajo, creo que de todos los profesores exigentes que he tenido, este era el profesor que se llevaba el puesto número uno. Eran las tres de la madrugada y apenas acababa de terminar el trabajo final de su materia, con este trabajo terminaría por fin el séptimo semestre de administración en finanzas y negocios internacionales. Quería dormir hasta más no poder pero tenías hasta las seis para enviar el trabajo pero me sentía tan cansada que era difícil ver con claridad lo que hacía y no quería arriesgarme en perder todo el trabajo hecho.
Tomé mi teléfono y busqué el número de Al, no podía equivocarme, era el nombre más corto que tenía registrado en mis contactos. Marqué y al tercer tono me contestó.
— Al. – susurré su nombre –. Necesito tú ayuda
— ¿Qué pasa, guapa?
Su voz se escuchaba soñolienta, era obvio que lo había despertado, me sonrojé pero ya tenía que decirle porque ya había despertado y pues, para que desperdiciar el momento.
— He terminado un trabajo…
— Voy para allá.
Sonreí cuando no me dejó terminar de hablar porque ya sabía que era lo que pasaba, no era la primera vez que lo llamaba en la madrugada para que me ayudase. Dejé el teléfono y caí dormida, lo sé porque cuando Al entró a mi habitación comenzó a despertarme agitándome un poco.
— Levántate un momento, luego descansas todo lo quieras.
— Pásame mi computadora portátil y ya, por favor. – Pedí y me di la vuelta para acomodarme mejor
— Pero despierta…
Escuché que me hablaba pero no lograba entender tenía tanto sueño y estaba en una pelea entre lo real y lo no real, estaba casi cayendo cuando Al me grita, me desperté deprisa y asustada, no entendía que pasaba.
— Guapa, tenías plazo hasta las tres, mira la hora que es
— ¿Qué? – fruncí el ceño – No es posible
Me levanté de la cama y corrí a mi escritorio, tome mi portátil y entré a la plataforma para revisar, esto no podía estar pasando y menos ahora. Introduje mi usuario y mi contraseña, di clic a la materia de derecho tributario y bajé hasta la última barra donde hay que montar el trabajo y veo el tiempo: “6:00 a.m.”
— ¡Te detesto! – exclamé – hay plazo hasta las seis de la mañana
Resoplé mientras él comenzó a reír a carcajada, entré al campo para enviar el trabajo e hice todo el proceso mientras que Al seguía burlándose de mí, ¿cómo puede ser tan cruel? Envíe el trabajo y Al me abrazó mientras seguía con su risa aunque más tranquila.
— ¿Puedo saber por qué lo has hecho?
— Porque tengo algo para ti y quiero dártelo ahora, la única manera de dártelo a esta hora es estando despierta, tú fuiste quién me ayudó a que esto se diera.
— No fui yo, fue mi maestro.
— Como sea, vamos.
Al me tomó de la mano y me sacó de mi departamento para llevarme al suyo que estaba frente del mío. Al y yo nos conoces desde hace más de siete años, desde que nos conocimos nos la hemos llevado bien aunque nos unimos más como amigos hace cinco años, él se ha convertido en un hermano mayor para mí aunque suelo tratarlo como un bebé, bueno, cuando no se comporta como un tonto como hoy. Cuando entramos en su departamento me llevé una gran sorpresa.
— ¡Feliz cumpleaños!
No podía creer que todos hubieran planeado una fiesta sorpresa para esta hora de la madrugada, no sabía si darles un golpe a cada uno o estar feliz por esta sorpresa, opté por la segunda opción, sabía que Al querría pasar la tarde conmigo haciendo lo que se me antojara y obviamente sería lo mejor que me pasa cada vez que cumplo años.
Abracé a cada uno mientras recibía los regalos que me había traído, Al iba conmigo para llevarlo a alguna parte para no sostener todo eso y pudiese yo saludar cómodamente a todos; luego de haber acabado con la pequeña fiesta y haberse ido todos, Al me ayudó a llevar mis regalos a mi departamento, había recibido muchos regalos este año que tuvimos que hacer varios viajes desde su departamento hasta el mío.
— Gracias, Al, por la sorpresa y la ayuda, nos vemos más tarde.
— No lo creo, estaré ocupado hoy – lo miré sorprendida – mentira, guapa, este día es completamente tuyo y estaré siempre para cumplir tus caprichos.
— Me asustaste, tonto – golpeé su brazo – nos vemos a las diez, quiero descansar al menos cuatro horas.
— Claro que sí, descansa,
— Descansa, Al.
Cerré la puerta de mi departamento y caminé inmediatamente a mi habitación para dormir, antes de tirarme a la cama apagué mi portátil y lo guardé en su estuche. Me acosté en mi cama mientras veía la montaña de regalos, ¿cómo logró Al que todos vinieran a celebrar mi cumpleaños a las tres de la madrugada? Al es genial, es el mejor amigo que se puede tener, cada año me sorprende más, debo planear algo así de increíble, se lo merece. Estiré m brazo y pagué la luz de la habitación, tenía que descansar un poco antes de hacer de todo con Al , necesitaba mucha energía.