No todo el dinero lo compra ©

Capítulo 11

— ¡Sorpresa! —gritaron todo al unísono.

Helen se quedó estática por unos segundos. No podía creer lo que estaba viendo. El aplauso de la niña la hizo reaccionar.

— ¿Qu-qué? ¿Pero que pasa aquí? —preguntó una muy sorprendida Helen.

—Esto es una fiesta sorpresa para la pequeña —contestó la Sra. Techy.

—Entiendo, ¿pero y yo por qué no lo sabía?

—Fue idea de la Sra. Techy, dijo que como trabajas tanto y siempre estas dispuesta a ayudarnos, sería lindo organizar todo y que tú solo disfrutes —respondió Isabel, emocionada.

—Y eso no es todo, Sanders dio el permiso para hacer esto y el dinero también ¿no es genial?

Helen observó la hermosa decoración de globos rosados con dibujos de coronas, y diversos adornos de cumpleaños. Pero lo que más llamó su atención fue el gran letrero de felicitación con el nombre de la niña y el de ella y también el enorme pastel de tres planta en forma de castillo que había en el centro. Sonrió al ver que la temática era sobre princesas.

—Entonces por esto era el alboroto de esta semana…estaban organizando esto —musitó Helen, feliz por la niña que tenía en brazos. Después de todo si tendría un día especial.

—Bien, querida. Ahora ve y cámbiate ese uniforme por una ropa más bonita y te unes, me encargaré de la niña —dijo la Sra. Techy.

 —No necesito cambiarme, esta fiesta es para la pequeña, no para mí.

—Oh no, te equivocas. La fiesta también va para a ti.

— ¿A mí por qué?

—El señor nos dijo que pronto será tu cumpleaños y como no quería distracciones, que si te íbamos a hacer algo, lo hagamos ahora —explicó Maura.

—Ya veo. He estado tan ocupada que ni cuenta me había dado de que Azahara y yo cumplíamos años en la misma semana a solo dos días de diferencia.

La Sra. Techy se acercó y tomó la niña en brazos.

— ¿Sabes, querida? Pienso que eres especial para el Sr. Nichols —dijo en voz baja, para que solo Helen escuche.

— ¿Especial? ¿Yo? ¡No lo creo!

—Él me hizo decirle a los demás empleados que la idea de celebrar tu cumpleaños era mía para que alguno no vaya a malinterpretar las cosas.

—Y eso no dice nada. Tal vez solo le pesaba la consciencia, lo que es bueno. Quiere decir que tiene —replicó.  

—No, querida, en serio creo que eres especial. Y esa pequeña también ha tenido una gran influencia en él, pero tú más. Ya que es por ti que él formo esa conexión con su pequeña.

—No, Techy. Él no tiene tal conexión, lo evita. Ni siquiera la ve muy a menudo. Estoy segura que le aterra querer a la niña.

—No sabes esto, pero he visto al Sr. Nichols en varias ocasiones, pasa a ver a la pequeña dormir y a veces se queda a jugar con ella después que tú te duermes.

— ¿Es eso cierto?

Cuando la Sra. Techy iba a contestar, interrumpió Isabel.

—No pueden hacernos trabajar así y no dejar disfrutar a esta preciosa cumpleañera —dijo, abriéndole los brazos a Azahara, quien se fue de inmediato. Cuando Isabel se alejó, la Sra. Techy continuó.

—Es cierto, yo misma lo he visto. Lo hace después que termina de trabajar en su estudio.

—Entonces… él si la quiere —dijo asombrada, más para sí.

Helen sintió que su corazón palpitar con fuerza mientras una emoción se apoderaba de su cuerpo.

Felicidad en estado puro. Había esperanza.

La Sra. Techy la miraba de forma extraña por lo que preguntó:

— ¿Pasa algo?

—No, querida. Ahora, vamos. Disfruta la fiesta.

 

Se unieron a los demás para cantarle feliz cumpleaños a la pequeña. Mientras cantaban, Helen vio a Sanders en una esquina y lentamente logró escabullirse para acercarse a él.

—Me gustaría saber por qué el anfitrión de la fiesta no está participando —dijo, parándose al lado de él.

—Yo no tuve mucho que ver con esto.

— ¿En serio? —preguntó, burlona.

—Solo di el permiso…y también el dinero —replicó, inquieto.

—Y, ¿piensa quedarse ahí parado?

—En realidad solo vine a ver si mi inversión valió la pena —se excusó. —  Y ya que vi todo, no tengo nada que hacer aquí.

Helen sonrió.

— ¿Qué dice? Por supuesto que sí, es la fiesta de su hija.

—Imaginé que dirías eso. Por eso no quería que me vieras.

—Entonces, debió ocultarse mejor y ahora ya es tarde. ¡Vamos!

Helen tomo de la mano a Sanders y prácticamente lo arrastro al centro de la fiesta.

Empezó la fiesta y la pequeña no paraba de reír y disfrutar de la atención. Recibió muchos regalos, tanto de los empleados como de Sanders. Helen por otro lado, se sintió tímida cuando le hicieron algunos obsequios y le dieron un agradecimiento por su apoyo y ayuda.




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