Noche Oscura

CAPÍTULO 13

Nerea despertó al escuchar su teléfono sonar. Se estiró lo suficiente para tomarlo de la mesa y contestar la llamada mientras se frotaba los ojos.

—¿Sí? —dijo con la voz ronca.

—Nera, solo llamaba para informarte que hoy es el gran día —habló John al otro lado de la línea.

—¿Ya puedo matar a ese infeliz? —preguntó sentándose.

—Aún no, lo digo porque oficialmente está en la bancarrota, todo su dinero está congelado hasta nuevo aviso y todos sus socios han decidido abandonarlo, por lo que hoy comienza el verdadero tormento para él.

Nerea no pudo evitar sonreír al escuchar esa noticia y se amplió aún más al imaginar cómo lo mataría.

—Bueno, eso era todo. Ten un lindo día y llámame si tienes algún inconveniente.

—Espera, ya pense en como pagarás la deuda de ayer, necesito encontrar cuanto antes a mi juguete, al parecer lleva un par de días desaparecida y no quiero que alguien más rompa mis cosas.

—Trato hecho, en cuanto tenga la información te la haré saber, pero advierto que probablemente utilice a las sombras de Lombardozzi para localizarla, así que prepárate para tener un regaño del jefe.

—Más tarde le informo personalmente sobre mi juguete, tu solo encuentrala.

Terminó la llamada y marcó inmediatamente a Nicholas para informarle que volvía ser su asistente personal. Pensó que no contestaría, pero después de escuchar el tono tres veces él atendió la llamada con un tono molesto. 

Tan pronto le dio la noticia su voz se suavizó diciéndole que la vería en el lobby del hotel Real Paradisse, para una junta programada a las nueve en punto.

Miró la hora en el celular y corrió a cambiarse de ropa. Era tardísimo y si no se apresuraba se metería en problemas con él.

Para cuando entró al lobby el reloj marcaba las nueve en punto. Miró en todas direcciones buscando a Nicholas, lo encontró caminando por uno de los pasillos y sin perder más tiempo corrió en su dirección.

Le alcanzó segundos antes de que entrara a la sala de reunión, entró detrás de él intentando aparentar que siempre estuvo a una distancia prudente de él..

Cuando la junta terminó, ambos esperaron a que todos salieran y entonces Nicholas comenzó a lanzar todo lo que quedó a su alcance.

—¡Cómo es esto posible! ¡Todo mi trabajo de esta yendo por el caño! —gritó tirando una silla con histeria.

—Este problema se planeó con mucha anticipación y debió ser alguien que fuera muy cercano a usted, alguien quien tuviera más de un año a su servicio. ¿No se le ocurre alguna persona que esté dentro de este parámetro? —comentó intentando analizar la situación como si de verdad quisiera ayudar.

—¡Cómo voy a saberlo, muchacha idiota! —miró a Nerea furioso— ¡Nadie planea esto en voz alta! —lanzó la carpeta de vinil que estaba en la mesa sin ver en qué dirección salía disparado.

—Le recomiendo que se calme —habló esquivando la carpeta que lanzó hacia ella— o alguien del Hotel podría venir y sacarnos por la escena que está protagonizando aquí.

—¿Quién eres para decirme que hacer? —se desordenó el cabello frustrado— ¡Estoy en la quiebra! ¿Qué haré? ¡Qué!

Nerea apretó la mandíbula mientras se le agotaba la escasa paciencia que aún tenía. Cerró los puños con fuerza hasta percibir un pequeño dolor que la llevó a mirar de reojo sus manos descubriendo como un líquido escurría de su puño. Los vendajes de sus manos estaban completamente mojados de un líquido negro en lugar de carmín, pero lo que realmente la alertó fue el ver su piel de un tono azabache y las uñas alargadas a garras.

Retrocedió con torpeza hasta llegar a la puerta ocultando sus manos en la espalda y salió corriendo al baño con paso apresurado intentando ocultar sus manos con las mangas del saco. Miraba en todas direcciones para corroborar que nadie posaba su atención en ella.

Entró al baño viendo su reflejo con preocupación, pero exceptuado sus manos nada parecía haber cambiado. Sus ojos estaban normales, su instinto solo era ligeramente más agudo de lo normal y no sentía necesidad de beber sangre o comer carne. ¿Entonces por qué sus manos estaban así? No entendía que había hecho para terminar de esa forma. No era la primera vez que sus manos cambiaban así, ya le había pasado con anterioridad, pero si era la primera vez que tardaba tanto en desaparecer aquel extraño cambio; generalmente regresaban a la normalidad tras desear en su mente que eso desapareciera.

El pánico se estaba apoderando de ella. Trató de respirar profundamente para tranquilizarse y así poder encontrar alguna solución. Comenzó por quitarse las vendas para lavarlas del líquido negruzco a forma de sangre que había salido de sus heridas.




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