Noches de Luna Llena (luciano D Carpinsor)

6

Mau después de haber recorrido todo el camino desde casa con un pastel de cerezas hecho por el mismo, se quedó esperando en el rio, se sentó con descuido y confianza en la piedra grande que estaba sobre el rio. Cogió una roca más pequeña y la lanzo sobre el agua, se quedó viendo como el agua chapoteaba el caudal del rio estaba hoy más agitado que la última vez que estuvo había, para no perderse de nuevo memorizo el camino: Salía de su hogar y corría contra el viento hasta llegar a un peña, después bajaba por la misma con un salto, debajo de los árboles de la peña había un sendero por el cual corría hasta llegar, a una sección de pinos, después giraba a la izquierda encontraba un par de madrigueras de ogros y más tarde con dos o cinco minutos de camino encontraba la gran roca en la que estaba sentado, y para regresar solo iba rio arriba siempre conseguía su hogar lleno hacia esa dirección.

Con sus agiles orejas escucho que un caballo se acercaba, por instinto saco sus garras y tomo su forma bestia. Se quedó viendo atentamente a la zona de donde venía el ruido, rio abajo. Se colocó en cuatro patas y saco los colmillos, estaba preparado para cualquier cosa que pasara. El sonido se acercó tanto que estaba justamente detrás de los arboles oscuros, más tarde vio salir a Helena con su espada empuñada buscándolo. Helena al ver la forma bestia de Mau dudo en avanzar, pero para ganar su confianza envaino la espada. Mau inmediatamente cambio a su forma humana.

—Viniste— Dijo el sorprendido.

—Te dije que lo haría ¿de qué te sorprendes?— ella sonrió.

Mau bajo de la piedra con gran agilidad y rapidez en un parpadeo de la vampiresa él ya estaba enfrente de ella, con una canasta. —Te traje algo. —Dijo casi musitando.

—¿Qué es? —La vampiresa  vio la pequeña canasta.

—Lo prepare para ti.

—¿Enserio?

Mau afirmo con la cabeza, poniendo los ojos en ella.

—Es un pastel. No sabía hacerlo pero con algo de esfuerzo y con ayuda de un humano conseguí hacerlo. Y sí que fue difícil encontrar un horno para hornearlo, los lobos solo comemos carne fresca.

La vampiresa sintió algo en su corazón, el pastel que le había preparado aquel hombre lobo, al cual todos en su castillo decían que era una bestia, hizo un bonito detalle para ella, sintió un fuego que se elevó desde la boca de su estómago, hasta su pecho y después recorría todo su cuerpo. También se ruborizo hasta el extremo de que se quedó roja en toda la cara.

—Gracias… y ¿cómo hiciste para hornearlo si en tu casa no hay hornos? —Inclino la cabeza a unos grados en sinónimo de dudas.

—Pues como te dije, tuve que recurrir a un amigo humano.

—¿Humano? —Pregunto ella al instante, con asombro.

—Si humano.

—¿Cómo no se llevan mal?

—No, o tan siquiera no yo.

—Pero… ellos también te odian por ser un lobo.

—No. —Tardo en pronunciar otra palabra y se rasco la cabeza— ellos odian a los lobos que convierten humanos y aquellos que se roban el ganado.

—¿Tu no lo haces?

—No yo cazo por las noches para comer.

—Pero… —Helena intento hablar pero Mau la detuvo en el instante.

—Nadie debe robarle a otro ser su trabajo, porque el esfuerzo que ha puesto en su trabajo se iría a la basura.

—Si exacto, sentémonos a comer el pastel.

Acto seguidos ambos se sentaron encima de las piedras, Mau saco el pastel de la canasta y lo puso encima de unos platos que había traído. La vampiresa dejo ver su piel blanca como la nieve, y el vestido brillo con la luz de la luna creciente, Mau quedo impactado al ver su belleza. Al lobo le entraron ganas de enterrar sus colmillos en el cuello de la chica, y después pasar so boca por el pecho tan deslumbrante, hasta donde su vestido se convertía en escote.

—Te ves muy… —Mau callo de repente. Intentaba buscar las palabras pero su corazón latía tan fuerte que se desconcentraba.

—Es una halago —Helena rio con malicia.

—Pues que te puedo decir.

—No digas nada, Gracias por el halago. —Helena le pico el ojo a Mau, prefería que se sintiera más cómodo, porque ella estaba ardiendo por dentro.

Los dos comieron el pastel sentados en el rio, hasta que la luna estuvo en su máxima expresión.

—La luna es muy bella.—Dijo Mau

—Sí. —Ella estaba entretenida masticando pastel con una sonrisa.

—¿Cómo quedo el pastel? es el primero que hago. —Parecía que Mau saco el pecho, queriendo tener orgullo.

—Esta horrible.

—¿Qué?—se encogió de hombros.

—Si como lo escuchaste esta horrible.

—Entonces porque lo comes.

—Pues primero porque lo has traído hasta aquí y segundo, porque como tú dijiste pusiste el mejor de tus esfuerzos en traerlo, no iba a ser tan mala de no probarlo.

El estómago de Mau gruño, pero no por hambre, era otra cosa que subía desde adentro y que se sentía calurosa, que se sentía como pesado pero a la misma vez reconfortarle, las cosas estaban claras, él se estaba enamorando de la hermosa vampiresa.




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