No todo el dinero lo compra ©

Capítulo 3

Sanders se aseguró de ir solo para no llamar la atención. Puso a la niña cuidadosamente en el auto, enganchándola bien con el cinturón de seguridad, no quería que se pudiera hacer daño. Estaba seguro que ella estaría mejor con una familia que le diera todo lo él no podría darle. Después de terminar de amarrarle el cinturón la miró a los ojos, ojos del mismo tono de azul que los suyos y le dio una punzada en el corazón ¿y si era suya? ¿Estaba haciendo algo tan imperdonable como le hacía ver esa empleada engreída? La niña parecía tan indefensa, pero no lloraba, solo lo escrutaba con su inocente mirada azul.

—No me mires así buduquita, no serias feliz en mi mundo; créeme. Es por experiencia que te lo digo.  

Dio la vuelta al carro, se sentó delante del volante y le echo una ojeada por el retrovisor a la pequeña, quien se le veía muy seria mientras admiraba todo lo que la rodeaba. Sanders desvió la mirada y antes de seguir pensando en todo lo que le dijo Helen, arrancó el auto y se fue directo al orfanato.

Llegó a un reconocido orfanato llamado “ORFANATORIO AMINTHON”, sabía que allí iba a ser adoptada por una buena familia, él podía encargarse de eso. Desde el asiento del piloto envolvió bien a la niña en la manta para bajarse del auto. Cuando abrió la puerta algo llamó su atención por lo que se detuvo. Por el espejo retrovisor pudo ver reporteros escondidos. Juro por lo bajo, al parecer lo venían siguiendo. Al percatarse de la situación, pensó rápidamente en qué hacer, ya que si lo veían llevando un bebé a un orfanato, tendría muy serios problemas.

Actuando de lo más natural salió del auto, tomó a la pequeña en brazos y se acercó a la puerta para tocarla con suavidad. Una señora de algunos cincuenta años y de compleción robusta abrió la puerta. Llevaba una bata de dormir, lo que indicaba que se acababa de levantar. Miró con irritación el bulto que llevaba Sanders en brazos y frunció más el ceño, si era posible.  

— ¿Qué es lo que quiere señor?

Sanders se quedó evaluándola por un momento.

— ¿Podría hacerme un favor? —preguntó con total naturalidad.

— ¿Un favor dice usted? —repitió mirándolo de arriba abajo —¿Qué gano yo?

La señora se quedó viendo al bebé en brazos de Sanders.

—No me pedirá que reciba a ese bebé que lleva en brazos ¿verdad? Es extraño que los que abandonan a sus hijos lo hagan dando la cara.

—No, nada de eso. Lo que quiero es otra cosa.  

Los reporteros estaban atentos para ver lo que hacía Sanders con aquel bultito que suponían era un bebé, eso sería un jugoso reporte. Vieron que hablaba con calma y que la señora sonrió cuando se despidieron.

Inmediatamente se fue, los reporteros fueron a tocar la puerta y sin vacilar hicieron preguntas a la señora.

— ¿Qué quería el señor Nichols? —preguntó sin rodeos el cabecilla de los tres reporteros.

La señora con toda su calma observó a los tres.

—Disculpen, pero eso no es de su incumbencia. Las cosas que pasan aquí son confidenciales —dijo en tono cortante.  

Los tres reporteros se miraron entre sí y habló el que dirigía.

—No sé si sabe quién era ese personaje, pero no es nada bueno lo que se habla y se ha descubierto de él. Nos llamó la atención que llevara un bebé en brazos ¿Sabe usted si era suyo? ¿Qué hacia él aquí? No es solo cotilleo señora, es algo moral, piense en esa criatura. Estamos preocupados y queremos sacar a la luz cualquier acto indigno que haga el señor Nichols como lo ha venido haciendo hasta ahora.  

La señora se quedó en silencio mientras pasaba la mano por su barbilla pensativamente. El reportero prosiguió.

—Si lo que le preocupa es que sepa que usted nos dio información, no se detenga. Será de total confidencialidad nuestra fuente de información, pero es muy importante…

—Es increíble lo que pueden dañar a alguien con simples especulaciones —interrumpió la mujer muy indignada — ¡Pobre hombre! Con todo lo que ha tenido que pasar con la situación de su…Ya les dije que no puedo decirles, solo les diré que él ha sido víctima de una desalmada sin corazón.    

— ¿Y eso que tiene que ver con el bebé que llevaba en brazos? —inquirió el reportero con suspicacia.

La mujer miró a ambos lados mientras se acercaba al hombre para que solo él escuchase.

—Solo les diré esto… hace unos meses que se enteró que sería padre con una mujer desalmada, la cual se fue y cuando nació el bebé lo dejo aquí. Hacía tiempo estaba buscando a la criatura hasta que dio con nosotros… Oh, ya hable demasiado.  

—No, dijo lo suficiente. ¡Gracias! —dijo el reportero.   

—Oigan, no digan que yo les informe.  




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