No todo el dinero lo compra ©

Capítulo 4

Sanders entró en la empresa e inmediatamente dio la orden que se le informara si llegaba alguien de la prensa. Se dirigió a su oficina advirtiendo de no ser molestado, al menos que se trate de lo que él ordenó. Se sentó tranquilamente detrás de su escritorio mientras maquinaba lo que haría a continuación. Confiaba en que su plan daría resultados muy pronto. Estaba seguro de que tendría a la prensa pronto encima y que sería una buena oportunidad para limpiar su imagen pública.

Efectivamente, una hora más tarde estaban ahí los reporteros. Sanders se hizo esperar, no quería demostrar ninguna urgencia. Después de media hora se decidió a bajar, pasando por entre los reporteros como si no tuviera intención de hablar con ellos.

—Sr. Nichols, ¿es verdad que usted estaba buscando a su hija, y que la encontró en un orfanato después de varios meses de búsqueda? —preguntó unos de los reporteros interponiéndose en su camino.  

Sanders fingió no saber nada de lo que ocurría.  

— ¿Ustedes cómo se enteraron de eso? Eso es algo muy personal —dijo con una expresión de angustia.

— ¿Entonces es verdad?   

Sanders se paró con brusquedad y enfrentó al entrometido reportero. Lo reconoció, Marlon  Davins, su pesadilla personal. Era el mismo que lo siguió hasta el orfanato, así como también seguía cada uno de sus pasos desde el incidente del vagamundo. Tal parecía que Marlon quería darse a conocer a su costa.

—No quiero hablar de eso, y mucho menos aquí. Solo déjenme en paz, tengo cosas más importantes que hacer —. Dicho esto, Sanders se dio la vuelta para irse.

—Eso más importante ¿tendrá que ver con su hija, Sr. Nichols? —insistió Davins.

Sanders puso una expresión torturada.

—Por favor, solo… ¿Acaso es mucho pedir un poco de tacto por parte de ustedes? Es un tema muy delicado para mí —froto su entrecejo con desesperación —. Quiero que mi hija tenga un poco de tranquilad después de…  

Dejó la frase incompleta, sabía que eso incrementaría su curiosidad. Sanders observó a Marlon Davins, casi podía imaginar lo que pasaba por su cabeza; triunfo, él, el primer reportero que iba a mostrar el lado humano del robot de los negocios. Sanders sonrió mentalmente. Había aprendido mucho de manipulación a lo largo de los años, y ese reportero iba a ser un títere en sus manos. Y como muestra de que lo tenía donde quería, el reportero dijo las palabras claves que él quería escuchar.

—En ese caso, Sr. Nichols, tengo una idea... —Observó la mirada distraída de Sanders y continuó —podría usted dar una entrevista. Ya tengo varias propuestas, solo se necesita que usted elija donde y cuando quiere dar la exclusiva.  

Sanders frunció el ceño e hizo un gesto de duda. Quería que el reportero insistiera.

—Estoy seguro que muchos querrán saber la verdad sobre su situación actual —lo alentó Davins

Sanders dejó escapar un nada disimulado suspiro y finalmente asintió para luego retirarse.  

 

***

Helen había ido a comprar lo necesario para la niña acompañada de Tony, quien aparte de transportarla la ayudaba a llevar las compras. Como se saltaron la hora del almuerzo, el estómago de este protestó en alto, lo que provocó la risa de ambos.

—Creo que mi jefa habló, mi querida Helen.

—Sí, será mejor que hagamos caso a tu jefa.

Entraron en una cafetería después de dejar algunas de las compras en el coche. La cuna, un cochecito y una mecedora, se la llevarían en unas horas a la mansión. Estaban comiendo y charlando cuando algo llamó la atención de Helen. Se había hecho un silencio total en el lugar que hacía apenas unos minutos, estaba bullicioso. Miró hacia a la fuente del cambio en el ambiente; ahí, frente a ella una gran pantalla plana, donde mostraban el rostro de su jefe. Helen veía con la boca abierta el espectáculo del reportero y Sanders. Miró a Tony y dijo:

—Tal parece que nuestro jefe tiene otros talentos, además de una desorbitada capacidad a la hora de hacer negocios.

Se concentraron de nuevo en lo que decía Sanders. Vio su expresión torturada, la verdad era muy creíble su supuesto sufrimiento, parecía tan humano. Cuando terminó el breve reporte en vivo, Helen prestó atención a los comentarios de los clientes del lugar:

Ya estoy ansiosa de ver esa entrevista”.  

Ya decía yo que había un mal entendido, eso tal vez tenga que ver con el incidente”.

Pobrecito, parece que pasó algo muy serio para que Sanders Nichols tenga esa expresión su bello rostro”.

Helen miró a Tony con incredulidad total. Negó con un gesto de cabeza.

 —Vaya, a nuestro jefe deberían darle un Oscar al mejor actor, manipulador y cínico— susurró casi entre dientes, pero lo suficientemente alto para que Tony la escuchase.




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