Todo comenzó esa noche, o bueno ahí fue cuando creí que empezó. Estaba haciendo mucho frío y llovía muy fuerte, la verdad es que no podía dormir. Me movía de un lado a otro sin poder conciliar el sueño, entonces, decidí levantarme e ir a beber un poco de agua.
Mientras bajaba las escaleras se escuchaban los truenos muy fuertes, yo diría que demasiado. Era como si Dios estuviese molesto por algo, seguí mi camino tratando de ignorarlos.
Los relámpagos iluminaban la cocina y la sala, me asusté. Que casi todo estuviera siendo iluminado por ellos no significaba que fuese sinónimo de "miedo", pero la manera en que era iluminada cada parte de la casa, a excepción de algunos rincones que quedaban a oscuras, me provocaba escalofríos.
Era como si en alguno de esos rincones algo estuviera al acecho, esperando a que me descuidara para atacarme por la espalda. Algo muy en el fondo,—no se si era mi subconsciente o solo era yo tratando de ser valiente y al mismo tiempo una gallina—me decía que debía estar atenta a cualquier movimiento extraño.
Era como estar en la casa embrujada de: El Conjuro 2.
Nunca había llovido así.
Traté de no hacerle mente a lo que sucedía al exterior de la casa, así que me dirigí al refrigerador y tome agua directamente de la jarra, nadie me estaba observando así que no me importó hacerlo.
Claro, que si mi madre me hubiese visto lo más seguro es que me habría llamado la atención.
Luego me dirigí a mi habitación, pero algo llamó mi atención, desde la ventana que estaba en la cocina, pude observar algo muy brillante que venía cayendo del cielo ¿Qué podía ser aquello? La verdad es que no tenía ni la menor idea de qué podía ser, lo único que sabía es que no podía dejar de mirarlo, era hipnotizante, era maravilloso.
Tenía un brillo azul oscuro combinado con claro, algunas partes eran negras. Parecía ser un meteorito, pero estaba segura de que no podía ser eso. No es que yo estuviese muy informada de cómo eran estos, pero algo me decía que debía ser otra cosa. Fuese lo que fuese, yo debía averiguarlo.
Tardó como 10 minutos en tocar el suelo.
El impacto fue bastante fuerte al menos yo lo sentí así. Pude salir corriendo e ir a la habitación de mi mamá, pero ya estaba lo suficientemente grande como para hacerlo, aparte de eso, sentí mucha curiosidad por saber qué era, así que decidí salir de la casa.
Sí, pésima idea, lo sé, lo sé.
Camine en puntillas sin hacer ruído.
Fué bastante bobo, ya que si hacia ruído o no, igual nadie me escucharía gracias a los truenos que estaban bastantes furiosos.
Abrí la puerta y salí de la casa sin importar si me mojaba o si cogía un resfriado, la verdad es que yo nunca me enfermaba.
Sí, genial, algo más para agregar a la lista de "La rara Adhara"
El objeto indefinido había caído detrás de mi casa, pero muy, muy atrás.
Detrás de mi vivienda quedaba un bosque y lo único que lo separaba de ella, era una alta y hermosa cerca blanca.
Ese bosque era mi lugar favorito de todo el pueblo, ya que solo ahí nadie me miraba como un bicho raro, solo ahí podía ser yo, solo ahí nadie podía juzgarme.
Ahí en ese bosque, se escuchaba el sonido de las aves, las ardillas, los pájaros carpinteros y de todas las criaturas que habitaban en el, además de eso, era un excelente lugar para escribir poesía, también podía cantar y estaba un 99% segura de que nadie podía escucharme hacerlo, a excepción de los animales que vivían allí.
Mientras caminaba por el patio trasero de mi casa, en dirección a la puerta de la cerca para poder entrar al bosque, las gotas de lluvia caían con mucha brusquedad, me estaban empapando toda, tanto que, hacia que caminara con mucha lentitud.
Poco a poco me iba acercando más a la puerta, y la verdad es que no podía ver absolutamente nada y entonces...
— ¿Adhara? —Escuché a lo lejos—. ¡¿QUÉ HACES AHÍ ADHARA, ESTAS LOCA O QUÉ!? —gritó mi madre.
¿Es en serio mamá? Nunca escuchas nada, pero ahora por arte de magia sabes exactamente donde estoy, increíble.
— ¡YA VOY! —dije gritando gracias a la preciosa lluvia, que al parecer no tenía ganas de mojarme de una manera sexy y a los truenos por quererme hacer dar un infarto.
— ¡ENTRA DE UNA VEZ!
Ella estaba esperándome en la puerta con una manta, me abrigó y me dió un golpecito en la cabeza, luego de eso me preguntó:
— ¿En qué estabas pensando, muchachita? —tenía los brazos cruzados, estaba mirándome fijamente esperando a mi respuesta.
Pensé en decirle lo que había visto, pero ya ni sabía si eso que vi era real o solo fué producto de mi imaginación. También estaba segura de que si le contaba la verdad, pensaría que era mentira y se enojaría más. Así que me limité a decir:
— Verás, bajé a la cocina a beber agua y me pareció escuchar un cachorro, así que salí a buscarlo —yo de verdad era pésima mintiendo, pero esa vez hice todo el esfuerzo posible para que no se diera cuenta.
Mi madre, aún con los brazos cruzados, tocaba uno de estos con su dedo índice repetitivamente esperando una respuesta concreta, y entonces como se dió cuenta de que no diría nada más, dijo:
— Supongamos que te creo ¿Dónde está el cachorro? No lo veo por ningún lado.
Joder, que bello ahora tenía que volver a mentir.
— Cuando salí ya no estaba —respondí temblando por el frío—, a lo mejor solo fué mi imaginación.
Me miró con duda.
— Bueno... Está bien, pero por favor que sea la primera y la última vez que vuelves a salir así de la casa sin avisarme, es peligroso y lo sabes —escucharla decir eso fue como que si me dijeran que ya no iba a ir al infierno, era mi boleto al cielo, ella ya no estaba molesta—, vamos a dormir, mañana es el primer día de clases y ni pienses que vas a faltar.
Asentí.
Mi madre y yo subimos las escaleras, su habitación estaba al frente de la mía. Ella me abrazó, me dio un beso en la frente y abrió la puerta de esta y justo antes de que entrara le llamé.