Mau por su parte también se interesó por los asuntos del consejo de sabios, fue la primera vez que entraba en la sala de los ancestros. Lobos con más de cien años de edad aquellos que guardaban la historia y el legado de los demás lobos. Con influencia de su padre, paso a ser miembro del consejo aunque no había hablado con él en años. Pero para estar seguro de que su manada amigos y amada no corrían peligro, tuvo que tragarse el orgullo y sacar el pecho con valentía. La semana había pasado sin novedades, algunas cacerías y lunas llenas, pero nada que ver con vampiros.
Al ver que ninguno de los hombres lobo había tenido un roce con los vampiros y además que los guardias no reportaron algún acercamiento de sus fuerzas se calmó, ahora pensaba en helena, no se había visto con ella desde el beso. Ese beso cálido y momentáneo que plasmo sus labios con líneas paralelas que se convertían en recuerdos. Desde eso se había procurado de hacer más guardias de las que correspondía, no podía estar encerrado en su cuarto, si lo hacia su corazón explotaría de ansiedad. Quería verla de tal manera que hasta empezó a dibujarla en su cuaderno de anotaciones solo para tener un recuerdo de ella que lo acompañara en las noches de luna llena haciendo su guardia. Suspiros de felicidad salían de su interior al recordarla, al recordar su cuello y sus hermosos ojos. La línea de su cuerpo dibujado por un artista con muchísimos años de experiencia en total la perfección. Mientras que se recostaba a la piedra del vigía mirando a la luna y al horizonte. Pensando en ella.
Hoy como hizo la semana anterior llevo un pastel, esta vez no lo hizo el, le encargo a una doncella del pueblo de al lado de la montaña que lo hiciera, lo busco en la mañana y lo dejo guardado en la canasta hasta la noche. Helena se volvió a escabullir por las sombras, paso por la biblioteca llego a la caballeriza usando el pasadizo y corrió hasta el muro, pegada a la pared llego a la alcantarilla, quito el barrote y después camino por entre las piedras del desagüe, hasta salir a la desembocadura y bajar hasta el bosque sin ser vista. Ya no sentí miedo al hacer el recorrido le parecía ms bien excitante violar todas las reglas de la casa.
Como el último caballo lo había dejado libre por el bosque, tuvo que encontrar la manera de buscar otro. Con ayuda de la doncella y dos monedas de plata no hubo problema, esta vez consiguió un potro de color negro, era mejor para la ocasión se mesclaba con la oscuridad, era perfecto para el trabajo. Esta vez para no dejar ninguna pista, le diría a Mau que lo matara y lo llevara a su casa para que le diera de comer a sus amigos. El La traería en su espalda y todo quedaría en la sublime oscuridad.
Así que emprendió el camino para llegar al rio, ya casi lo sabía de memoria aunque solo dos veces se había encontrado con Mau esta era la tercera vez. Mau también puso rumbo al rio. Salió de la cueva por una de las entradas que nadie transitaba, llevaba la canasta en su espalda y se echó a correr por el camino de siempre. Sin dificultad aunque era una distancia larga llego en diez minutos al rio.
Helena hoy había llegado más temprano. Ella ahora espera a Mau en las rocas de siempre, Helena trajo una manta para no ensuciar la ropa, pero estaba preocupada tal vez le había pasado algo a Mau cosa que no quería. Pero estaba en guerra y en la guerra nada era estable. La luna ya estaba en su punto máximo arriba del cielo. Estaba impaciente era como si los minutos se alargaran para convertirse en horas. Y así pasaron diez minutos más hasta que escucho el craqueado una rama. Enseguida empuño su espada. Abrió sus ojos hasta donde más podía y estuvo atenta a quien se acercaba. Mau salto las ramas y paso por entre los árboles, tomo su forma humana en el aire y cayó encima de Helena.
—Hola llegue. —Musito cerca de sus labios.
—Te estaba esperando Mau, pensaba que…
—Ya te dije que no voy a morir tan fácilmente. —Ella sonrió con inocencia.
Ambos se levantaron del suelo, ella guardo su espada, ya que cuando estaba cerca de Mau se sentía muy segura.
—Te tarje algo.
—Otro pastel —Respondió enseguida.
—Sí. Pero este está mejor que el otro ten confianza.
—Mau yo también traje algo para ti. —El hombre lobo se quedó viendo la cara perfecta de la vampiresa como si fuera una obra de arte.
—¿Qué es?
—Bueno en realidad son dos cosas. —El hombre lobo frunció el ceño— la primera es esto. —Enseguida de la capa saco un collar con un crucifijo brillante muy brillante— Es un collar, lo usan los humanos cuando tienen que ir a guerras y eso, dicen que es para la buena suerte. Y lo segundo es más para tus amigos que para ti, pues como siempre que vengo me llevas en tu espalda, y hoy creo que también lo harás, pues el caballo también lo puedes llevar para que tengan carne. Y así tú dirás que viniste a cazar y no tendrás ningún problema. —Mau sonrió sorprendido.
—Eres muy inteligente. Y Gracias. El crucifijo es muy bonito pero ¿no será de plata verdad?
—No lo es, me asegure de que fuera de acero. ¿Eso no te daña o sí?
—No el acero no. Pero la plata sí.
Helena se acercó un par de pasos al Lobo. Y con el collar en sus manos le indico que bajara la cabeza para ponérselo. Mau se acercó a ella y bajo la cabeza lentamente hasta que estaba completamente con la vista al suelo. Helena con mucha delicadeza paso el collar por entre su cabeza y lo puso en la nuca, después dejo caerlo para que se ajustara al cuello y al final acaricio el crucifijo la excusa perfecta para acariciar el pecho de piedra del lobo. A Mau le encanto como le acaricio helena eran como manos de fuego gentil. Que daban pequeños respingos al cuerpo frio del lobo.
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Editado: 27.09.2020