No tienes que amarme

Una tormenta antes de la misión.

  Es algo poco sabido que los más poderosos sacerdotes pueden alterar el clima, dispersar una tormenta o invocar un poco de lluvia en temporadas de sequía, es un pequeño secreto del Norte, protegido y resguardado a lo largo de nuestra historia. Cuando notamos que la oscura niebla del Sur desaparecía en contacto con el agua los más experimentados fueron llamados y comenzaron una leve llovizna que dispersara la artificial noche.

 

  El único problema era que pelear con las ropas empapadas y llenas de lodo resultaba cansado, desagradable y frustrante. A tan solo un día del incio de la guerra ya deseaba ver su fin, solo había logrado herir a dos enemigos, situación dificil si tu espada está a punto de resbalarse entre tus entumecidos dedos. ¿Lo peor? La  mayoría de los guerreros del Oeste no lograban usar sus poderes, nuestra única ventaja era ver al enemigo.

 

  Tras horas de incesante lluvia las tropas comenzaban a desesperarse, no sabía quién era el responsable, pero el General se aseguró de que siempre tuviera un reemplazo. Mi cabello pegado a mi rostro era un pequeño precio a pagar por la enorme ventaja que era la vista. Ratko parecía menos convencido, permanecíamos juntos en la batalla y él tenía grandes dificultades con la lluvia, ya en dos ocasiones se había caído y llevaba su ropa casi totalmente cubierta de lodo.

 

  Nunca había visto tanta lluvia y eso era mucho decir para alguien proveniente del reino donde controlábamos el agua, una vez cuando mi hermano comenzaba a controlar sus poderes provocó una tormenta terrible que inundó las calles y el castillo, la tormenta me recordaba aquella ocasión, se sentía gran poder en el viento, moviendo las nubes, en cada gota sentía el poder del Norte.

 

- Tharu, el General quiere vernos, dice que tiene una misión lista para nosotros .- Gritó Ratko, gritar era la única manera de ser escuchado con el constante aullido del viento .- ¿Crees que vaya a detener la lluvia?

 

- ¿Y arriesgarse a que regrese la niebla? No lo creo.

 

  Tras una hora de penosa marcha por el terreno encharcado regresamos a la relativa comodidad del campamento. Me sentía un poco rara parada enmedio de la pulcra tienda, mis manos a los costados, ropa chorreando por toda la alfombra de terciopelo , aunque no quería cambiarme hasta saber que si la misión incluía regresar a la fuerte lluvia. Ratko y el General lucían igual, desaliñados y empapados hasta los huesos, mientras que el rey estaba perfectamente seco, no peleaba, sólo pasaba el día en la carpa recibiendo informes.

 

- Tharu, príncipe Ratko, como ya saben quería proponerles una misión. No es sencilla, pero tampoco es muy peligrosa. Creo que con sus talentos combinados pueden lograrlo. - Explicó mi tío, evadía al rey con la mirada, incómodo en su presencia .- ¿Alguno de ustedes sabe de dónde provienen los suministros del Sur? 

 

- Los puertos del Sur .- Respondí, mis lecciones de geografía frescas en mi memoria .- Si no mal recuerdo las mercancías pasan por varios puntos cercanos a la frontera Oeste.

 

- Exacto, queremos cortar sus suministros, quizás quemar las carretas antes de que puedan llegar. No esperaremos a estar acorralados, debe ser ahora o esta guerra podría alargarse de manera indefinida. 

 

- Déjeme ver si entendí, ¿Usted quiere que seamos saqueadores?- Preguntó el príncipe atónito.

 

- Solo por un tiempo, dos semanas quizás, tenemos reportes de que esta semana dejará los puertos un envío de armas, es de vital importancia detenerlo.- Las islas más cercanas a la costa eran conocidas por su variedad de productos, desde frutas exóticas hasta armas forjadas en los mejores talleres .- No puedo enviar a cualquiera, ustedes son nuestra mejor alternativa. Su prioridad será detener las armas, pero hay una gran cantidad de productos dirigidos al rey: telas, caballos, vinos...

 

  Ratko y yo intercambiamos una mirada antes de asentir, estabamos dispuestos a correr el riesgo, alguien debía enfrentarse a la tormenta. Después de eso comenzó la planeación, viajaríamos de noche, con el manto de la oscuridad como nuestro vital aliado, varios ayudantes arreglaron las proviciones calculando unos diez días de viaje entre la ida y el regreso. Se nos indicó que intentaramos dormir, pero resultó imposible con los distantes sonidos de la batalla, las órdenes gritadas en el campamento y el incesante caer de las gotas sobre la carpa.

 

- ¿Estas dormida? - Preguntó Ratko, su brazo izquierdo cubría su rostro en un intento de bloquear la luz.

 

- No, me imagino que tu tampoco, a menos que acostumbres hablar dormido.

 

- Vaya, aun conservas tu sentido del humor... entonces no hay razones de preocupación. ¿Crees que todo esté bien? Ya sabes, en casa.

 

- Espero que sí, es la razón de todo esto, ¿no? tener un hogar al cual regresar.

 

- Nunca me gustó el Oeste, de niño soñaba con viajar a tierras lejanas, quizás más allá de las islas o pasando el reino Norte. Jamás valoré lo que tenía, hasta ahora, cuando no es seguro nuestro regreso.- Contó él. un toque de nostalgia en su varonil voz .- A mis padres les molestaba, como heredero al trono debería amar al reino por encima de todas las cosas, soñar con un barco o travesías imposibles les parecía frívolo.




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