No tienes que amarme

Planear es fácil, huir es más complicado

  El plan para la huida era sencillo, distraer a los guardias o escapar de la ciudad durante un cambio de turno que según mi valiente compañera era cada seis horas. La primera falla en el plan fue cuando a Fayra se le olvidó llevar algo para cortar las cuerdas alrededor de mis manos, no era posible esperar de forma que me ayudó a ponerme una larga capa negra con capucha , no ser reconocidas era de vital importancia, caminábamos con la mirada fija en el suelo, yo siempre a su lado, pues ella conocía la capital mucho mejor y no nos convenía separarnos.

 

  El exterior estaba totalmente oscuro, era casi imposible ver las calles y la densa niebla volvía inefectivas las antorchas, cuya luz no lograba iluminar el suelo, aunque estuviera a medio metro de distancia. Comenzaba a odiar aquella artificial noche, sin estrellas y en pleno día, quizás algo más perturbador era la ausencia de sonido, desde que entramos a la niebla había sido incapaz de escuchar nada, ni siquiera oía el sonido de mis pasos o perdernos.

 

  Era un verdadero paraje desolado, carente de luz, color y sonido, las pocas personas que nos encontramos en la calle se apresuraban a alejarse, evitando mirarnos a los ojos y avanzando con gran prisa, tristeza y resignación en los rostros parcialmente ocultos por la niebla. No por primera vez me pregunté si así sería la muerte, un eterno paisaje grisáceo sin una sola señal de vida.

 

- Ven, ocultémonos aquí.- Susurró la princesa del Oeste, señalando un callejon vacío, no había señales de que tuviera algun guardia, aunque era imposible estar completamente seguras.- Mi escondite está a unos metros, podemos esperar ahí al cambio de guardia, además necesito recoger algunas cosas...

 

- Claro, yo te sigo.

 

- No tardaremos, son sólo un par de cosas que pude robar al momento de huir del castillo. Ahora que Saoirse regresó tal vez note su ausencia, pero no puedo dejarlos.

 

- ¿Conoces a Saoirse?

 

- Fuimos cercanas hace mucho tiempo, hasta que... bueno, de seguro ya sabes que originalmente era ella quien se casaría con mi hermano, eso no me pareció bien, Ratko es especial y ella no me parecía correcta para el.- Confesó ella, mirandome de reojo, continuamos avanzando hasta llegar a un pequeño cobertizo, Fayra abrió la puerta y entramos.- Bienvenida a mi hogar, no es un castillo pero es seguro.

 

- Lleva mucho tiempo que no estoy en un castillo, o al menos no fuera de la prisión.- Respondí, mirando el pequeño espacio, estaba casi vacío, solo un par de bolsas de cuero recargadas contra la pared revelaban que el lugar estaba habitado.- ¿Crees que yo...

 

- ¿Que tu seas buena para mi hermano? Nadie podría ser peor que Saoirse, créeme... Tú eres diferente, puedo notarlo, creo que si se dan la oportunidad serían buena pareja.

 

  Miré el suelo, Fayna encontró un cuchillo y cortó la cuerda que aún unía mis manos.  Le agradecí, si mi madre nos viera de seguro le daría un infarto: Dos princesas rescatandose a sí mismas. La espera pasó rápido, en teoría partiríamos antes del cambio de guardias, aunque claro nada es tan facil como parece. Justo antes de que salieramos se escuchó un fuerte golpe en la puerta. Fayna se asomó por la pequeña mirilla de la puerta, palideció al instante, haciendo que me acercara a ver. Afuera estaban dos guardias,  sus negras vestiduras inconfundibles aun en la oscuridad del callejón.

 

- Ven, hay otra salida, pero no es bonito...

 

  Salimos directo a otro callejón, este estaba lleno de cajas vacías, un fuerte olor a putrefacción invadía el ambiente, horrible y nauseabundo. Me tapé nariz y boca con la capa, mientras avanzamos con lentitud al otro lado del callejon, que al parecer llevaba a un riachuelo poco profundo. Sabíamos que los guardias podían seguirnos, no desperdiciamos ni un minuto, Fayna me pasó una de sus bolsas y cuidadosamente comenzamos a vadear la corriente, avanzando a pocos pasos de la orilla.

 

- Espera, escucha...- Dije, notando un sonido extraño.- ¿Oyes eso? 

 

  Nos paramos en seco, escuchando, las cabezas inclinadas hacia el suelo.

 

- ¿Fayra, Tharu? - Dijo una voz conocida.- Soy yo, Ratko.

 

- Ratko, ¿Qué haces aquí?- Preguntó su hermana, la situeta del principe a escasos metros de nosotras.

 

- El señor Aiden me buscó, en cuanto se enteró el General y yo nos ofrecimos para buscarlas. Mi padre aun no sabe, será mejor que regresemos antes de que comience a preocuparse.

 

- Entonces no eran guardias, ¿Eran ustedes?- Las dos siluetas llegaron a nuestro lado, ahora podía reconocer sus ojos, esos ojos azules inconfundibles. En definitiva se trataba de Ratko. El General me miró, una sombra nublaba su mirada, sabía que nuestra alianza con el Oeste no le agradaba, era necesaria y la aceptaba pero no le fascinaba la idea quizás el comportamiento de la reina le había hecho reconciderar su opinion.- ¿Tienen un plan para escapar?




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