Carlos me toma la mano y una sensación extraña recorre mi cuerpo ─ otros chicos me han tomado de la mano, pero con él es diferente, en verdad me gusta, los demás son como mis hermanitos y no logran ni un mal pensamiento.
El trayecto de la sala al patio de mi casa, se torno como un castillo en el que yo soy la princesa que lo transita junto a su príncipe azul ─ sí, sé que suena cursi, pero así me sentí. Lo miro de reojo para constatar que va a mi lado, que no estoy soñando.
─ La verdad no creo que elegir a un ganador nos lleve 10 minutos, pero quiero aprovechar el tiempo contigo, deseo que me escuches, por favor no me interrumpas, hoy logré juntar todo el valor para decirte muchas cosas y prometo que al terminar responderé todas las preguntas que quieras. Maite le pedí a tu hermana que me dejará asistir a la fiesta porque quería decirte que estoy interesado en ti. Mai me gustaría ser tu amigo. No creo que pueda seguir viéndote como antes, quiero conocerte mejor y que me conozcas, sé que es muy apresurado todo y quizá estás aturdida con lo que te estoy diciendo, pero en dos meses me iré y no lo quiero hacer sin estar seguro que podré compartir el tiempo junto a ti. Me agrada verte jugar, leer haciendo esos gestos raros de humor, de asombro o tristeza, también me gusta verte feliz o hasta enojada, eres autentica, diferente a las chichas de tu edad, no temes mostrar tu personalidad única, extrovertida y encantadora.
Las palabras de Carlos me tienen en otro universo, los latidos de mi corazón están descoordinados, no logro articular palabra, solo atinó a preguntar un tanto aturdida: ¿¡Puedes tomar aire!? Es que estás hablando tan rápido que podrías ahogarte, también puedes dejar de moverte de un lado a otro, creo que vas hacer un hueco. Él se detiene, suspira y continua con el mismo afán con el que inicio la conversación.
─ Perdón, quizá estoy hablando muy acelerado, pero me pones muy nervioso, es fácil hablar con las demás chicas, pero Mai tu eres diferente y no sabía cómo acercarme, siempre me sentaba en al árbol esperando a que salieras, el sólo verte era suficiente para estar tranquilo. Había pensado en hablarte, no creas que no lo pensé, pero no sabía cómo, tu hermana me ayudo mucho, a ella le confesé mi interés en ti, al principio le pareció extraño, pero luego se ofreció a ayudarme. Debo decir que ella me interrogó como nadie, pero es entendible Mai; tienes un carácter difícil, nadie sabe lo que esa cabecita piensa o quiere ¿aceptas ser mi amiga? ¿quieres compartir conmigo un rato en las noches? Sabré entender si dices que no, sé qué te gusta jugar bastante y no quiero intervenir en eso.
─ Maite ¿puedes decir algo?
No sé cuanto tiempo dure sumida en sus palabras ─ este chico si que habla rápido, creo que dijo como 100 palabras por minuto y suspiró unas 10 veces mal contadas. Tengo oprimido un grito de felicidad, mi garganta quiere explotar por sus palabras, ¿Qué le puedo decir? …. Quizá que me ha hecho la mini mujer más feliz de este pueblo olvidado por cupido, le diré que sí, sí quiero ser su amiga, aunque eso de amiga no era lo que yo pensaba, pero algo es algo.
Acepto ser tu amiga y compartir este tiempo contigo, en su rostro se dibuja una sonrisa que lo hace ver más interesante ─ ¡diablos! Como deseo besarlo ahora mismo. Tomo aire, creo que debemos volver y aún no decidimos cuál es el grupo ganador, digo con voz insegura, la verdad por mí, no volvería a la dichosa fiesta, quiero pasar más tiempo con él, pero como nada dura para siempre ahora estoy camino a la mesa de votación.
Decidimos que sería empate, todos tomaron la decisión con alegría, ahora de nuevo están entre baile, besos y toqueteo en lo que yo trato que mi cerebro reaccione, creo que se atrofio, si antes este chico me gustaba, ahora me encanta ─ estamos hablando de cosas triviales, su voz es perfecta, varonil y sensual, es como música para mis oídos, podría pasar hablando toda la noche y jamás me cansaría de escucharlo.
─ Maite, ¿quieres bailar?
─ No ─ contesto con seguridad, luego decido explicar que no sé bailar, Carlos me toma de la mano y dice que es solo brincar sin sentido. Arrugo el ceño frente a sus palabras, pero ver a todos brincando como locos con el tema me vale de Mana me ayuda para arriesgarme sin titubear. Ver la sonrisa de Carlos frente a mis movimientos, hace que el chip del descontrol se apodere de mí, verlo negar con la cabeza es genial, tiene una cara de satisfacción con cada movimiento y gesto raro que hago ─ No puedes criticar algo sin conocerlo primero, seré muy fea por afuera pero muy bella por adentro ─ canto a todo pulmón y lo hago mirando fijamente sus ojos, él me contesta con la siguiente parte del disco: si eres una de esas personas te tengo una solución, en vez de estar fregándome y molestándome así, dedícate a encontrar lo que está mal en ti ─ ver su gesto al cantar me transporta a una película romántica en la que el chico no tiene ojos más que para la protagonista.
Al termina el disco decido sentarme ─ creo que mi grito llegó al barrio siguiente al sentir que unos brazos me toman por la cintura, ese toque y el aliento de su voz hacen gelatina mis piernas ─ ¡este hombre me quiere matar!, si supiera lo que causa en mí no lo haría. No voy a girar, es así como lo escucho decir que aún no hemos terminado la ronda de Mana, ahora el tema de Oye mi amor es coreado por todos y acompañado por movimientos raros ─ quién le puede decir no, aun adonis de adolescente con sonrisa encantadora.
La noche fue única, me hubiese arrepentido toda mi vida de no haber tomado la decisión de apoyar a mi hermana en la realización de esta fiesta, una fiesta que dejo mi corazón con taquicardia crónica, mariposas tipo dragones que tienen encendido todas las emociones de mi cuerpo. El solo recordar el beso tan cerca de mis labios que Carlos medio, la forma en que tomo mi rostro con sus manos y pego su frente a la mía, en lo que decía que fue la mejor noche que pudo tener y que agradece que por fin pueda estar cerca de mi… ¡muero! Sí, hoy voy a morir si sigo reviviendo la escena a cada minuto, pero aun siento su toque en mi piel, su fragancia y su sonrisa como un lenguaje de amor, único y puro.