Noches de Luna Llena (luciano D Carpinsor)

3

Mau limitándose bajo el vestido de Helena hasta su vientre, y puso una mano delicadamente en sus pechos, apretándolas suavemente como si de una flor se tratara.

Con las mates de su, manada era otra cosa, el acto sexual para los lobos era más vertiginoso, la mate rodeaba a su elegido unas cuantas veces, y después brincaba hacia él, para hacer el amor hasta el amanecer, si el hombre lobo terminaba antes o se cansaba, entonces la mate elegía a alguien mas fuerte, en el clan lo único que contaba era la fuerza y la resistencia.

Mau no podía hacer esas cosas con Helena pues sus huesos eran más frágiles y no tenía la resistencia que las lobas de la manada.

Por eso temía hacerle daño.

A la vez que en su pecho unas ganas terribles se apoderaban de su cuerpo con fervor y lo entumecía completamente hasta que no podía aguantar más. Su entre pierna le dolía y es que tenía que mermar ese sentimiento porque lo iba a llevar al descontrol total.

Ahora Helena sabía que era entrar a la boca del lobo. Y era exquisito.

Mau quería quitarle la ropa de una buena vez, pero se contenía para disfrutar cada centímetro de su piel tan clara y suave.

Ninguna loba poseía aquellas características y sin duda Helena era mucho más femenina que la mayoría de las lobas de su manada.

Ahora entendía porque los hombres mataban por estar con sus personas amadas, todos los sentimientos contenidos en su pecho no podía sentirlos ni siquiera en un año con otras chicas, mas Helena despertaba del letargo aquellos dichosas emociones en un mínimo segundo, tan rápido como que dijera.

—¡Mau estoy al máximo!—Gimoteo mientras intentaba contenerse.

Pero era inútil porque sus piernas estaban fallando.

—Apenas estamos comenzando Helena.

Ella soltó un alarido entre doloroso y placentero. Helena siguió disfrutando de cómo era devorada por una lengua traviesa que no aceptaba órdenes.

Mau era otro nivel un mundo nuevo tras las cartas del amor.

No tenía par.

Era un alfa.

Mau volvió a bajar por su estrecha línea que separa sus pechos, pero ahora no iba a tener ningún tipo de clemencia, la luna estaba al máximo en el cielo y sus rayos de luz bifurcados y eclipsados por las hojas de los arboles hacían que la vampira fuera carne fresca para sus colmillos.  Rápidamente saco ese horrible cubre pechos que estorbaba en su cruzada, Mau suspiro para calmarse al ver aquellos pechos grandes y generosos, blandos y sumisos. El iris de los ojos del lobo cambió de color y ahora eran de color rojo, como si estuviera cazando a una presa. Inmediatamente los colmillos crecieron en su boca.

—¿Mau me vas a morder?—Helena temió por un segundo.

Mau sacudido la cabeza, para volver en si nuevamente, pero seguro que no iba a hacerle daño a Helena solo era un instinto de su cuerpo.

—No te hare daño.

—¿Seguro?

—Es que me hiciste llegar a mi lado más salvaje.

Ella rio a la par que acaricio el rostro de su amante, disfrutando de la sensación que le daba una barba de tres días de crecida. Era un espécimen excepcional.

Helena gimió fuertemente cuando la boca de Mau se apodero uno de sus pechos, mientras que el otro pecho lo cubrió con sus manos, no quería apartarse de ella ni por un segundo, solo quería estar allí eternamente como en el cuento de la utopía.

Helena sintió como los demonios de los sueños se apoderaban de su cuerpo, era como cuando tenía sueños húmedos con los caballeros humados, bronceados y fornidos, los cuales buscaban a las princesas, siempre soñó con uno, para sí misma, pero lo que le había llegado era aún mejor, una relación prohibida con un hombre lobo, sagaz, salvaje y sexy como él solo.

Si Uki la viera estuviera decepcionada, pero podía mandar a volar a la peli verde, solo quería desfrutar de Mau, Ella puso sus brazos encima de sus cabellera espesa y larga, acariciando aquel símbolo de masculinidad que le daba un tono más atrevido y atractivo.

Mau siguió devorándola poco a poco, hasta que Helena se arqueo de caderas, al sentir como los labios del lobo succionaban sus pezones.

—¡Mau…!—Gimoteo a la par, que caía una lagrima por sus ojos.

El lobo solamente rio.

Luego trato de abrir la boca todo lo que pudiera, para comer el pecho de su amante, no quería dejar ni un centímetro sin hacerlo suyo.

Mañana seguramente no iba a dormir pensando en Helena. Rápidamente siguió besándola hasta que no pudo más, Helena quería derrumbarse, pero Mau lo evito poniendo sus brazos entre los suyos y apoyándolos en el árbol, así ella se quedaría a su altura.

—No te vayas de mí, porque apenas estoy empezando.

Helena sintió como algo atravesaba su corazón y lo mataba lentamente.

—¡No! Clemencia.

—No, nada de clemencia.—Mau siguió riendo burlonamente.

Mau admiraba a la vampiresa, porque no le daba aquellas migajas como lo venían haciendo las lobas de su manada, desde hace unos cien años, cuando se enamoró por primera vez, una loba de su mismo clan y para colmo hija de los sabios, hizo todo lo que pudo para cortejarla, pero algunos chicos eran más dotados y más fuertes que el en esos momentos de su vida tan trágica, y al final ella se fue con uno de esos. Sin embargo antes habían tenido unas cuantas cosas, como un encuentro amoroso, en donde Mau se quedó fuertemente enganchado a sus besos, fuertemente, y pensaba que lo quería, pero al verla con otros entre sus brazos y ver cómo le hacia el amor a ese lobo, fracturo su corazón en miles de pedazos, tan pequeñitos que ni siquiera podía recogerlos para volver a formar uno. Solamente quedaba la resignación y el enojo por sí mismo, y así paso cien años hasta que se pudo liberar de la impotencia.




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