No todo el dinero lo compra ©

Capítulo 29

Sanders salió hecho una furia del juzgado. Esa mujer era una teatrera de primera. Aun no podía creer todas las barbaridades que dijo para hacerse la victima ante el juez.

—No te preocupes, Sanders —Intentó animarlo Helen al verlo tan alterado —. Escuchaste a tu abogado, ella tiene toda la de perder en el caso. Abandonó a la niña por cinco años, lo que te convierte a ti en su guardián primario —añadió.

—Escuché muy bien, Helen, al igual que lleva ventajas solo por ser la madre. No entiendo que pretende Lorraine Fantin con todo esto. Incluso usó el hecho de que yo le exigiera una prueba de ADN en mi contra.

«Y hablando del diablo», pensó Sanders al verla acercarle muy relajada.

—Es verdad que ganaste esta batalla, Sanders Nichols —dijo nada más llegar —, pero no me rendiré. ¡Quiero a mi hija y la tendré!

— ¿Es en serio? —La que habló fue Helen —. Dices que quieres a la niña, pero ¿te has puesto a pensar en que le estás haciendo daño con todo este circo?

—Mira, Helen, te agradezco que hayas cuidado de mi hija estos años, pero no te metas. No eres nadie para tomar decisiones en cuanto esto, así que ubícate.

— ¿Qué me ubique? ¿Yo? —Helen se colocó frente a Lorraine como una fiera, por un momento Sanders pensó que la golpearía o algo así —. La que debería ubicarse eres tú, pero el cerebro a ver si agarras un poco de sentido común y dejas de dañar a mi niña.

—No es tu niña.

—No será mía, pero la he cuidado como si lo fuera —Helen se cruzó de brazos y se puso en pose retadora —. Dime algo, Lorraine… ¿Cuál es el libro favorito de Azahara? ¿Qué le gusta y odia comer? ¿Qué la hace sonreír siempre? ¿A que es alérgica? ¿A que le teme? ¿Cuáles son sus calificaciones? ¿Cuál es su pasatiempo favorito?

Sanders vio a Fantin retroceder. Era evidente que no tenía replica para esas preguntas.

—Yo…bueno, por eso quiero tenerla conmigo, para saber esas cosas —contestó, sin defensa.

—Pues te informo, algo que la hace estar triste es no pasar tiempo con su padre. Tenlo en cuenta si de verdad la quieres tanto como hiciste aparentar dentro del tribunal.

los miró a los dos molesta y luego se alejó.

—Ya sé que esto es entre tú y ella, pero…no aguanto su egoísmo.

Sanders solo podía mirarla con todo el amor que sentía por ella. ¡Qué mujer!

—Gracias, Helen. En serio me evitaste decirle un par de cosas que posiblemente me habrían afectado más adelante.

Salieron hasta el garaje.

—De nada. ¿Qué harás ahora? —preguntó Helen cuando estuvieron delante el auto.

—Debo ir a la empresa a resolver otra emergencia.

Helen verificó la hora.

—Iría contigo, pero tengo una reunión con Walker en media hora —dijo ella.

— ¿Walker padre o Walker hijo?

— ¿Estas celoso, Sr. Nichols? —Helen se paró delante de él y se inclinó para darle un fugaz beso en la boca—. No tienes nada que temer, solo tengo ojos para ti.

—Me alegro, Srta. Rogers —. Entraron en el auto —. Pero al menos podrías aclararme cuál de los dos, ¿no? No es que no confié en ti…

— ¡Sanders! —Rió —.Ya vámonos.

—De acuerdo.

Por lo menos pudo distraerse durante el recorrido hasta la empresa, donde separaron sus caminos. Se despidió de Helen y entró al enorme edificio. Cuando subió en el ascensor se encontró con Mason, el cual lo saludó con un respetuoso movimiento de cabeza. Por la mirada del hombre imagino que este debía saber lo que pasaba.

— ¿Lo sabes, verdad? —Fue directo, realmente no quería que se pudiera filtrar la información.

Quería proteger a su hija por encima de todo.

—No diré nada, Sr. Nichols. Yo haría lo mismo si estuviera en su lugar con mi pequeña Amanda. Por cierto, ya le dije a mi hija que no podía comentar sobre eso con nadie más.

Observó a Mason y en sus ojos solo vio sinceridad y comprensión en ellos. Le creyó, a pesar de que él no era de mucho creer.

—Gracias.

—No hay de qué, señor. Espero y todo pueda solucionarse a su favor.

Sanders asintió y también esperaba que así fuera.

Los siguientes días fueron un caos. Lorraine iba cada día a la mansión a pasar tiempo con la niña, y no podía prohibirlo ya que así lo dictaminó el juez en la primera cita. Trataba por todos los medios de no pasar palabras con ella, aunque de vez en cuando esta salía con provocaciones a las cuales después de la advertencia de su abogado y Helen, decidió tener sumo cuidado en no responder. Todo lo que diga podía ser usado en su contra.

Lo que realmente le preocupaba era su hija. La niña parecía adaptarse al hecho de que su madre haya aparecido. Cuando hablaba con ella sobre esto, Azahara le contestaba que Lorraine era linda y que la trataba bien cuando salían, también que le hablaba mucho sobre Francia, especialmente de Paris, la ciudad donde vivía. Esto lo preocupó más; tenía una leve sospecha de que Lorraine pretendía llevarse a la niña para allá, lo que él no estaba dispuesto a permitir en todo caso.




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