No todo el dinero lo compra ©

Capítulo 30

Helen no podía procesar el hecho de que una mujer mentirosa como Lorraine Fantin le haya arrebatado su hija a Sanders. Su propio corazón parecía haberse roto en pedacitos solo de pensar en su niña lejos de ella. Era la gran desventaja de amar incondicionalmente a niños ajenos. Viendo al hombre que amaba descompuesto y llorar por primera vez en todos los años que lo conocía, sacó fuerza de donde no había para darle fuerza.

—Sanders, levántate —. Verlo de rodillas era más de lo que podía soportar —. Por favor, Sanders—rogó con voz quebrada.

Él la miró fijamente a los ojos y al parecer leyó el mensaje que ella quería transmitirle:

No podía darse por vencido.

Asintió levemente a modo de agradecimiento y se levantó. Helen supo que él había vuelto. Decidido, miró al juez e iba a decir algo cuando una potente voz gritó:

— ¡La niña no puede irse con esa mujer, Sr. Juez!

Todos miraron a la recién llegada. Helen observó con asombro a la mujer que acaba de hablar. Llevaba ropa muy holgada y un foulard le cubría hasta la cabeza, eso, junto a las gafas de sol no dejaban ver su apariencia.

— ¿Quién es usted? —preguntó el juez.

—Esta mujer no puede obtener la custodia legal de la niña—. Volvió a repetir la mujer sin contestar a la pregunta.

— ¿Por qué? Tiene que darme una razón del por qué ha irrumpido en mi sala —. El juez no se veía contento.

—Porque es una farsante, ella no es la madre —aseguró esta.

—Esa es una grave acusación, señora, ¿en que se basa para hacerla?

—En que la verdadera madre de Azahara Nichols, soy yo —contestó.

En la sala se hizo un silencio absoluto. El juez miró a la mujer a quien había concedido la custodia de la niña.

— ¿Es cierto lo que dice esta señora, Sra. Fantin? —le preguntó.

—Eso no es verdad —negó Lorraine, pero se empezaba a notar nerviosa.

— ¿Señora…?

—Samantha Blair, Sr. Juez.

—Bien, Sra. Blair, supongo que tiene prueba de lo que dice.

—La tengo, sí. Y si no es suficiente, una prueba de ADN me dará la razón.

El juez observó a la recién llegada con seriedad antes de dirigirse a Lorraine Fantin.

—Si eso es verdad, Sra. Fantin, usted estaría enfrentando delitos graves —le advirtió con rudeza—. ¿Qué tiene que decir a esa acusación?

A Lorraine le cambió completamente el semblante a la vez que empezaba a retroceder.

—Eso...no es…—balbuceó a la vez que  miraba a todos lados antes de intentar correr hacia a la puerta.

Helen fue más rápida y con una increíble habilidad, le dio alcance agarrándola del cabello.

— ¡No vas a ningún lado! —Le dijo Helen, tironeándola.

Imaginar las posibilidades del motivo para qué quería a Azahara, le hizo tirarle del cabello con más fuerza cuando esta forcejeó para liberarse. No conocía a la extraña de nombre Samantha Blair que afirmaba ser la verdadera madre, pero el hecho de que Lorraine intentara escapar la inculpaba automáticamente.

— ¡Suéltame, salvaje! —chilló Lorraine—. Me haces daño.  

— ¡Exijo que arresten a Lorraine Fantin! —Habló Sanders, saliendo de su aturdimiento.

El juez dio la orden a un guardia que la retenga, este se acercó e instó a Helen para que la suelte, lo que ella hizo a regañadientes, no sin antes soltarla seguido de un empujón que hizo a Lorraine perder el equilibrio y caer al suelo toda desparramada. 

— ¡Exijo que arresten a esta mujer por agresión a mi persona! —despotricó Lorraine, levantándose —. Conozco mis derechos y no pueden arrestarme solo por las palabras de una extraña. Estoy segura que Sanders Nichols le pagó para que haga esto —. Intentó ir hasta el lado de su abogada, pero el guardia se lo impidió — ¡Suéltame, imbécil!

— ¿Y por eso intentaste huir? —Replicó Helen, furiosa — ¡Los inocentes no huyen, se defienden!

—Rivera, eres mi defensora. ¡Haz algo! —. Exigió Lorraine a su abogada.

— ¡Orden en la sala! —Pidió el juez seguido de varios martillazos.

—Tengo que aclarar desde ahora que no sabía nada de esto —dijo la abogada de Lorraine, limpiándose las manos.  

—Por su bien espero y así sea, y le aconsejo que le informe sus derechos a su defendida —advirtió a Rivera—. En cuanto a usted, Señora Fantin, hasta que no se aclarezca quien de ustedes dice la verdad, estará retenida debido a su reciente intento de huida que pone en duda su credibilidad.

— ¿Qué? ¡No puede hacer eso!  

—Sr. Nichols, tendrá que presentar una declaración para que la dejen retenida —dijo el juez ignorando de los gritos de Lorraine.

— ¿Puedo hacerlo yo también, Sr. Juez? —preguntó Helen.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.