—Quién diría que mi sospecha sería correcta… Mi querida niña.
Dijo un hombre de complexión delgada que portaba un largo abrigo negro que parecía un par de tallas más grandes que la suya, saliendo de entre la oscuridad del bosque y tomando camino rumbo al pueblo.
Avanzó por las calles pasando de nuevo por el cementerio donde dijo trabajar como cuidador.
—Ella estaría realmente feliz de verte en este momento, Zuger —mencionó sonriendo—. Y parece que me preocupé por nada, ambos son más capaces de lo que creí, quizá no tenga que esperar mucho para ver el renacer de mi bella dama.
Siguió caminando con calma, hasta que en un pequeño espacio sin luz cambió su apariencia pasando a ser un hombre más bajo y con una complexión más robusta.
***
Cuando llegaron a la habitación, Nerea se sorprendió de ver las maletas que habían dejado en el hotel de la ciudad amontonadas en una esquina de la habitación.
—¿Cómo llegó todo esto?
John sonrió con satisfacción.
—Solo cobré un par de favores que tengo por acá. Si quieres que te ayude con mi parte del plan ocupaba a mi bebé —dijo sacando su computadora de la maleta y besándola.
—Y por acciones como esas es que no tienes pareja…— dijo con sorna, pero manteniéndose inexpresiva— De cualquier modo, tus conexiones no son explicación suficiente para que esto esté aquí, seguro ya pusiste en alerta a la policía, idiota.
—No te preocupes, toda la justicia del mundo está confabulada con algún poder del bajo mundo y muchos de estos líderes me deben más de lo que crees. Pasar maletas en un pueblo aislado del mundo no es problema.
Nerea asintió y tras correr al baño a quitarse todo el maquillaje y lavarse la cara, tomó un cambio de ropa de la maleta recién llegada y se cambió.
—Nera, por favor deja de cambiarte frente a mí… ¿o acaso es tu disculpa por hacerme cojo?
—Cierra los ojos si tanto te desagrada.
Él la tomó del brazo para detenerla de ir a dormir.
—Espera, necesito que vayas a recoger la mercancía a la carretera. Eres la única que sabe cómo salir de este pueblo caminando por el bosque, así que tú tienes que ir. Enviaré a tu teléfono la ubicación cuando ellos me informen que están cerca.
—Bien, pero ahora déjame dormir. Si necesitas algo llama a Connor y no olvides tomar la medicina para el dolor y la infección.
—Sí madre.
Lo miró molesta y tan pronto la soltó se fue a descansar a la cama. John por su parte se rió de su pequeña broma y luego se estiró para agarrar las pastillas de la mesita y tomarlas. Sin perder más tiempo encendió su portátil y comenzó con su labor, pues debía terminarla antes de que el día finalizará, para que así Connor pudiera hacer después su parte.
***
Había visto a su amigo infinidad de veces con esa misma apariencia como para saber que no era mentira, pero algo en ella era distinto e hizo que sintiera un poco de miedo, a pesar que no sentía nada al ver a Ezequiel.
Una parte de él no podía creer lo que había sucedido en la noche y otra le decía que era demasiado obvio, entonces comenzó a recordar todas las veces que pensó que ambos eran demasiado similares. Cuando ella tuvo quemaduras extrañas por causa del propio sol, también el nunca verla ingerir comida, incluso saber que mataba humanos, además el estar siempre fría no importando que el clima fuera cálido, o que tal el simple hecho de verse más pálida de lo normal. Siempre fue tan obvio… y al mismo tiempo estaba tan bien oculta que sólo podría pensarse que era una chica extraña sin importancia.
Era cerca del mediodía cuando Connor decidió salir del hotel para aclarar sus pensamientos.
Estaba sentado en una banca del jardín central mirando a la nada hasta que alguien le tocó el hombro y lo sacó de su ensimismamiento. Al voltear se sorprendió de ver a Nerea sentada a su lado.
—¿Qué haces aquí?
—Espero —respondió con obviedad.
—¿A qué? —inquirió confundido.
—A que sea hora de hacer mi parte del plan. Pero ya que estás aquí, quiero aprovechar para hablar contigo.
—¿Hablarme o volver a mentirme?
Nerea torció los ojos.
—Deja de comportarte como niño.
—Disculpe, no sabía que mi comportamiento infantil la estaba incomodando —dijo con sarcasmo.
—Cuando algo te molesta o incomoda te escudas en tus bromas… ¿Por qué?
—Yo no me escudo en bromas, solo digo lo que quiero.
—He visto a muchos humanos bromear en situaciones serias porque intentan evitar decir lo que realmente quieren.
—¿Entonces qué quieres que diga, que me molesta no saber nada de ti, que quisiera que me confiaras tus problemas, que odio sentir que solo soy un mocoso a tus ojos?...
—Eso no suena a que quieres ser mi amigo —indicó sonriéndole.
Connor la miró y antes de ser consciente de sus propias acciones, terminó tomándola del rostro para besarla.
Nerea parpadeó sorprendida sin saber que hacer, nunca esperó que Connor reaccionara de tal manera, pues nada de lo que había hecho o dicho daba a indicar que él la besara.
Al no corresponder el beso, Connor se alejó y ella solo lo miró sin decir nada.
—Quizá tengas razón.
—Esperaba estar equivocada. Pero por el bien de ambos, las cosas deben quedar hasta aquí.
Connor la miró sin comprender del todo sus palabras.
—No quiero complicar más las cosas…—su celular vibró en su bolsillo notificando un mensaje nuevo. Lo sacó para revisar el mensaje y entonces volvió a hablar— Debo irme. Nos vemos.
Tan pronto como Nerea se fue Connor se levantó molesto y regresó al hotel.
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Editado: 14.02.2022