Noche Citadina

Dos, tres veces pagué por ella esa noche.

Al otro día volví y al siguiente también. Después de un tiempo decidí probar otra puta. A los 5 meses ya era una persona muy conocida sobre la calle 20, sobre todo en el bar, mi bar. "Ahí va el que mantiene de puta en puta," murmuraba una que otra persona. No me importaba. Era mi vicio, lo que me hacía sentir bien. Me había ganado un apodo entre mis putas: " conde verga-cula." Feo y rendidor. Ellas no me mienten ni actúan. Ellas gozas conmigo y yo con ellas, y por eso las amo. Tuve que dejarlas cuando me fui a estudiar a Bogotá. Siempre fui buen estudiante, no el mejor, pero si de los buenos. Martica, ex profesora, se alegro alegro al saber que me iría a estudiar, pero esa sonrisa se desvaneció cuando supo, que la carrera que elegí fue diseñó gráfico.

— carrera de marihuanero. — decía.

Era muy estricta. Hablaba mucho de la importancia del estudio y del saber. Pero no siempre fue tan seria, y ella misma lo decía: "no siempre fui tan seria." Le gustaba ir a Juanchito. En los 80's ella y Lulú gozaban de los bailaderos en las discotecas y fiestas callejeras, dónde reinaba la salsa. Del abuelo pachanguero, hasta cañandonga, de ahí para el séptimo cielo. Se bailaban y cantaban cada canción, de cualquier intérprete, que salia a cantar en la fania all star. Pero dejo de ir a Juanchito cuando dijo ver y presenciar a una muchacha bailar con el diablo; relato muy popular entre los caleño, entre la decada de los 90's. Otra experiencia que hizo, y nuevamente, en sus palabras: "no siempre fui tan seria," fue lo ocurrido una noche; la tragedia no se sabría hasta el dia siguiente, pero esa noche fue el preámbulo de la tragedia. Aunque era un niño, siempre tuve la certeza de que el cambio radical de mi tía,  se produjo con el suceso que muy pronto sabrá usted, querido lector.

En una de esas noches de rumba, de los vecinos del barrio obrero; barrio, que porciento, Martica, culpaba de que su hermana ni cambiara. Pero habían vivido toda su vida en la misma casa, en el mismo lugar que las vio nacer y crece. Las amistades que formaron con los años. Los amigos que vienen y van con el tiempo. Cómo el triste caso de don Raúl y su familia; protagonistas de la tragica noche. Ninguna de las dos se iría jamás, y morirían recordadas en el vecindario; Marica por cuidar a los niños que iban creciendo y a Lulú por nunca decir "no" a una rumba.

Tan vieja y con esas cosas de quinceañera — decía y gritaba. — es este barrio "maldito."

— cállate pajarraco. — respondía Lulú, y ambas se echaban a reír.

Aunque se expresará de esa manera, ella no podía negar la importancia cultural que tuvo este barrio en el siglo xx, dónde nació el gusto por la música antillana, la salsa, donde bailar era más importante que caminar. Cuando en 1915, en la ciudad de cali, por medio del ferrocarril que nos unía con el puerto de buenaventura. La mano de obra que trabajaba con la mercancía, que llegaba en los vagones del tren, se instalaron cerca de la fábrica, construyendo casas de baharenques, y así el veinte de junio de 1919, se convirtió en un barrio; Cuna de la salsa caleña.

 

 



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En el texto hay: lenguaje adulto, relato corto

Editado: 17.06.2024

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