Nobleza Negra

16: Blank Space

Leonardo dejó de tocarla y ella abrió sus ojos con reclamo. Él sostuvo su mirada impasible, no había nadie más en la isla, el yate apenas ellos habían desembarcado, se tuvo que marchar por orden del mismo rey.

Con su mano, Leonardo, apartó una hebra del cabello rubio de Bianca, que caía por encima de su frente, para así ver mejor, sus preciosos ojos. 

—Me atrevería a decir que eres tan hermosa como está isla, única en tu clase Bianca Visconti. 

—Todos me dicen que soy hermosa, ¿qué podrías decirme tú qué sea diferente al resto? 

Él, dejó ver, su perfecta dentadura en una sonrisa. Su dedo deslizó las mejillas de Bianca, mientras sus ojos miraban los de ella, nerviosos.

—Ese es problema, Bianca... —agregó, dejando quieto su dedo sobre los labios de esta mujer—, que nada te justifica. Yo no creo que haya algo en este mundo, que justifique tu belleza, tal vez tendríamos que crear nuevos adjetivos para describir tu hermosura. 

Ella se sonrojó.

—Mírate, tu piel de porcelana se torna rojiza, tus ojos y pestañas se mueven con gracia, tu cabello brilla con intensidad, cuando estás en el sol, ¿existe una mujer más perfecta, a la tengo ante mis ojos? Eres digna, Bianca, ante cualquiera, eres ideal. 

Ella sonrió, emocionada lo hizo.

Y dijo:

—Tú no te quedas atrás, Leonardo, existen millones de hombres y entre esos, he conocido a muchos. Ellos han sido tan hermosos, pero a ninguno he visto que se iguale a ti. Tú eres como una criatura perdida, de un linaje escondido, perfecto, único. Tú manera de hablar, de mirar, caminar, e incluso, sonreír, te hacen maravilloso ante mis ojos. Y esos ojos que tienes... ah, Leonardo, me sumerjo en ellos como lo haría en este mar a nuestro lado.

Ambos rieron.

—¿A dónde me estás llevando, Bianca Visconti? Tú me has hecho recitar cada pensamiento que he estado reprimiendo, no puedo seguir ocultando lo que siento, lo que fervientemente deseo.

—¿Y que deseas, Leonardo? ¿Cuáles son los deseos que un rey, cómo tú necesitan ver cumplidos?

—El caso es que mis deseos, por primera vez no han sido cumplidos como yo esperaba, he tenido que aguantar muchas cosas, pero ahora comprendo algo: Puedo comprender que cada minuto, ha valido la pena. Sí, porque ahora puedo ver con claridad lo que mis deseos anhelan.

—Y... ¿me vas a contar cuáles son esos deseos? ¿Qué es lo que ahora miras con claridad? 

—A ti... Mis deseos son verte conmigo, tenerte en mis brazos, borrar de tus labios las huellas que otros han dejado, que amanezca y pueda verte en mi cama desnuda, que tus voz solo grite mi nombre por placer y no por enojo. 

—¿Te cuento algo loco? —ambos no paraban de sonreír, estaban muy cerca, sus frentes a solo centímetros y sus labios apunto de conocerse.

Su cabeza asintió, sin dejar de mirar esos verdes ojos con destellos de un azul casi invisible.

—Todas las mañanas despierto pensando en un ogro... ¿puedes creerlo? 

Ya caímos, hemos perdido la batalla: Lo que pase de ahora en adelante no le echen la culpa a la voz de este cuento romántico. 

Se escuchó la risa de Leonardo, ahora sus brazos abrazaban el cuerpo de ella, sus frentes ya estaban juntas y sus ojos habían hecho esa conexión que era imposible desconectar. 

—¿Un ogro? No me digas, ¿es un ogro muy bonito? 

Ella estaba rojiza, su corazón latía fuertemente como tamboras. 

¿Cómo es que habían llegado a esto?

—Es lindo, sí. Pero ha pasado algo mágico... —hizo una expresión que dejó a Leonardo descolocado. 

—¿En serio? Cuéntame...

—Se ha convertido en un príncipe... 

Ahora Bianca abrazó con sus manos a esos fuertes hombros, sus respiraciones se escuchaban más veloces que nunca. 

—Debió ser muy mágico... —ella asintió—. Yo también he visto algo increíble. 

—¿Sí? 

—Así es, he tenido una visión.

—¡Cuéntame! ¡Cuéntame! —Leonardo jamás se imaginó que su reina tendría la complejidad de una niña.

—He visto como la princesa de mis sueños, se convertía en reina. 

—¿De Albani?

—Sí, pero no solo de eso —negó con la cabeza y ella frunció el ceño entre confundida y divertida—. También se adueñó de todo mi ser... Se adueñó de Leonardo. Y él no pudo seguirse negando a esa idea. 

Y entonces, pasó algo, que Bianca jamás se imaginó. 

Dos horas antes:

Johan, antes que Leonardo se fuera del castillo le pasó un estuche. 

—¿Qué es?

—Leonardo, esto era del rey Lein. Un anillo.

—¿Qué voy a hacer con un anillo en el yate? Y no sabía que teníamos está reliquia... 

Era un anillo precioso, con un diamante rojo en medio, pero no era tanto que fuera precioso, sino de quien provenía 

—Antes que Lein, nos salvará, le dio este anillo a la reina Sofia, ella era inglesa, el amor de aquel antiguo rey. Dicen que este anillo, fue el último regalo de él, hacia a la reina antes de morir. Su piedra  cayó alguna vez de un meteorito, es una leyenda, seguro la crearon para generar más atracción, pero su significado es muy hermoso, porque la reina una vez dijo, que el diamante le habló con voz de de su rey, y le dijo que su amor quedaría grabado en la piedra por siempre. Este anillo hoy, significa el verdadero amor que una persona pueda sentir por otro. El amor del linaje real. Por eso ninguno de los últimos reyes, nunca, lo han compartido con su reina, eso se debe a que ninguno ha estado seguro de compartirlo...

—No han estado seguro de que en verdad, aman —terminó Leonardo, la frase.

—Así es. Si algún día estás seguro, dáselo a la mujer que sientas que amas. O que posiblemente estés comenzando a querer más allá de lo natural.

Presente:

Leonardo comprendió, por qué Johan le había dado el anillo: Él sabía que este momento llegaría, que al fin después de estos meses de huir de Bianca, pensando, que sin pasar tiempo con ella, todo se calmaría, que lo que sentía era pasajero, se iría, pero no fue así. 




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