"En la primavera de mi juventud fue mi destino
no frecuentar el basto mundo sino un solo lugar
que amaba más que cualquier otro
tan querida era la soledad
de un lago salvaje, rodeado de altos y negros peñascos,
y pinos elevados como torres en derredor"
El lago, Edgar Allan Poe.
La noche comenzaba a abrirse camino, oscureciendo cada vez más el entorno cuando Nerea y John salieron del hotel para ir al olvidado cementerio del pueblo. Mientras caminaban John no podía despegarle los ojos de encima a su amiga, quien había cambiado completamente su apariencia al punto de parecer una hermosa joven americana. En lugar de su larga cabellera peliroja, tenia el cabello negro azabache cortado en una pequeña melena con fleco, pero no solo había decidido cambiar eso, sino que ademas se había maquillado, acto que casi nunca solía hacer.
—¿Podrías dejar de mirarme tanto? Pareces un idiota, John —soltó Nerea volteando a verlo.
—Es que, sigo impresionado con tu apariencia –admitió sonriendo con maldad–. Estás igualita a Edna Moda.
–¿A quién? –inquirió con obvio enojo.
–Nera, ya arruinaste el chiste, tenía que decir "lo sé nene, lo sé"–dijo imitando al personaje.
Nerea solo se limitó a mirarlo mientras caminaban.
Al llegar al cementerio se toparon con un hombre que estaba poniendo las cadenas al enorme cancel de entrada, parecía ser el cuidador, que al percatarse de su presencia se volteó para verlos y entonces con calma les hablo:
—Es demasiado tarde para visitar el cementerio, ya está cerrado, regresen mañana.
John miró a su amiga rogando por que ella respondiera al hombre que les estaba hablando en alemán.
—No sabía que el cementerio lo cerraban por las noches, pensé que uno podía venir de visita a todas horas —respondió ella con un tono de inocencia.
—¿Son extranjeros, no es así? —soltó el hombre con resignación— ¿Para qué quieren entrar a estas horas si no tiene a nadie conocido enterrado en estas tierras? Además, es peligroso estar fuera en estos días, les recomiendo que regresen a su hotel y se queden ahí.
—Está en lo correcto, somos extranjeros por eso nos pareció extraño que cierren el cementerio; donde vivimos no lo hacen. Y con respecto a entrar es porque estamos haciendo una nota del pueblo y pensamos que sacar un par de fotografías de noche serían más atrayentes, que una a plena luz del día.
—Normalmente no se cierra el lugar, pero con el alboroto del pueblo, ahora todo tiene estrictos horarios. Aunque no entiendo quien estaria tan demente para esconderse toda la noche entre lapidas antiguas.
—Lo entendemos, esta noticia nos tiene varados en este pueblo cuando se supone que debíamos estar en la capital, pero ya que estamos aquí, nuestro jefe nos pidió que entonces sacaramos una reseña de este pequeño lugar en medio de la enigmática selva negra.
El hombre miró el cementerio y luego al par de jóvenes como si meditara una decisión.
—Me temo que no puedo ayudarlos. Lo siento. —se giró para cerrar el candado—. Pasen una linda noche… —se despidió tocando el hombro de Nerea al paso. Aquel toque causó que lo mirara por largo tiempo hasta que el hombre giró en una calle desapareciendo de su campo de visión.
—¿Ocurre algo?
—No… nada.
***
Pasó cerca de media hora antes de que Ezequiel y Connor aparecieran en la puerta del cementerio.
—Ni siquiera está abierto el lugar… —soltó Connor molesto de ver las cadenas en el portón.
—Te dije que te callaras si querías venir.
Connor lo miró en silencio, luego miró como se acercaban dos personas y solo las señaló para que Ezequiel volteara.
Tan pronto estuvieron lo suficientemente cerca para ser escuchada, Nerea habló:
—Siganme —comentó sin saludar a ninguno de los dos.
Su nueva apariencia logró captar la completa atención de Connor.
Ezequiel la alcanzó y la tomó del brazo.
—¿Cómo planeas que lleguemos hasta el lago?
—Solo necesitamos cruzar una parte del cementerio que se conecta con el bosque y luego adentrarnos en él hasta llegar a nuestro destino. Además, no es como si nunca hubieran entrado de contrabando a un lugar —dijo masajeando su hombro.
—Yo pensé que hablariamos en el cementerio, no que lo íbamos a cruzar —comentó John alcanzando el paso de ella.
—El terreno es más seguro y así evitamos incidentes en las tinieblas, no sería bueno que alguien se cayera y se lastimara.
Connor los miró a los tres con recelo, cada vez era más obvio que era el único que sobraba en ese lugar. Mientras los seguía comenzó a cuestionarse si realmente había valido la pena todo lo que hizo para estar ahí donde ahora nadie parecía querer su presencia.
Comenzaron a inspeccionar cómo cruzar al otro lado. El primero en cruzar fue Connor, luego le siguió Ezequiel. Solo restaban Nerea y su amigo.
—¿Como diablos escalo eso? Soy bueno con la tecnología, no con la actividad física.
—Intenta apoyarte en mí y escala como lo hicieron ellos, vamos, no es tan difícil.
—Lo dice la señorita que de un salto bien podría estar de aquel lado… —suspiró — bien hagamos esto rápido.
Usó a Nerea de escalón e intentó repetir la acción de los otros, pero cuando quiso bajar el cancel su pie resbaló y cayó.
—¡John!
Nerea hizo lo posible por alcanzarlo antes de que cayera. Aunque trepó con rapidez, solo logró tocar su ropa.
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Editado: 14.02.2022