Noches de Luna Llena (luciano D Carpinsor)

18

Mau estaba en el sitio de siempre con las mismas ropas de la última vez, también esperaba que las cosas fueran menos efímeras que la última vez, aunque le encanto como le hizo el amor a su vampiresa, nunca pensó sentir tantas cosas por una chica, admiraba el collar que le había regalado Helena, era muy significativo, un crucifijo y también un arco dentro de la cruz, los cazadores siempre eran protegidos por Dios, pero nunca seguían a la orden de las iglesias, eran rebeldes sin causas.

—¿Mau porque estas tan pensativo?

Como era de costumbre La druida tomaba posesión de su cabeza por sus palabras de madre consoladora, sin embargo una madre muy inmoral y relajada.

—No nada.—Afirmo tajante.

Ella resoplo como si conociera al Lobo de siglos atrás.

—Sé qué te pasa algo, hasta tus sentimientos están algo pesados, deberían estar un poco más ligeros, pero exudas a un olor terrible. Y no hablo del corporal.

Mau lo tomo como una broma y rio fuertemente.

—Bueno entonces según tu ¿que tengo?

—Estas como divergente.

—MMM.

—No me hagas sacarte las cosas Mau, dime de una buena vez cuál es tu preocupación recuerda que soy consejera de la corte del bosque.

El frunció el ceño.

<<¿Quién te dio ese título y porque eres tan creída?>>

Mau suspiro profundo.

—Solo creo que necesitamos una fuerza más grande para contener a nuestros enemigos, mañana iré a hablar con el dragón de ultra tumba a ver si quiere formar parte de la coalición.

Vanesa inmediatamente sintió un escalofrío.

—Esos no hablan Mau devoran.

—Estás hablando como el padre de Helena.—Corrigió a la druida.

—Cierto—Luego se echó una carcajada— quieres que mande centuriones para que te protejan.

—No. Seguramente yo me las arreglare solo.

Ella volvió a procrastinar, entonces las cosas eran parejas para todos, pero el lobo tenía un talante siempre que dejaba de hablar.

Le gustaba ser independiente.

—Mau creo que tu independencia y orgullo te llevara a la tumba.

El lobo rio, recordó las palabras de su padre, que eran casi exactas a esas. Sin duda Vanesa era como la madre que nunca tuvo.

—No pienso que sea así. Pero si resulta ser, asegúrate de enterrarme bajo una piedra de mármol para que recuerden al primero, que inicio la revolución del país de la libertad.

Vanesa guardo un poco silencio.

—No me gusta que digas eso pareces que fueras a morir.

—No lo sé, pero el camino es peligroso y oponerse a los reyes y feudos, seguramente conlleva problemas podemos morir en cualquier momento.

—Lo se…—murmuro la druida.

—¿Y qué paso con el chico con el que hablas y mantienes relaciones? ¿No está despierto?

—Está dormido… el pobre hizo mi trabajo por toda la mañana y me dejo tan conmovida que quise darle una sorpresa para cuando despertara, pero no la conseguí hacer.

—¿Cómo se llama?

Ella dudo un poco.

—Darius… él es un Nefelim mitad demonio, mitad ángel, pero encerrado en el cuerpo de un humano, y sus padres fueron como tú y helena.

El lobo pensó un poco.

—Entonces una druida con un Nefelim, parece una buena combinación.  El país de la libertad se caracteriza por una base de diversas culturas y parejas. Y qué mejor que la ministra para eso…

Ella rio.

—¿Ahora soy ministra?

—Vale eso lo ordenaremos cuando estamos todos reunidos para darle su parte a cada uno.

Mau escucho algunos pasos por los matorrales y luego dejo de hablar con Vanesa pensando en Helena.

—Vanesa te hablare después, viene Helena.

—Vale.

Y la voz de la druida se desvaneció de la cabeza de Mau.

El Lobo se paró en la roca de siempre para admirar a su vampiresa, los ruidos se acercaban más a donde él estaba sentado, pero escucho dos voces, entonces se puso alerta, saco sus garras, filosas y relucientes, ayer las había afilado para cumplir con su misión.

Enseguida pudo ver una cabellera verde saliendo de los matorrales, acompañada de Víctor, la chica miro contemplando las cosas, el ambiente, la casita cerca del rio, el rio, todo. Era fantástico. Cuando vio a Mau pudo reconocerlo. Era idéntico a la descripción de Helena.

Ella se sintió segura.

Mau bajo de la roca con un salto y se puso al frente de ella.

—¿Quién eres? —Olfateo un poco— y ¿Por qué hueles a Helena?

Ella inmediatamente busco los aretes, y se los mostro a Mau, este los tomo entre sus manos y los olfateo y luego comprobó que si eran los de ella.




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