Noches de diversión

Capítulo 1

Sábado 27 de mayo del 2017

Cuando despertamos, normalmente no abrimos los ojos inmediatamente, pero estamos acostumbrados a saber que al abrirlos, vamos a ver todo lo que hay en nuestra habitación. A veces pasamos la noche en casa de un amigo o amiga y nos sentimos desubicados al abrir los ojos, pues estamos en un lugar completamente diferente.

Me sentí desubicada al abrir mis ojos hoy. La mancha que veo en el techo, no está en mi dormitorio, y definitivamente no estoy en mi cómoda cama, me duele la espalda como si hubiera dormido toda la noche en el piso. Lo único que tenía era una almohada.

Reaccioné y me di cuenta de que no estoy en casa, tampoco tengo la ropa que me puse por última vez, tenía una camiseta blanca y un pantalón holgado de color gris. Me senté en lo que sea que estaba durmiendo y no lo podía creer. Esas «camas» duras y rejas las he visto en películas, esto es la cárcel.

Estoy en la cárcel.

Si soy sincera, no recuerdo nada de lo que pasó anoche, lo normal de la mayoría de los sábados por la mañana, pero no me importaba, porque siempre despertaba en casa.

No comprendo porque estoy aquí, por más que me esfuerzo, no logro recordar qué pasó. Lo último que recuerdo es diversión, y a ese chico, ni siquiera recuerdo su nombre, pero no es necesario, tenía muy buen aspecto.

Vi pasar a un oficial y corrí hacia las rejas para poder llamarlo. —¡Oficial!

Él caminó hacia mí. —¿Qué sucede? —preguntó.

—La verdad no tengo idea de qué estoy haciendo aquí, no recuerdo nada —conté—. Tal vez estoy aquí por error.

—Mmm —dijo mientras abría un fólder amarillo—, ¿eres Alessia Cook?

—Sí, señor —respondí.

—No es ningún error, estás detenida.

—Pero, ¿por qué? —pregunté.

—Eres sospechosa de un homicidio, podemos retenerte por 48 horas.

¿Qué? No solo estoy en la cárcel, sino que hay probabilidad de que haya matado a alguien.

—¿Puedo hacer una llamada? —pregunté al oficial.

—Solo una, y no más de siete minutos en el teléfono.

Abrió mi celda, me esposó y me llevó a una oficina, cerró con llave, soltó mis esposas y señaló el teléfono.

Lo tomé con desesperación y marqué el número telefónico de mi hermano. Normalmente uno llamaría a sus padres, lo haría si estuvieran vivos.

—¿Hola? —contestó mi hermano.

—Spencer —dije.

—¿Alessia? —dijo confundido— ¡Maldita sea! ¿Dónde estás? No volviste a casa.

—Tengo menos de siete minutos para hablar, no es hora de regaños —dije.

—¿Menos de siete minutos? —preguntó.

—Spence, estoy en la cárcel.

—¡¿En la cárcel?! —gritó él.

—En el Centro Federal de Detención —dije.

Simplemente colgó mi llamada, mi única llamada, mis únicos siete minutos, y no utilicé ni uno.

Otra vez el oficial puso las frías esposas en mis manos, me llevó a la celda y pude escuchar como se cerraba lentamente. Me senté en la cama y susurré a mi misma—: Son solo 48 horas.

Aproximadamente, 45 minutos después de pensar y pensar, llegó un oficial.

—¿Alessia Cook? —preguntó.

—Sí —afirmé.

—Su abogado acaba de llegar.

Me llevó a una sala de interrogación y ahí estaba mi abogado, mi hermano. Y había un oficial escuchando todo lo que decíamos.

—Spence —dije al entrar.

Mi hermano se levantó y estaba a punto de abrazarme cuando un oficial dijo—:  ¡Sin contacto físico!

Él volvió a su asiento y me dijo—: Siéntate.

Obedecí. —¿Qué pasa? —pregunté.

—Tenemos problemas —dijo seriamente.

—¿Qué?

—Imagino que ya te dijeron por qué estás aquí.

—Sí —dije—, soy sospechosa de un homicidio.

—Necesito que me cuentes todo.

—Lo haría, si recordara algo.

—Alessia, estabas drogada cuando te detuvieron, por eso no recuerdas nada —dijo enojado. Sé que está enojado porque muy pocas veces me llama por mi nombre, normalmente me dice Lessy.

—Recuerdo la fiesta en casa de Shannon...

—Igual que desde hace dos meses —interrumpió.

—¿Puedo terminar? —dije sarcásticamente— Recuerdo la fiesta, sí estaba ebria, pero yo nunca utilizo drogas.

—Esta vez lo hiciste, tal vez estabas tan ebria que no te diste cuenta, pero lo hiciste —dijo.

—No lo hice, no voluntariamente —aclaré.

—Bueno, no importa, ya estás aquí.

—Quiero saber algo —dije—, ¿por qué soy sospechosa?

—Estabas en la escena del crimen, drogada, como ya dije —respondió Spencer.

—¿Había alguien más? —pregunté.

—Sí, un chico.

—Al principio dijiste que tenemos problemas, ¿porqué?

—Evidencia, Alessia, tomaron muestras anoche y tienes cabello de la víctima entre tus uñas —dijo—. Te pueden detener más tiempo, hasta que descubran al asesino.

—¿Quién es la víctima?

—¿De verdad quieres saber? —preguntó

—Sí —respondí.

—Shannon Thompson.

—¿Qué?

—Lo siento mucho, Lessy.

No pude evitar que las lágrimas empezaran a bajar por mis mejillas, hubo un momento de silencio y luego dije—: ¡Estupendo! Me culpan por matar a mi mejor amiga.

—Sé que no lo hiciste, soy tu hermano y te conozco, no eres así —dijo él—. Pero hay evidencia, Lessy, por ahora no puedo hacer mucho.

—Sr. Cook, se acabó el tiempo —dijo un oficial que abrió la puerta de la sala de interrogación.

Spencer se levantó y dijo—: Te sacaré de aquí, lo prometo.

De todos los abogados menores de 30 años, mi hermano es uno de los que ha ganado más casos en Filadelfia y casi todo Pensilvania.

Volví a mi celda y otra vez escuche el torturante sonido que se produce mientras se cierra.

Su cabello bajo mis uñas, ¿cómo llegó ahí?

Estoy segura de que no hice nada malo, de haberlo hecho lo sabría, aunque no recuerde nada lo podría sentir. Mi mejor amiga está muerta, pero yo no lo hice.

Pensar en eso me hizo llorar y querer vomitar, siento que todo da vueltas, me recosté y fue peor, pero me quedé así, llorando hasta dormirme.



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En el texto hay: asesinatos, misterio, recuerdos

Editado: 11.09.2020

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