No todo el dinero lo compra ©

Capítulo 19

Sanders se despertó bañado en sudor y con la boca seca. Sentado en la cama miró hacia a la ventana para darse cuenta que era de noche aun. Vio la hora y apenas eran las 4:55 am. Cerró los ojos con fuerza y pasó las manos repetidamente por su cabeza recordando lo que acababa de soñar.

«Oficialmente estoy jodido», pensó. «Ya ni en mis sueños estoy a salvo de ti, Helen»

Y vaya sueño que tuvo. Testigo de eso fueron sus sabanas, las cuales como un puberto descontrolado, tendría que cambiar.

A mi edad…No puedo creer que tenga este tipo de sueños.

Necesitaba distraerse y quemar energía, por lo que decidió salir a correr. Le gustaba sentir el aire mañanero en su cara mientras corría.

 

A las 7:00 am, Sanders se preparaba para irse, cuando Azahara entró a la habitación.

—Buenos días, papi —dijo, restregándose los ojitos —. No encontré a mi Helen.

—No, mi Sol. Helen llega en la tarde. También tiene el día de hoy libre.

— ¿Me ayudas a prepararme para la escuela? —. Lo tomó de la mano para halarlo — ¡Vamos, papi o llegaré tarde!

—Tengo que irme pronto, mi Sol —explicó, pero se dejó llevar—. Vamos a pedirle a la Sra. Techy que te ayude.

Azahara lo soltó y poniendo los brazos en jarra dijo:

—Papi, ¿no has escuchado que los niños primeros? ¡Vamos! —replicó sin prestarle atención a su sugerencia.

Acto seguido salió corriendo para meterse al baño, repitiéndole varias veces que se diera prisa.  

—Bien, mi Sol. Vamos a empezar —claudicó, resignado a llegar tarde —. Creo que pasa demasiado tiempo con Helen, eso sería algo que diría ella —agregó.

 

Veinte minutos después se encontraba frente el tocador de Azahara intentando peinarla.

—Y estamos listo —. Admiró la coleta alta que le estaba haciendo. No estaba mal —. ¿Qué te parece? Sé que no es perfecto como lo hace Helen, pero no acostumbro a hacer esto.

— ¡Mi Helen es la mejor! Pero a ti te queda bien.

—Oye, mi Sol. ¿Por qué la llamas “mi Helen”? —Era una pregunta que rondaba en su cabeza hacía tiempo. Su pequeña le sonrió a través del espejo.

—Porque no puedo llamarla mami —respondió con cierta tristeza —. Cuando le digo mi Helen…es como si fuera mía, como una mamá.

Sanders tragó en seco. Sintió como si estuviera sobre minas y cualquier paso en falso era letal. En este caso su mina era el tema de la madre de su hija. Centró su atención en terminar el peinado.

—Está lindo, papi —La niña se quedó viendo ambos reflejos en el espejo mientras tomaba un mechón de su pelo rubio, gesto que ella hacia cuando estaba nerviosa o con duda —. Tu cabello es muy diferente al mío…—Dio la vuelta para quedar frente a él —Oye, yo…me preguntaba si…—Tomó una pausa antes de seguir — ¿Mi pelo es como el de mi mamá?

Como Azahara no lo veía a la cara, sino al suelo, no fue testigo de que él perdió el color del rostro por una milésima de segundo. ¿Cómo le decía a su hija que no conocía a su madre?

«Y aquí está la respuesta del porqué no he pasado mucho tiempo con mi hija», pensó.  Tenía miedo a estas clases de pregunta, que aunque sabía que llegarían, no estaba preparado.

Al no recibir respuesta, Azahara levantó su carita para verlo a la cara.

—Yo…—se agachó delante de la silla donde estaba su pequeña —.Yo no…—No pudo seguir hablando. El que no pudo mirarla a la cara en esta ocasión, fue él.

Su hija le acarició el rostro con una ternura que lo conmovió.

—Vamos, papi. Llegaremos tarde —dijo Azahara con una sonrisa consoladora.

¿Qué clase de padre soy?

Sabía que no estaba bien y que su pequeña necesitaba respuesta, pero no podía decirle en ese momento. En los últimos años había movido muchos hilos buscando pista sobre el paradero de la madre de Azahara, sin embargo, no había tenido respuesta. Otro factor en nada a su favor y, a sabiendas de que era una estupidez, fue el hecho de que pese a realizar una prueba de ADN años atrás, no fue capaz de ver el resultado. Ni Helen sabía esto último. Esa fue la primera vez que actuaba por impulso y no por lógica. Sentía a esa niña suya, independientemente de si tenía su sangre o no.

Asintió en una muda disculpa a su hija antes de llevarla a la escuela.

 

***

— ¿Vendrás por mí, papi? —le preguntó después de bajarse del auto ya en el colegio.

—Posiblemente no tenga tiempo, así que mandaré a Tony por ti. Hasta pronto, mi Sol.

Se quedó esperando que su hija entre al colegio antes de irse, pero ella solo se quedó de pie. Parecía tener un debate interno.

—Está bien —dijo finalmente —. Papi, ¿podrías bajarte? Quiero decirte algo.




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