Noches de Luna Llena (luciano D Carpinsor)

17

Era una sensación horrible. Que desgarraba la garganta.

—¿Demonios como paso esto?

Aun no podía darse cuenta de cómo paso.

Helena siguió durmiendo hasta que llego la noche, ese día fue tan duro como el veneno de serpiente, amargo y doloroso.

Al cabo de las nueve de la noche Uki llego a la celda con algo de comida,  Helena se alegró tanto que dejo que un suspiro de tranquilidad saliera de su boca.

—¿Estas bien Uki?—Dijo con la voz algo ronca y desgastada, ya estaba ronca, el calor en esa celda era sofocante y sin algo de agua era una tortura más grande, que las propias cadenas que magullaban sus muñecas.

—Si—Ella abrió la celda con las llaves de la prisión y también bajo el guinche que sostenía a Helena en el aire. Cuando las piernas de la vampira tocaron el suelo, se sintió tan raro y pesado, que se desplomo inmediatamente.—¿Helena estas bien?—Uki corrió a auxiliarla, y paso un brazo por encima de su espalda llevándola hasta la banca de penatorios en donde el sol sí que daba de lleno, los vampiros la utilizaban para torturar a los rebeldes, y quitarles partes del cuerpo utilizando al sol.

—¿Uki no te hicieron daño?—Volvió a preguntar Helena aclarándose la garganta.

—Si pero, me costó mucho fingir que solo te iba a traer comida.

—¿Trajiste agua?

Ella afirmo con la cabeza y de la canasta saco una cantimplora llena de agua. Helena la arrebato casi inconscientemente como si fuera sangre y la tomo toda. Cuando finalizo, se recostó en los barrotes y entre cerro los ojos para disfrutar del agua, también estaba tan cansada que podía desplomarse a dormir nuevamente.

—Tu padre está furioso, ha mandado a buscar a tu lobo Helena.—Uki saco una manta en donde yacían dos muslos de pollo que pudo sacar de la cocina sin que nadie dijera nada—, es lo único que pude conseguir nadie quiere alimentarte, porque tu padre se los ha prohibido, pero finjo que como el doble y hasta el triple para traerte algo.

 Helena la abrazo.

—Me alegra que no estés lastimada.

—Si ayer cuando los guardias entraron me asusté mucho, pensaba que algo había pasado, sin embargo al ver al comandante amarrándome y amordazándome supe que te habían descubierto, y como no tengo esas habilidades como las tuyas de salir volando por ahí, no pude escapar. Si no hubiera partido los vidrios de tu recamara y te hubiera encontrado antes de que llegaras.

Helena sonrió pusilánime.

—Gracias Uki siempre estás conmigo cuando te necesito.

La elfa saco un poco más de comida en una taza de metal y la puso a un lado de Helena, viendo que estaba magullada sabía que su padre le había dado una tunda, esa pobre vampira estaba loca, de amor, pero aun así, era su amiga y la iba a ayudar hasta en los momentos más peligrosos, no le importaba quien se interpusiera en medio, ni el conde, ni el señor de las sombras.

—Helena tenemos que sacarte de aquí. Pero ahora no puedo hacer nada más que dejar las esposas abiertas para que tus brazos no sufran, pero después de un poco más de tiempo conseguiré hacer algo, solamente era una cosa que me ponía insegura.

Helena rápidamente echo varios mordiscos al pollo y también comió de arroz en la taza, Uki tenía que apurarse no podía estar mucho tiempo allí porque sabía que era peligroso, dos compañeras juntas tramarían algo, solamente estaba allí en la celda para llevar comida.

—Helena me tengo que ir en dos minutos, ahora dime que puedo hacer por ti, que quieres, una manta, una cama, un libro, ropa, un baño. ¿Qué quieres?

Helena trago el pollo, y se aclaró la garganta con un poco de agua.

Ella respiro hondo.

—Sé que lo que te voy a decir no es de tu agrado, pero sé que las cosas deben ser siempre como las dicta el destino sin embargo quiero luchar. Lo único que quiero y que necesito, es que le digas a Mau todo lo que paso, desde que me arrestaron hasta ahora.

Uki protesto inmediatamente.

—Es de mucho riesgo Helena.

—Uki hazme ese favor, te lo imploro, sabes que si Mau no me ve en la próxima luna llena vendrá a buscarme y no quiero que nada le pase. Yo estoy segura en la celda, pero el si viene, como se enfrentara a dos mil soldados de la corte, lo aniquilaran, eso no es lo que quiero para mi lobo.

Helena tenía ese brillo en los ojos, que solo la invadía cuando estaba tan alegre que no se podía contener, Uki no iba a ser la que destrozara su corazón.

Cambiar una habitación den lujo por una celda asquerosa no debía ser fácil, pero era más difícil ver como la persona que amas se muere.

Eso sí lo tenía claro.

—Helena lo hare, ¿cuándo es la próxima reunión?

—El domingo a las doce, llegaras al lugar de siempre, si sigues mis indicaciones.

—Vale.

Helena repitió cada una de las indicaciones que ella le daba, Uki memorizo las palabras, segura las indicaciones de Helena entonces tenía que embarcarse en la aventura más temeraria de su estilo de vida sedentaria, ¿Qué locura estaba haciendo?  




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