Nobleza Negra

26: La última noche de calabazas

Cada paso de Bianca hasta la puerta era imponente y las personas al verla se maravillaban impactadas no solo por su belleza, que era algo resaltante, también lo hacían por ese aire tan fresco y limpio que transmitía.

Antes de cruzar la gran puerta dio la vuelta hacia hacia el público, para que la vieran y nunca en sus vidas se olvidaran de su rostro. 

Deseando que todos esos que nunca creyeron en ella, e incluso que no la ayudaron, la vieran ahí, imponente, y se retorcieran de la envidia.

Cientos de guardias y civiles se inclinaron ante ella, esto era historia para toda la nación, porque ante nadie, todavía en ese momento, ninguna multitud se había inclinado. 

Pero ella con su sola presencia que dejaba a todos sin habla lograba sacar aquella admiración en las personas. 

—¡Al frente soldados y marchen con honor a la nación! 

Ellos se pusieron rectos con la mano derecha sobre su pecho y dijeron en alta voz:

—¡Lo que ordene mi reina será, con orgullo marcharé a hasta la estrella siguiente! 

Cabe destacar que los guardias que seguían este protocolo eran solo los de blanco, que eran de la isla y conocían esto como Bianca que había sido entrenada para un día así.

Fue de gran emoción para ella saber que todavía recordaban este protocolo. 

La guardia comenzó una marcha bastante agradable para todos como lo fue para la reina que los observaba maravillada y las cámaras captaban todo esto.

En el momento de entrar al palacio sin ella pedirlo, la guardia que la amaba desde que llegó a Albani y demostrar ser la candidata perfecta, se acercó ordenadamente hasta sus pies y dijeron:

—La espera ha valido la pena mi señora, la esperamos yo y mis guardias en las costas de su isla que la espera con anhelo desde el día en que partió.

Hicieron una reverencia abriendo sus manos y al final mirándola con orgullo de ser sus súbditos. 

Bianca quería llorar, pero eso no era digno de alguien como ella, esos sentimientos de afecto no podían demostrase en público. Más como ella era noble de corazón, asintió con su cabeza y una sonrisa llena de sinceridad que causó cientos de aplausos por los civiles.

—El anhelo es mutuo mis soldados. 

Angelo la ayudó a cruzar la puerta y todo detrás de volvió un caos por ella. Los civiles preguntado a todo dar sobre quién era ella y su nombre. 

Bianca admiró la belleza del palacio que era digna de la nobleza y, no pudo evitar respirar la historia que allí se contaba. 

—Ha llegado el momento mi señora, todos están en el salón y Leonardo también. 

Bianca rio nerviosa. 

—¿Crees que me eche? 

Angelo con una sonrisa, dijo:

—No va a pasar a eso —aseguró—. Lo que sí te diré es que él no es la misma persona que antes conociste. Ahora es más soberbio y arrogante. No esperes mucho de él.

Bianca asintió sin poder creer el cambio tan duro de Leonardo. 

—Solo por esta noche, Angelo. Mis días aquí en Italia acabaron...

—¿Piensa en irse lejos?

—Así es, me iré con mis hijos. 

—El príncipe Lein no sabe sobre su padre, ¿piensa decírselo?

—Mi hijo está bien sin su padre. ¿Crees que a ese hombre le guste la idea de un hijo? Lo dudo...

—Con Leonardo nunca se sabe, Bianca. Así que no des todo por hecho. Muchas cosas pueden pasar esta noche y es mejor que pases a ese salón con la mente abierta a muchas posibilidades.

—¿Qué crees tú que me espere allí dentro?

—No lo sé, es incierto. Solo te aconsejo que no te dejes gobernar por ese nido de víboras que se encuentra allí. Muchas personas dentro son criminales y otros inocentes, debes aprender a diferenciar. 

—¿Inocentes?

—Bueno, tal vez exageré porque claramente aquí no hay inocentes, pero ya me entenderás... 

Bianca comprendió y con una sonrisa le hizo saber que estaba lista para pasar.

Los guardias al verla llegar a las puertas del salón hicieron una reverencia entre maravillados de verla y sorprendidos.

—¿Cómo quiere que la presentemos?

—Como la reina, claro —dijo Angelo—. La reina Bianca Bonaccorsi.

Bianca lo miró con el ceño fruncido.

—¿Bonaccorsi?

El hombre suspiró.

—No debiste firmar papeles sin leer los documentos cuando estabas en el castillo... ¿Crees que ese hombre te iba a dejar ir así de fácil?

Bianca entre sorprendida y enojada dijo:

—Igual al final lo hizo...

Angelo asintió con pena.

Vaya, estaba casada y ni sabía... Menos mal y no adulteró.

Un hombre moreno se paró frente a las puertas y todos los presentes lo miraron esperando a que diera algún comunicado. Incluído Leonardo que estaba al lado de unos generales, uniformado con corona de oro sobre su frente.

El moreno se veía alegre de ser él quien daría este a anuncio, por eso llamó la atención de todos:

—¡Con mi más grande honor y orgullo anuncio la llegada de la soberana de toda esta nación, La Reina Bianca Bonaccorsi!

Leonardo quedó impactado con aquel nombre y más aún cuando se abrieron las puertas y descendió una mujer rubia con vestido y la más hermosa que sus ojos alguna vez vieron y dejaron de hacerlo hasta este momento.

Ella con su mentón en alto cruzó las puertas y el hombre estaba enmudecido. Las personas que la conocían no podían creer que la reina estaba presente y sus expresiones decían lo que todos pensaban: Es sinceramente hermosa e imponente.

Los nobles de Albani que la conocían sonrieron orgullosos y otros la miraron con desdeño, en este momento había de todos los sentimientos humanos conocidos. 

Los primeros en reaccionar fueron la guardia que se inclinó ante ella confirmando a todos los que no conocían a esta mujer, que de verdad era la reina. 

Bianca se detuvo un metro antes de llegar a Leonardo. Su visión que había estado al frente, pero no en los ojos de este hombre, al fin decidieron mirarlos, y al verlos hubo un huracán de sensaciones encontradas, de recuerdos olvidados que comenzaban a llegar y del amor que alguna vez sintió por él.




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