No tienes que amarme

La espera

  Ser un rehen voluntario era aburrido y malo para los nervios, eso lo decubrí durante nuestras primeras dos horas en calidad de rehenes.  Ratko comenzaba a impacientarse, tamborileaba su pie contra la silla donde nos habían indicado que nos sentaramos en cuanto entramos a nuestra carpa. Saoirse estaba callada, algo que podría cambiar en cualquier momento. En el Sur era su territorio, ahí tenía la ventaja, en especial cuando los guardias no se molestaban en cuidarla a ella, sus frías miradas fijas en nosotros, siguiendo cada movimiento que hacíamos por muy pequeño e inofensivo que fuera.

 

- Princesa Saoirse, su padre ha solicitado verla afuera .- Dijo un guardia alto y delgado .- La está esperando.

 

  Ella y los guardias salieron, dejándonos solos en la silenciosa carpa. La oscuridad del exterior parecía colarse a cada instante, las sombras más largas y oscuras.

 

- Creí que nunca se irían...

 

- ¿De verdad no la recordabas?- Pregunté señalando el lugar donde minutos antes estaba mi peculiar rival .

 

- Claro que sí, nunca olvido un rostro. Ella se sentía con ventaja por situaciones olvidadas y no iba a permitirlo. Nuestros padres creían que haríamos una buena pareja, claro que mi padre nunca me ha conocido muy bien en ese tema, siempre creyó que yo deseaba una esposa silenciosa y obediente, capaz de encajar en la corte como anillo al dedo, algo que nunca encontraría atractivo en una compañera .- Dijo él, dispersando temores que no estaba conciente de tener .- Tu eres intrigante, inteligente y no me dejas ganar los argumentos. Quizás en otro mundo podríamos habernos enamorado...

 

- Ahora que estamos siendo sinceros, debo decir que no eres lo que esperaba o temía .- Confesé, las condiciones de nuestra unión era menos que ideales, no eran el tipo de historias que acaban con un gran amor .- Pero debo preguntar, ¿Tu amabas a alguien cuando nos comprometieron?

 

- Amaba la idea del amor, de ser libre para elegir. En tiempos de paz tenemos más libertad en ese aspecto .- Ratko me miraba fijamente, sus ojos azules grabados por siempre en mi memoria .- Esperaba casarme con alguien especial, alguien a quien yo amara. En vez de eso mis padre quieren que ame a una chica a quien no conozco, de quien sólo se su nombre y sin importar lo grandiosa que sea no podré dejar de verla como la persona que escojieron para mí...

 

- Olvidas que tambien te escogieron para mí, yo no pedí esto.

 

- Ahora lo sé, pero será dificil verte como algo más. Necesito tiempo. Podemos intentar ser amigos... ese sería un buen inicio ¿No te parece?

 

  Asentí, una sirvienta entró con una pesada bandeja que contenía tres tazas de fina porcelana con dibujitos de flores amarillas, una tetera plateada y un platito lleno de galletas de formas extrañas. Nos mantuvimos callados y Saoirse regresó, interrumpiendo nuestra conversación. Desvié la mirada hacia la entrada de la carpa mientras que Ratko fingió estar demasiado interesado en la alfombra. 

 

- El General no me parece un guerrero digno de tanta leyenda .- Dijo la recien llegada, sirviendo té en una taza antes de darle un pequeño sorbo y dejarla con un gesto de disgusto .- Acabo de verlo, no creo que sea la ventaja capaz de concederles la victoria. 

 

- Afortunadamente no debe convencerte a tí, ha defendido nuestros reino de incontables amenazas...

 

- Escuché que estuvo casado, un asunto muy desagradable.... Quizás lo recuerdes, Tharu ¿No se volvio loca su esposa? ¿Falleció a tan solo dos años de la unión?

 

- No sé de qué estas hablando .- Mentí con una sonrisa, rayos, ningun extranjero tenía acceso a esa información y por buena razón. Tras la muerte de su esposa el entonces príncipe renunció al trono y juró dedicar su vida a volver el reino un lugar seguro. Nunca supimos la causa de su muerte, se creía que fue culpa de un desconocido proveniente de otro reino .

 

- Admiro mucho al General, es un gran guerrero y un buen hombre .- Intervino Ratko, quien había superado su timidez inicial cerca de su ídolo .- Su vida privada nunca ha comprometido su rendimiento en batalla y no creo que comience a hacerlo. Dígame, princesa, ¿Al oponerse al General se opone a los tres reinos libres?

 

- Ay, por supuesto que no...

 

- Entonces le ruego aprenda a medir sus palabras, podrían ser malinterpretadas en estos tiempos tan tensos.

 

 Los escuché seguir discutiendo, pero mi mente estaba lejos; en los gentiles ojos azules de mi tía, el secreto mejor guardado de la familia real. Mi abuelo reinó por largo tiempo, a diferencia de otros monarcas no falleció en batalla o por enfermedad, fue el primero en ceder el trono a su primogénito, mi tío. Entonces él tenía veinte años, joven pero no demasiado. Cuando yo nací se esperaba que él tuviera un heredero... Apenas conocía a mi tía, quizás era muy joven para recordarla... mi memoria era borrosa, lo único claro era la forma en que miraba el reino desde el balcón principal, ojos azules fijos en el horizonte, su vestido blanco como la nieve...

 

  Yo la quería, mi madre me contó que días despues de su fallecimiento yo seguía preguntando por ella. Al poco tiempo mi tío se fue y nació la leyenda de El General, un hombre cuyo nombre casi ha sido olvidado, vive para la guerra y su único amor es por el reino que protege con gran devoción. ¿Qué pensaría Ratko de todo eso? ¿Seguiría viéndolo como un heroe? Por un tiempo hubo rumores en el castillo sobre el deceso de la futura reina, algunos se atrevían a sugerir que mi tío la mató en un arrebato de celos, otros juraban que murió dando a luz, unos más opinaban que debió ser asesinada por un extranjero. La verdad solo la sabían dos almas, el Rey y el General. Lo demás era pura especulación.

 

  - ¿Tharu? ¿Estas bien?




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