Noche mala

I. Brillante Navidad

La brisa parca se había ido junto a los días largos. La noche corta también se había marchado. El florecimiento y las lluvias de mayo la volverán a traer el año que viene. Después de las fiestas de noche buena, navidad y año nuevo.

El antiguo zoológico había cambiado su nombre hace mucho tiempo. Muchos «millennials» ni lo recordaban. Aquel diciembre del 2013 dejó de ser el parque Iberoamérica por alrededor de un mes. Después del día de los santos reyes volverían a quitarla, y quedaría ese monótono color monocromático de la naturaleza noctámbula.

El culpable fue el alcalde Roberto Salcedo. Él la tomó del parque de Disney, en Miami; la metió ayudado por su nieta, en una esférica cantimplora. Luego la guardo en el bolsillo, parecía una especie de domo de nieve, bastante bonito. La trajo al país para los pobres, para aquellos que no podían pagar un viaje a Estado Unidos para verla, la lanzó sobre el parque Iberoamericano; entonces, se hizo la magia de la «Brillante Navidad» como la nombraron los medios de telecomunicaciones y el gobierno.    

 Aunque la nieve se evaporó enseguida, el sol moribundo la derritió; empero, la magia iridiscente de las incontables luces, que iluminaban las centenas de árboles en los kilométricos lares.

Era mirífico verlas sentado desde el transporte público. Los amalgamados colores parpadeantes y luminosos casi llevaban a un mundo de fantasía. Nunca había sido tan utópico transitar por la congestionada avenida Bolívar.

Las calles de todas las provincias… sus construcciones agrestes y citadinas también estaban atiborradas de luminiscencia navideña, que embellecían el país en las noches frías e inmensas de diciembre, como noctilucas en los jardines de corales a medianoche y bajo la luz de luna llena. Pero, ningún otro lado era tan mágico y hermoso como el parque Iberoamérica.

Ahora, no era más el parque Iberoamérica, era el parque de las luces; la novedad del año. La gente iba en las noches a tirarse bonitas fotos para subirlas a las redes. Era como estar una noche en Paris y vivir un hermoso romance de fantasías.

Kelvin y su novia irían a verla el 24 de diciembre después de la cena navideña. Ella lo esperaría allí, juntos con algunos amigos en común, mientras él visitaba unos parientes en Sabana Larga.

 

 




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