Había pasado cinco años desde que entre a este colegio, en el centro de esta ciudad tan grande, siempre me ha gustado, pero hay demasiada delincuencia y no es que no se hace nada, sino es que son profesionales los que hacen sus chapucerías, desapareciendo sin dejar rastro alguno.
Hoy empieza el primer semestre de clases, ya he pasado a sexto grado, sin embargo, me han cambiado de sección del A al B por mi desempeño en el aula, ahora tengo compañeros nuevos. Pasaron las primeras horas de clases, entusiasmado salí a receso, cuando de repente escucho unos gritos que salían del baño de mujeres, miré aun lado y al otro, no había ni una niña, por lo que decidí entrar, vi un grupo de niña que estaban molestando y abusando de una más pequeña, de sus pertenencias y físicamente, entonces, intervine metiéndome al medio de las jóvenes, una vez que las regañé, la dejaron de molestarla, y asombradas “Las Fénix” así llamadas este grupo de avispas, no le quedaron de otra que salir del baño refunfuñando y hablando de mí, lo que no mi importaba y más si venía de ellas, una vez que salieron, trate de consolar a la niña con palabras suaves, pero antes le pregunté si estaba bien, después de verla llorar tanto le dije:
-Que le haría justicia, eso no se quedaría así.
Salimos del baño directo hacía el director, al darse cuenta a donde nos dirigíamos me paró en seco y me dijo:
-Si vamos y le decimos al director, ellas nunca me perdonaran.
La miré, y pude notar en sus ojos el miedo y la desesperación, y con una sonrisa le dije:
-Descuida que te prometo que no volverán a lastimarte, vámonos.
Asustada continuó hasta llegar a la dirección, pedí hablar a solas con el director, todos nos veían, hasta que al fin me cumplieron la petición, una vez que nos encontrábamos solos le expliqué la situación; la muchacha declaró todo a gritos. Luego de una larga charla con el director, salimos de allí, ella me agradeció, se fue a su aula y yo a la mía.
Al día siguiente “Las Fénix”, ya no estaban en el colegio, las habían expulsado por su atroz cometido, me quedé sorprendido cuando Marta aquella pequeña niña me decía eso, no pensaba que llegaría el director Robert Castro tan lejos, con su decisión que dijo que tomaría, bueno, a ellas nadie las mandó hacer lo que hacían, ahí está la paga de su trabajo.
Esa fue la primera de tantas cosas que denunciaba en el colegio, era un caos de cosas impertinentes las que sucedían, no podía verlas y callar, me volví presidente del consejo del colegio, para tener autoridad, entonces denunciaba todo ante el director, hasta que llegó al punto que me consideró el mejor estudiante.
No buscaba ser un súper héroe en el colegio, sin embargo, era temido y respetado por todos, eso me gustaba, aunque no le daba tanta importancia. En el curso casi nadie me hablaba con el miedo a que lo fuera a ofender.
Era lunes del mes de octubre, duró mucho tiempo el colegio tranquilo, pero algo paso, se había desaparecido el bolso de la profesora Altagracia, la encargada de la clase de español, fue antes de receso y a esa hora tocó en sexto B, es decir, mi curso, lo más curioso es que yo fui el último en salir del aula, revisaron todas las mochilas, adivinen qué, estaba en la mía, enseguida me llevaron hacia la dirección, donde Robert llamó a mis padres.
Mi madre es abogada y Mi padre es ingeniero civil, tuvieron que dejar sus labores para ir a cumplir en el colegio, todo por un mal entendido, lo más probable una trampa. Andreina y Anderson tuvieron que asistir inmediatamente por el reporte que me hicieron, una vez llegaron a la dirección del colegio, Robert el director le explicó todo a mis padres, ellos me veían fijamente, sabían que no tenía la necesidad de robar ese bolso, los miré con confianza y profundidad para que me creyeran que no había sido Yo, sin que pronunciará una sola palabra voltearon la cara hacia el director y le dijeron:
-Mi hijo no ha hecho eso, de seguro fue un error.
Interviene diciendo:
-Si me dan una semana resolveré el problema, descubriré quién fue el que se robó el bolso y lo puso en mochila.
Todos sorprendidos me apoyaron, entonces dijo el director Robert:
-Tienes una semana, pero no le digas a nadie esto, además los tienen que pensar que estás castigado, así que no saldrás a receso en dos días.
Con alegría acepté la condición, mientras que mis padres se despedían para volver a sus labores, llegó el martes y todos estupefactos de verme después de lo ocurrido ayer con la profesora de español, creyeron que se iban a zafar de mí fácilmente. Entro al aula, la primera hora era matemáticas, una vez que me siento en mi silla comienzo analizar la situación para encontrar quién fue que puso ese bolso en mi lugar de estudio, a mi derecha está el más inteligente en matemáticas, a mí izquierda está Ana la que prefiere morir antes de faltar un día a clases, detrás están los que sólo critican lo que pasa y burlándose de todo aquel que se equivoca, delante esta Pedro, él no habla con casi nadie, luego está Santa la más bonita del curso, Martín el creativo y en un lado cerca de la pared está el bravucón Chan, que cuando se junta con otros no se calla hablando de cosas sin sentido; esos son mis sospechosos los demás no me interesan.
Cuando llegó el cambio de hora, se me acercó Chan, diciéndome:
-Eres como la mala hierba, nunca muere.