Noah

Capítulo 2

Desde entonces no he podido olvidar ese beso, se repite una y otra vez en mi mente como un disco rayado, la forma como tomo mi cintura y sus palabras, de tan solo pensarlo me pongo roja. Y lo sé,  sé que lo que debo hacer es olvidarlo, sacarlo de mi cabeza y eso intento, juro que lo intentó, pero ¿Cómo lo hago cuando él va y hace esto? Pero en fin, basta con todo eso, estoy decidida a sacarlo de mi cabeza y eso haré, aunque cueste, después de todo desde ese día no lo volví a ver, tampoco he vuelto a ver al chico que he titulado como: «el chico sin nombre » lo sé, muy original, pero ya que nunca me dijo el de él, no tengo de otra, aún así no creo que lo vuelva a ver.

Bueno, ya se habían acabado las vacaciones de verano y había llegado el tan amargo primer día de clases y mi segundo año en la preparatoria. La verdad ya estoy acostumbrada a estar sola a estar sola, así que ya no me afectaba tanto, lo que me molestaba era volver a ver de cara a la verdad y darme cuenta de que él seguía de novio con ella, y sobre todo verle la cara, eso me molestaba.

Tomo mi mochila rellena de libros y bajo las escaleras, encontrando a mi hermana allí desayunado, me acerco y la saludo para luego tomar el almuerzo que mamá preparo para mi y una manzana, para mi desayuno y me voy. Claro es temprano, pero no quiero encontrarme con él, prefiero adelantarme. Más como la suerte nunca está de mi lado, porque al salir lo encuentro frente a mi casa atando las agujetas de sus zapatos. Me apresuró en ir por el jardín para evitarlo, pero fue lo peor pude hacer, porque él iba caminando justo detrás de mi, podía oír sus pasos casi pisando mis talones, lo que me ponía muy nerviosa.

Al llegar a la parada del autobús, seguí de largo caminando, prefería mil veces llegar tarde a ir con él en el mismo autobús, al parecer entendió el mensaje, porque dejó de seguir. Pero ahora veo las consecuencias de haberlo hecho, pues aunque caminé muy rápido, no llegaré a tiempo y aquí es cundo empiezo a correr con todas mis fuerzas (vaya primer día).

Al llegar al Instituto estaba totalmente exhausta y sin ganas de caminar un paso más, pero vale la pena cuando al llegar escuchó el timbre de entrada. Es un alivio el no haber llegado tarde. Me dirijo hacia la puerta cuando un grito me detiene.

—     ¡¡Cuidado!! — escucho gritar alguien.

Volteó hacia donde lo escuché y veo como en cámara lenta una bola de béisbol venir hacia mi por lo cual me quedo totalmente helada, entonces veo una mano interponerse en la trayectoria de la bola evitando que me golpe, por lo cual parpadeo un par de veces para volver en si y ver quién me a rescatado de quedar desfigurada, entonces lo veo.

—     ¡¡Será mejor que tengan más cuidado la próxima vez!! — dijo regañando a los chicos con enojo, lo cuales se disculparon al instante. — ¿Y tú porque no ves por donde caminas? — dijo hacia mi, intentando abrir las puertas, pero cuando lo intentó se pudo ver la mueca de dolor en su rostro.

—     ¿Estas bien? — preguntó preocupada, todo esto era por mi culpa después de todo.

—     ¿No debería preguntarte eso yo? — abre la puerta con su otra mano pasando de mi.

—     Escucha, — lo sigo. — no se tu nombre o el porqué de tu mal humor, pero me ayudaste y ahora por mi culpa estas herido, sólo quiero ayudarte. — insisto.

—     Olvídalo, sólo tómalo como una compensación por tu nariz. — sigue caminando.

¿Pero que rayos le pasa? Lo alcanzó y me colocó frente a él.

—     Mira, así están las cosas, quiero ayudarte y vas a dejar que te ayude o los dos nos quedamos fuera de clases todo el día, porque te juro que no voy a dejar de insistir. — digo firme.

Él sólo sube la cabeza mirando hacia el techo y cierra los ojos con fuerza para luego suspirar con cansancio.

—     Esta bien, pero que sea rápido. — se rinde.

No entiendo ¿por qué tiene esa aptitud conmigo? No le hice nada.

—     A ver dame tu mano. — le pido.

Tomo tu mano y hace una mueca de dolor y su mano de esta inflamando, por lo que deduzco que es algo serio.

—     Ven, te llevaré a la enfermería, alguien debe revisarte esa mano. — digo para que comience a caminar y este lo hace sin poner oposición.

Íbamos caminado sin decir absolutamente nada, ya que no sabía que decir y creo que él tampoco, o eso creí.

—     Y… ¿a tu novio no le molesta que vayas de la mano con otro chico? — dijo intentando parecer natural, viendo hacia nuestras manos aún unidas.

Enseguida separo nuestras manos. No me había dado cuando que aún sostenía su mano, pero que vergüenza. — me doy un golpe mental por no darme cuenta antes de esto. — espera… ¿Él dijo novio?

—     Rebobina ¿Novio? ¿de qué hablas? — lo miro con confusión.

—     Bueno, pues él chico con el que te abrazaste cuando nos conocimos. — dice obvio.

—     ¡Oh! Hablas de Oliver, él no es mi novio. — ¿De dónde había sacado esas ideas?

—     Claro y todos los amigos de tratan así. — rodó los ojos sin creerme.

—     Tampoco somos amigos, lo fuimos, pero ya no más. — explico. — Y lo de ese día fue… — bajo la  mirada sin saber que decir. — La verdad yo tampoco se que fue lo que pasó ese día. — digo honesta

—     ¿Y por qué ya no son amigos? — pregunta con curiosidad.

—     Bueno… eso es una larga historia. — digo algo triste.

—     Creo que tengo tiempo. — me dedica una sonrisa.

—     Yo no lo creo. — lo miro con media sonrisa.

—     ¿Por qué? — pregunta sin entender.

—     Ya llegamos. — le señaló con la cabeza la puerta de la enfermería a su espalda. — Nos vemos luego. — digo en forma de despedida, para luego irme al aula.

Al llegar a mi aula entro, siendo recibida por las miradas asesinas de la maestra.

—     Llega tarde señorita Migara. — me mira disgustada.

—     Lo siento maestra, es sólo que un chico tuvo un accidente y lo tuve que levar a la enfermería. — explico.

—     Ok, que tal si la heroína se sienta y me deja seguir con mi clase. — dice con ironía.



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En el texto hay: amor, escuela, juvend

Editado: 20.02.2023

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