Noah

Capítulo 8

Lo miro sin saber que decir exactamente ¿estaba confesando que había planeado todo esto? Enseguida un sabor amargo se instaló en la boca mi estómago y tuve un nudo en la garganta. Pero tal vez lo estaba mal interpretando, o tal vez eso quería creer, por lo que fingí no saber de qué hablaba, definitivamente debía asegurarme de esto.

— No voy a culparte por tener un amigo odioso, todo huésped tiene algún parasito en su vida, no es culpa del huésped. – digo con gracia y me encojo de hombros restándole importancia.

— Gracias, pero la verdad la culpa es mía, yo le conté del beso entre ustedes aquella vez. — dice culpable. — no es su culpa, sólo pensó que te burlabas de mi, ya sabes... Y quiso vengarse de ustedes.

Lo miro atónita, por eso Rubén decía que no había diferencia ¿Por qué estas cosas me pasan a mí? Suspiro, él estaba enojado y solo se desahogaba con su amigo, después de todo la historia entre los chicos y yo ya estaba rota, pero por la culpa de esto Oliver salió lastimado, aunque debo admitir que, si se lo merecía, aunque sea solo un poquito. Le dedico una sonrisa, me alivia saber que en el fondo yo tenía razón y él no fuera capaz de un plan tan siniestro como planear quitarle la novia a Oliver y dejarlo mal herido, aún así su amigo no tenía que haberle echado la culpa ¿Qué clase de amigo era?

— No te preocupes después de todo no es tu culpa, no estoy enojada, en serio. – le aseguro.

— ¿Estás segura? — me mira asombrado.

— Muy segura. Pero no quiero tener tratos con tus amigos. — le digo seria ¿Qué clase de amigo hace algo y le echa la culpa de ello a su amigo?

— Ya no lo somos. — me mira con una sonrisa triste.

— ¿Y eso? — preguntó casi inconscientemente.

— Estaría más motivado a contarte si me acompañas a donde quiero llevarte. – me dedica media sonrisa.

— Estaría más motivada a ir si me dices que paso. – insisto.

— Sube ya tonta. — dice gracioso con un tono de exigencia.

— ¿Oye a quién le dices tonta? — me cruzo de brazos y also y una ceja, para mostrar una postura seria aún sin borrar la sonrisa de mi rostro.

— A ti ¿no se nota? – ríe y le doy con mi puño.

— Además, ¿desde cuando tienes moto? — reflejo la duda que tuve desde que lo vi.

— Es que hay mucho de mí que no sabes – dice con suficiencia pasándome el casco.

— Estoy ansiosa por descubrirlo. – le dedico media sonrisa.

Me coloco el casco y me subo a la moto, para luego agarrarle por el abdomen y pegarme a él, más me separo enseguida.

— ¿Qué pasa? – pregunta confundido.

— ¿No sentiste eso? – pregunto algo asustada.

— ¿De qué hablas? — estira su cuello para verme.

— Sentí como si me pasara corriente por todo el cuerpo. – lo veo alarmada, pero el solo sonríe. – te parece gracioso?

— No, para nada, la moto debe tener algún cable suelto, la mandare a revisar. — dice tratando de parecer serio, más podía ver su sonrisa aún con el casco.

— Oh, de acuerdo. – y con eso me vuelvo a sujetar de él.

Conduce por un largo rato hasta que se detiene en un parque totalmente desierto.

— ¿Qué hacemos aquí Noah? – pregunto con confusión.

— Tu solo sígueme. – toma mi mano y comienza a caminar.

No sé porque esto solo me recuerda la escena de una película de terror donde te matan cuando bajas la guardia. Pero aun no muy segura de esto lo sigo, después de todo era Noah y aunque lo conocía solo hace un mes, confiaba en él.

Caminamos hacia un bosque hasta adentrarnos en el mismo, pero él seguía caminando ¿A dónde íbamos exactamente? En todo el trascurso ibas pasando tantos árboles que juro que ya no sabía cuál era el camino de regreso, solo esperaba que él lo supiera, además estaba oscureciendo, por lo cual esto me estaba poniendo muy nerviosa ¿Por qué rayos nunca paraba de caminar? ¿Cómo podía estar esto tan lejos?

Entonces se detuvo, estábamos en un río de agua cristalina que reflejaba todos los colores del atardecer acompañado del canto de los ruiseñores que hacían eco en el inmenso busque.

— Es hermoso. – admito embelesada – pero ¿Por qué me trajiste aquí? – volteo a mirarlo.

— Aquí fue donde mi abuelo le pidió matrimonio a mi abuela a la luz del atardecer, igual mi padre a mi madre. – dice sin mirarme. – me jure que si encontraba a una chica que lo mereciera la traería, y quien sabe, tal vez un día…

Lo miro sin saber que decir y mi corazón se acelera al instante.

— ¿Yo soy esa chica? – se me escapa.

Él me mira de reojo.

— No, para nada ¿Cómo vas a creer que eres tú? Solo eres a la única que tengo para mostrárselo, pero definitivamente traeré a mi chica especial algún día. — dice mientras nervioso rasca su nuca.

Le sonrió ¿Por qué de pronto está nervioso? Si es el quien la mayoría del tiempo me deja sin palabras ¿Por qué no es directo como siempre?

— Definitivamente me casaría con una persona que hiciera esto por mí. — miró hacia el frente también.

— ¿De verdad? – baja la mirada, y su voz es algo triste.

— Claro, sobre todo si ese chico es mi clon. – le sonrió.

— Y tiene un carácter anormal, pero lindo. – me mira de reojo.

— Creo que sería afortunada. – lo miro de reojo también.

Al salir de allí son las 7:00 pm, por lo cual se nos hace un poco difícil salir por causa de la oscuridad, pero él es un excelente guía, así que salimos rápidamente y llegamos a la moto.

— ¿Me dirás que pasó con Rubén? — le preguntó curiosa.

— Tuvimos una discrepancia de pensamientos. — dijo sin mirarme siquiera, podía ver por su rostro que esto le afectaba.

— Y esa discrepancia tiene mi nombre ¿cierto? — busco su mirada.

— Comprenderás que no estoy muy de acuerdo con lo que hizo. — dijo serio.

— Creo que sólo te tiene mucho aprecio, pero va mal direccionado. — trato de comprenderlo.

— No, lo que hizo esta mal y lo sabes. — me corta. — Además lo que dijo...

Se a que se refería, se refería al hecho de que Rubén me hubiera comparado con la Z de la escuela.



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En el texto hay: amor, escuela, juvend

Editado: 20.02.2023

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