DE MARK
Me encontraba en un pasillo largo, junto a una gran maceta. Levanté la mano con inseguridad y toqué sus hojas. Todo bien. Parecían las de siempre, como en casa. Reinaba el silencio. Me di la vuelta y vi mi apartamento. La abertura seguía allí. ¿Volver, antes de que sea tarde? ¿A dónde vas, Mark?
El pasillo estaba iluminado por una gran ventana al fondo. Caminé hacia ella y miré afuera. Había un jardín verde. Estaba en el segundo piso de una casa. A través de los árboles no se distinguía mucho, pero todo parecía familiar. Todo como siempre. La ventana era de PVC. La abrí y agucé el oído.
Soplaba el viento, cantaban los pájaros. Ningún otro sonido. Ni autos, ni voces humanas. O estoy lejos de la ciudad, o… Cierro la ventana y sigo caminando por el pasillo. Hay una habitación. Todo parece normal: una cama, un armario. Parece que nadie ha estado aquí desde hace tiempo. Hay polvo sobre los muebles.
Abro el armario y hago una mueca por el conocido y desagradable sonido de crriiic. ¿Qué hay aquí? Ropa. De mujer. Presiono el interruptor y la lámpara del techo se enciende obedientemente. Todo bien, hay electricidad.
Salgo de la habitación y continúo por el pasillo. Hay varias habitaciones más. La casa es amplia. Encuentro una escalera que baja y la bajo lentamente. En el primer piso me recibe una enorme sala con chimenea.
Sonrío sin querer: todo el mundo sueña con una casa así. Todo está hecho con materiales costosos, de madera. Me siento en el sofá y respiro profundamente. ¿Y ahora qué? Seguramente pronto llegarán los dueños de la casa y se sorprenderán un poco al ver a un tipo mugriento sentado en su sala.
Pero espera: no van a venir. Es evidente que nadie vive aquí desde hace tiempo. ¿Entonces ahora yo tengo que vivir aquí? Hmm… igual hay que comer algo.
Encuentro la cocina, pero el refrigerador está vacío y apagado. Regreso a la sala y miro por la ventana. Se ve una cerca y un camino asfaltado. Parece que hay otra casa al fondo. Tendré que ir a ver. Pero primero debo buscar ropa de hombre. No me vendría mal, al menos, unos zapatos…
Y de pronto me quedo inmóvil. El corazón empieza a latirme con fuerza. En una repisa del armario veo una fotografía enmarcada. Está lejos, pero me parece que ya reconozco la imagen. Todo se oscurece por un momento, pero avanzo. Con cada paso me cuesta más mantenerme en pie.
Finalmente tomo la foto en la mano y por un momento no puedo respirar.
Ágata. En la foto está Ágata.
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Editado: 08.08.2025