Noches de Luna Llena (luciano D Carpinsor)

16

Helena regreso al castillo, tras haber sido llevada por Mau, el lobo se intrinco al bosque y se perdió al paso de la neblina, ella subió hasta su recamara, quería descansar un poco, se escabullo por el pasillo tras entrar por el pasadizo de la biblioteca y miro para ambos lados antes de abrir la puerta, mantenía su ricilla de niña mala haciendo una travesura. Cuando entro miro la alcoba de pies a cabeza, estaba oscuro pero sus ojos de vampiro le facilitaban el caminar.

—Uki he regresado… Fue fenomenal…—Nadie respondió— ¿Uki?—Helena camino hasta la cama y se lanzó a ella con los brazos extendidos—, ¿estás aquí Uki?

Helena echo un vistazo a su habitación. Algo se movía al lado de la chimenea, era un bulto, entonces quiso averiguar que era. Cuando se levantó de la cama con intenciones de ir al lugar, fue interceptada por cinco guardias que la tomaron de los brazos y pies. Helena grito y también se intentó liberar pero ante la fuerza de cinco vampiros, la chica no podía hacer nada.

Helena desfiguro su cara de ira y frustración, mientras el corazón iba a mil palpitaciones, sin razón Helena intento llamar a su padre.

—¡Ayuda!—Grito—, ¡Motín! ¡Motín!—Helena tenso su cuerpo para no ser doblegada por los guardias.

De la oscuridad broto la silueta del comandante Paco.

—No es un motín querida princesa… es un arresto.

—Paco, ¿sabe usted lo que está haciendo?

—Su padre lo ha ordenado.

A Helena le hirvió la sangre cuando supo eso.

—¿Cuál es el motivo?—Los ojos de la vampira chispeaban llamaradas de ira.

—Rompió la peor de las reglas, guardas una relación con un hombre lobo.

Helena abrió los ojos de par en par.

—¡Llévensela!—Ordeno el comandante, y los soldados empezaron a hacer caso, Helena se contenía, y quería escapar ahora si tenía que irse a su aldea con Mau.

Trato de usar la telequinesia y empujar a un guardia contra la pared, resulto, Helena voló un poco por el pasillo tratando de escapar, Pero el comandante también voló por los aires, y la atrapo con sus brazos en un parpadeo, la coloco contra la pared y le puso un cuchillo en el cuello para amenazarla.

—Mejor no se vaya my lady, su padre estaría más molesto entonces. Acompáñeme a la celda sin otra vacilación o tendré que verme obligado a usar la fuerza.

Ella se controló, pero aún tenía ganas de matarlos a todos usando sus colmillos, sabía que la celda que decía era una única pieza en donde entraba el sol a la perfección.

El comandante la escolto hasta que llegaron  a una torre del basto castillo, allí resguardaron a Helena, la colgaron de los brazos y la elevaron un metro sobre el suelo, las cadenas magullaban sus manos, y las muñecas de la princesa después de esta aventura estarían destrozadas, aquellas cadenas cumplían dos tareas, una era de tortura, zafando los huesos de los brazos lentamente con el propio peso del cuerpo, y la segunda mantener inmóvil al prisionera, Helena mascullo sus maldiciones mientras sentía el  hierro frio de las esposas.

—¿Donde esta Uki ella no tienen nada que ver, solo le di órdenes?

El comandante escupió en el suelo de la  celda para aclarar su garganta, entonces después se dirigió a la salida y cerro con llave la cerradura de los barrotes.

—No lo sé… de eso se encargara tu padre, lo que el disponga será bueno.

Cuando Paco abandono la sala, Helena se echó a llorar, sus sollozos se podían oír claramente en la otra torre, ¿Cómo pudo pasar esto? ¿Cómo pudo entretenerse tanto en Mau que no tuvo cuidado de quien la seguía? Tenía rabia pero por ella misma por no ser capaz de controlar la gente a su alrededor.

Mau cuando encontró a Víctor, casi lo mataba por ella, mientras que ella solo se quedaba en la prisión a llorar esperando que alguien la rescatara.

Era una decepción.

Al cabo de una hora el Conde se mostró en la prisión, Helena intentaba escaparse de las cadenas, pero nunca conoció algo tan bien hechos como las susodichas.

La cara de Indignación del conde dejaba de que hablar, Miro fijamente a su hija, con aquella mirada de deshonra, pero a Helena no le afectaba desde siempre había recibido aquellas miradas. Desde que era niña, así que no podía sentir más que costumbre.

El conde dio unos pasos para ponerse al frente de su hija, los ojos claros de su padre se cerraron, y luego inspiro la fragancia de Helena.

Ella lo miro fijamente.

Cuando abrió los ojos nuevamente, abofeteo a Helena. Haciéndola soltar un quejido.

—¡Canalla!—Amadeus entro en cólera— todo lo que he hecho por ti, y me sales con esa maldita traición—Extendió sus brazos para darle otra bofetada pero se contuvo— eres peor que una ramera, sabes la ofensa para nuestra raza lo que significa esto.

Helena intento hablar, pero El conde tomo su mandíbula entre sus manos y la callo, luego le dio otra bofetada esta vez más fuerte que la anterior.

—No tienes ni idea de la vergüenza que me has hecho pasar. Con un humano hubiera sido menos vergonzoso—Helena quería llorar pero contuvo las ganas, no se dejaría ver de esa manera ante el desolador conde— ahora te pudrirás aquí por los próximos cien años… no quiero verte por ese tiempo y espero que no envejezcas tanto, porque no me servirás de nada.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.