. UniversoAren presenta:
Casi anochecía en Albani como todos los días, pero este en especial era diferente para todos y eso se debía porque el príncipe negro daría la noticia sobre quién sería la próxima reina. Ya en la noche los pueblerinos observaron un ferris desembarcar en las costas del Albani e instintivamente iban corriendo a ver a aquellos hombres y mujeres que vestían grandes trajes elegantes, ir al castillo donde pronto daría inicio el gran baile.
Bianca observaba desde la ventana a aquella embarcación y tuvo esperanzas; era su momento de partir, su gran oportunidad para salir de la isla había llegado y no pretendía desperdiciarla. Pero está noche tendría su último y único baile en Albani, Amanda estaba preparada luciendo hermosa en un vestido rosa al igual que los chicos que parecían sacados de una película con esos trajes.
Ella se observó en el espejo mediante una vela que daba la luz necesaria y tuvo que pensar si en verdad quería ir vestida de esa forma al baile. Tal vez, pensó, estaba vestida muy elegante para un simple baile en un castillo... Sí, en realidad, si lo decíamos así era obvio que parecía ir bien vestida, pero Bianca a pesar que le gustaba llamar la atención, por esta vez quizás quería pasar desapercibida.
—Amanda... —llamó a la muchacha que en seguida estaba pasando a su habitación—. ¿Crees que voy bien al baile? Yo...
Amanda tenía las cejas arriba con expresión de sorpresa.
—Por Albani... —rio conmocionada—. Oh, pero que hermosa te encuentras. ¡Bianca estás... perfecta!
Puso una de sus manos sobre su boca haciendo del momento un poco más dramático.
Bianca llevaba un vestido color salmón, que se ceñía perfectamente en su torso ajustándo y realzando sus senos por medio del escote. La espalda descubierta demostraba su esbelta figura, mientras que la elegancia del vestido descendía desde su cintura en cada corte de cascada, ocupando gran espacio de la habitación. Su peinado iba acorde a la majestuosidad de su aspecto; un moño sujetado con horquillas para dar volumen y así finalizar con una máscara que Bianca sostenía en su mano.
Bianca tomó las palabras de elogio por parte de Amanda y juntas se encaminaron a la primera planta donde los chicos aguardaban a la espera de ellas mientras terminaban en lo suyo. Cuando los chicos las observaron quedaron boquiabiertos, Amanda y Bianca lucían hermosas. Franchesco miró por un instante a Bianca y tuvo pesar por no ser el indicado para ella. Daba igual que tan hermosa se encontraba si sus almas eran opuestas.
—Ustedes... —dijo Franchesco sin palabras—. Te estaré vigilando hermanita...
Gustavo llevaba mucho rato mirando a la hermana de Franchesco, tanto que él se dio cuenta y con un codazo en su brazo hizo que Gustavo saliera de lo que fueran sus pensamientos en ese momento.
—Lo siento... —estaban rojas sus mejillas—. Está noche ustedes se llevarán todas las miradas. Bueno, Bianca no dejará para nadie.
Con esa broma después de reír fueron a la salida de la casa donde un carruaje esperaba por ellos. Franchesco había dicho que lo alquilaría para no ir a pie al castillo, de hecho era imposible llegar temprano si así fuera. La comida los empleados del castillo la habían llevado por la tarde, ahora solo quedaba disfrutar de la celebración.
Duraron máximo diez minutos ayudando a Bianca adentrarse al carruaje ya que su vestido era demaciado enorme. Una vez todos en el carruaje, un asiento exclusivo para la turista porque lo ameritaba, salieron en marcha a su destino: El castillo del príncipe negro.
—Me siento como en una de esas películas de época —dijo Blanca en el carruaje, podía observar desde la ventana los faroles antiguos que daban la poca luz al pueblo y sus calles—. ¡Es encantador! Necesito mi celular para guardar este momento...
—Ya pronto volverás a tu tecnología —mencionó Amanda—. No te olvides de nosotros, querida.
—Sí, no te olvides que casi el príncipe negro te mata.
—¡Gustavo! —lo reprendió Franchesco.
—¡Bien, era broma! —terminó levantando sus manos en señal de rendición.
De pronto todo se iluminó dentro del carruaje, era el momento que tanto habían estado esperando, estaban llegando al inmensurable castillo. Un espléndido jardín con árboles de pino en fila les dio la bienvenida, iluminado por faroles haciendo de este una vista única está noche oscura. Carruajes avanzaban uno detrás de otro. Cuando llegó el momento de tocar tierra, otros diez minutos para que Bianca bajara completamente y pudo observar lo que sus ojos imaginaron sin parar durante los últimos días. Aquello que veía no tenía comparación de hermoso, era como en los cuentos, un sueño hecho realidad.
Con guantes de tela del mismo color del vestido sobre sus manos estiró su la tela de este y sonrió a los chicos que la miraban radiante, ahora que había mucha luz a su alrededor. Bellas damas que bajaban de otros carruajes miraban a Bianca curiosas, aleguas se notaba que no era de pueblo. Llevaba con ella un aire glamuroso como Marilyn Monroe, sus aretes de aros, su labial rojo y sus cejas pobladas... Y esto último para terminar de resaltar lo hermosa que estaba está noche, porque ninguna descripción le haría justicia.
Ella iba en medio de todos, robando como siempre las miradas de soslayo de hombres y mujeres, ella era como un imán que atraía, su belleza era un enigma, un sueño, el deseo de cualquiera. Porque habían muchas mujeres hermosas, pero ella se movía y miraba, sonreía y hablaba, miraba y callaba de una forma auténtica. Bianca Visconti sabía que su poder era la hermosura que presentaba en ella, la elegancia y la gracia que poseía cuando ella quisiera, era una habilidad de doble filo que usaba para lograr su cometido, muchas veces había logrado salirse con la suya, pero, ¿está sería igual?
—Oh, così bello.
—Come te.