No tienes que amarme

Amor inesperado y confesiones.

  Regresamos victoriosos al campamento, donde el combate continuaba al igual que la fría lluvia. No esperaba recibir una carta de la reina del Oeste firmada con su nombre, Irina, tampoco tenía forma de predecir los contenidos de la carta...

 

"Mi estimada princesa Tharu :
Escuche con gran pesar que ha superado sus deberes como princesa y mi hijo no ha hecho mucho por disuadirla. Su lugar es en el palacio, en la corte. Su madre y yo estamos preocupadas por su salud y su seguridad , estaríamos más tranquilas si regresara inmediatamente a la capital.
Con afecto, Irina. "
 

  No era una orden, tampoco era algo tan sencillo como una sugerencia, se la mostré a Ratko y ambos acordamos que debía volver, aunque fuera solo para aplacar las inquietudes de la reina. Me molestaba regresar,  tenía un papel en nuestra guerra, podía hacer algo para cambiar mi destino y ahora me arrebataban ese privilegio. Cuando la reina insinuaba que debías hacer algo, lo mejor era hacerlo sin importar nada más. Me despedí de mi tío y de el rey antes de dirigirme a la carpa donde Ratko me esperaba.

 

- Lamento que debas irte.-Dijo él, después beso mis labios, sabiendo que en mucho tiempo no volveríamos a vernos.- Pero cuando mi madre dice algo debemos obedecer.

 

"No es tu madre" pensé,  ese venenoso secreto siempre acechando en mi mente como un enjambre de abejas invisibles.

 

- Yo también lamento partir, intentaré escribirte en cuanto llegue, así la distancia se sentirá menos.

 

- Prometo que buscaré el tiempo para leer cada carta. Esperaba muchas cosas de un matrimonio arreglado, contigo he encontrado las únicas dos que nunca me atreví a esperar: amistad y una promesa de amor.

 

- ¿Estás diciendo que me amas?

 

- Aun no, empiezo a hacerlo... -Respondió, la sinceridad evidente en su rostro.- ¿Tu me amas?

 

- Empiezo a hacerlo...

 

  El viaje a la capital fue silencioso, no iba acompañada y la verdad no tenía un gran interés en regresar a la corte, era raro, pero me sentía más cómoda viviendo en una carpa o viajando de noche que soportando las incesantes miradas de nobles y cortesanos, ese escrutinio constante me hacía sentir como un escarabajo clavado con un alfiler, exhibido para la vista de cualquiera. No ansiaba reunirme con la reina, lo único que esperaba era entrenar con el señor Aiden y molestar al bibliotecario.

 

  Apenas llegué descubrí que la reina ya me esperaba, aguardaba con su inevitable séquito de damas en el vestíbulo de impecable mármol blanco.  Lucía un gran vestido rojo engalanado con detalles dorados, como siempre me sentía mal vestida a su lado, pequeña y perdida. Es dificil recordar que eres valiente en momentos así, cuando no estas segura de quién es el enemigo, la corte me parecía un laberinto de espejos y cada vez que creía entender cómo funcionaba descubría algo nuevo capaz de hacerme perder el equilibrio. 

 

- Tharu, querida, estabamos muy preocupados por tí.- Expresó la reina, no sabía por qué, pero su sonrisa lucía diferente, forzada, rara...- Es un gusto tenerte de regreso, ¡Pero qué pensaría mi pobre hijo para dejarte permanecer en ese campamento!

 

- Quizás creyó que tendría buena compañía .- Repliqué, avanzamos juntas a mis habitaciones, donde las damas dejaron el escaso equipaje antes de retirarse .

 

- Ven, deberíamos salir a los jardines, hace un día extraordinario, le pedí a la corte que te permitiera descansar hoy, incluso organice una casería con tal de alejarlos un poco, nunca se sabe cuando van a irrumpir enmedio de una importante conversación. 

 

- Será un gusto acompañarla, no tenía que tomarse tantas molestias...

 

- Es un honor hacerlo, despues de todo eres la princesa del Norte, esposa de mi hijo y si todo resulta como debería, algun día serás la reina del Oeste. 

 

  Los pasillos estaban vacíos, al igual que el jardín, ni siquiera logré ver al señor Aiden. Algo estaba mal, muy mal y la reina lo sabía. Tenía una extraña sensación de frío extendiendose desde la punta de mis dedos, un enorme escalofrío capaz de congelar la primavera misma. ¿Acaso sabía lo que había hablado con el señor Aiden? ¿Qué había pasado en las últimas semanas en el castillo? ¿Sabía algo sobre su hija?

 

- Ser reina es un asunto complicado .- Escuché su voz temblorosa, más aterradora y peligrosa que cualquier grito. La reina Irina se volvio hacia el estanque, ojos fijos en las profundidades .- Ser madre no es más sencillo, se deben hacer sacrificios, tomar decisiones, a veces sabes que vas a arrepentirte y aun así es necesario.

 

- No comprendo, ¿Porqué me dice estas cosas?

 

- Sé que cualquier madre haría lo mismo que yo en mi lugar. No eres ninguna tonta, de seguro te has enterado de varias cosas ¿Qué has escuchado?




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