MC- ¡Nobunaga!
Se giró lentamente para mirarme.
Nobunaga- ...¿MC?
MC- ¿Qué estás haciendo aquí? ¿Por qué no estás en el campamento con los demás?
Nobunaga- Me estaba lavando las manos.
(No me pareció que estuviera haciendo eso. Parecía estar mirando algo fijamente.)
Las gotas de agua caían de los espacios entre los dedos de Nobunaga. El charco de agua estancada en sus manos era negro por la noche.
(¡¿Eso es sangre?!)
MC- Nobunaga, ¿estás herido? No deberías lavarlas. Si estás sangrando, necesitamos...
Nobunaga- La sangre no es mía.
(Oh.)
Sus palabras reflejaron una conversación que habíamos tenido antes.
—------------------------------------------------------------------------
MC- ...¿te has hecho daño?
Nobunaga- No. La sangre no es mía.
—-----------------------------------------------------------------
(Esa fue la noche en que Nobunaga mató a Yorimasa y a los otros por traicionarlo. Nobunaga vino aquí para lavar la sangre.)
Miré a Nobunaga a los ojos, pero lo que vi allí no hizo nada para aliviar mi corazón. Sus ojos no eran fríos ni crueles. Estaban sin vida.
MC- Deberías salir del agua. Te vas a resfriar.
Nobunaga- Supongo que sí.
Como no se movió, lo agarré del brazo y lo saqué del agua. Ahuecé sus dedos en los míos. El agua estancada se derramó sobre mis manos.
(¡Esta agua está helada! ¡No puede lavarse las manos con esto!)
Nobunaga- Detente. ¿Qué estás haciendo? Tus manos se van a ensangrentar.
MC- Deberías haberme ido a ver hace una hora. Estoy bien. Confía en mí.
Nobunaga no respondió.
MC- Ahora mismo, necesito calentarte.
Sus dedos se estiraron suavemente en los míos, y los presioné contra mi pecho.
MC- ¿Por qué no has vuelto al campamento para lavarte? ¿Por qué venir hasta aquí?
Nobunaga- Porque... No quería que me tuvieras miedo.
MC- Nobunaga, ¿de qué estás hablando?
Nobunaga- Cuando te toqué hace tiempo me rechazaste.
Sus palabras me golpearon fuerte.
—---------------------------------------------------------------------------
MC- No me toques. No después de lo que hiciste.
Nobunaga- MC...
—------------------------------------------------------------------------
(Nunca terminamos nuestra conversación. No llegué a explicarle las cosas correctamente a Nobunaga. Y está herido por ello).
MC- No volveré a hacer eso nunca más. No me importa si estás cubierto de sangre de pies a cabeza. Después de una batalla, ven directamente a mí, antes que nada.
Agarré las heladas manos de Nobunaga en las mías, desesperada por calentarlas.
Nobunaga- Pero no quieres que mate. Lo dijiste esta mañana.
El nudo de mi garganta se endureció como una roca.
MC- Yo dije que...
—------------------------------------------------------------------
MC- Quiero que estés bien. Pero no podré verte, así que me quedaré pensando. ¿Estás cansado? ¿Estás herido? ¿Tienes hambre? ¿Tienes frío? Ocupas gran parte de mi pensamiento, ¡ya lo sabes!
Nobunaga- MC...
MC- ...y me preocupa que tengas que matar gente.
—---------------------------------------------------------------------
MC- Lo dije por ti. Estaba preocupada por ti.
Los fríos dedos de Nobunaga se endurecieron en mis manos.
Nobunaga- Pero hoy he quitado muchas vidas. Cien. Doscientas. Muchas. Sabía que te molestaría, y aún así no sentí nada cada vez que empuñé mi espada.
(Oh, Nobunaga...)
La mirada de Nobunaga vaciló ansiosamente, pidiéndome ayuda. No importaba cuánto sostuviera sus manos, aún estaban frías.
(Claro que sentiste algo. De lo contrario no parecerías un niño tan asustado y perdido ahora mismo... Esto es mi culpa.)
Nobunaga había sobrevivido todo este tiempo poniendo una barrera sólida a su dolor y tristeza. Fue lo que le impidió detenerse, paralizado, ante su ambición. Al tratar de despertar sus sentimientos, dejé que su vulnerable corazón se hiciera añicos.
(Podría haber estado siempre tambaleándose en el borde.)
Pero fui yo quien lo empujó más allá del punto de ruptura.
Nobunaga- ...¿me tienes miedo?
MC- No. No, Dios, por supuesto que no.
Sacudí la cabeza.
MC- Lo siento mucho.
Nobunaga- ¿Por qué te disculpas?
MC- Porque he hecho las cosas más difíciles para ti.
Nobunaga- No creo que lo hayas hecho. No tengo intención de cambiar mis métodos... No creo que pueda.
(Que eso sea suficiente para que se aferre.)
MC- Entonces quédate tal como estás. Puedes olvidar todas las cosas que te dije.
Nobunaga- MC...
MC- La persona que amo, la persona que quiero que seas, está aquí delante de mí. Y amo todo de él. No necesitas forzarte a cambiar.
Nobunaga- Pero, no puedo soportar cuando eres infeliz.
MC- Bueno, puedo soportar un poco de infelicidad. Y tú puedes tolerar tanto como yo, ¿verdad?
(Ya ha vivido una cantidad inimaginable de dolor, incluso si no se da cuenta. Con gusto soportaré una parte de ese dolor, si eso le ayuda.)
Lo miré, sonriendo a través de mi tristeza.
MC- ¿Recuerdas nuestra promesa?
Nobunaga- Por supuesto. Dejaré a un lado mi espada y tomaré el té contigo.