No todo el dinero lo compra ©

Capítulo 12

Helen entró a la habitación de Azahara y la encontró jugando con aquel conejo que le había regalado Sanders. Cuando la niña la vio, se levantó agarrándose de los barrotes de la cuna a la vez que le sonreía y daba pequeños saltitos de alegría.

—Hola, pequeña —dijo acercándose— ¿Quién tiene hambre y necesita un baño? —La tomó en brazos y en respuesta obtuvo un balbuceo.

Después de darle un baño, le preparó un biberón de leche y se sentó con ella para dárselo. Viendo como sus ojitos azules empezaban a cerrarse, la miró con tristeza. Acarició su carita de querubín y su pelito rubio y empezó a cantarle una nana que solía cantarle su padre.

Ojitos cansados se quieren cerrar,

ciérralos nena y ve a soñar.

Allí serás libre si quieres volar,

nada ni nadie te lo impedirá.

Sueña, sueña, libre sé.

Mientras tu duermes te protegeré,

por eso no temas, yo estoy aquí,

cual ángel guardián seré para ti.

Sueña precioso, como eres tú

Y cuéntame luego tu ilusión.

Nadie sabe lo que puede pasar

Podemos intentar tus sueños realizar…

 

Al terminar la canción, Helen le quitó el biberón vacío y luego se levantó para acostarla en la cuna.

—Tengo la sensación de que fuiste amada donde estabas —comentó cuando la acostó, dándole un último beso. La pequeña abrió sus ojitos un momento e hizo algo que enterneció su corazón.

—Mamá —dijo la niña con total claridad, entró el dedo pulgar en su boca y volvió a dormir.

—Sería un verdadero orgullo y honor tener una hija como tú —le dijo Helen, con un nudo en la garganta de emoción. Besó la regordeta mejilla infantil y volvió con su jefe.

 

Sanders se encontraba concentrado leyendo un folleto cuando Helen volvió a entrar.

—Ya regresaste —indicó, sin dejar de leer.

— ¿Tanto me extrañó? —preguntó con sorna.

Sanders la miró con arrogancia.

—No digas tontería, solo quiero avanzar con el proyecto —replicó, a la vez que le señalaba la silla frente a él para que se siente.

Helen tomó asiento y se quedó pensativa por unos segundos.

—Pasó algo extraño… —empezó a decir.

— ¿Qué fue lo que pasó? —inquirió este, curioso.

—Azahara me llamo mamá.

Sanders se quedó en silencio por un momento. La verdad no le extrañaba nada, ella se comportaba como si fuera una madre con la niña. No sabía si eso era bueno, después de todo era una mujer joven y seguro encontraría a alguien y quizás hasta se enamoraría. Frunció el ceño al imaginársela enamorada, y la observó con fijeza. Helen tomó el folleto de la propuesta y se acomodó aquellos horrendos lentes. «Tampoco es que sea una rompe corazones, es decir, mírala. Esa vestimenta, ese peinado, y esa forma de ser tan…tan irritante», pensó. «Sí, y por eso te molesta el solo imaginarla yéndose con algún hombre», dijo una vocecita interna. Sacudió la cabeza ante este último pensamiento, el cual no sabía de donde había salido.

—Ya veo… supongo que eres lo más cercano a una madre que tiene en estos momentos —señaló, empezando a acomodar algunos documentos sobre su escritorio.

—Supongo que sí… ¿Pero sabe? Creo que su madre de alguna forma la quería y cuidó de ella.

—Si ese hubiese sido el caso, no me la habría dejado en la puerta con una simple nota. Ni siquiera sé quién es ella —replicó en tono frío.

La vio enderezarse en la silla y como acto reflejo él también lo hizo.

—Tal vez si se tomara la molestia de saber con quién se acuesta, sabría con quien tiene una hija… ¿No cree, Sr. Nichols?

Tan propio de ella, tenía una respuesta para todo. ¡Como odiaba cuando hacía eso!

—Tengo para decirte, Srta. Entrometida, que no es asunto tuyo con quien me acuesto —gruñó molesto.

—No me importan sus asuntos de cama, Sr. Nichols —aseguró ella sin amedrentarse ante su tono amenazador.

—Y entonces, ¿por qué el repentino sermón? —Se recostó en la silla con la mirada puesta en ella.

Helen en respuesta hizo su ya habitual resoplido.

—Olvídelo, solo terminemos con esto.

—Sí, mejor a trabajar. Para eso te pago —Helen apretó los labios con fuerza antes de mirarlo como si quisiera estrangularlo. Pensó que replicaría, pero solo sonrió con burla y contentó:




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