Cima 100.5 FM, la emisora de radio de los merengues clásicos de fin de año. Esta había entrado en su versión de Cima Sabor Navideño, desde mediano de noviembre. Era la única temporada en que sonaban esos discos musicales, que se negaban a morir, volverse polvo y olvido, Sonaban a veces juntos con algunos típicos del Cibao y los campos; tal vez algún día sean sustituidos por estos artistas barriales que no saben cantar ni tienen letras.
Las mujeres vestían de hermosura y largas cabelleras; parecían irreconociblemente bellas y en celo, como si tuvieran buscando marido para no pasar el friito de diciembre solas. Los hombres andaban de borrachera en borrachera calentando sus huesos con el calor del alcohol.
Las calles repletas de alegría y «gozadera». El doble sueldo llenando los bolsillos rotos. Había dinero para gastar y mal gastar en bebidas, ropa, tenis y otras pendejadas. El pueblo se preparaba para disfrutar ese último mes del año. Ya que nadie sabía cómo podría venir enero.
Nos habíamos librado del Y2K, en el 2000; del calendario azteca, en 2012...; sin embargo, el silente 2014 podría traer una pandemia con su respectiva cuarentena, y obligarnos a encerrarnos durante un tiempo dentro de la casa. Nadie quería, ni imaginaba eso. Sólo en gozar esa brisita navideña y el dinerito extra que regalaba el señor diciembre, no importaba el mañana ni el reinicio y la decadencia de enero.