Mau apasionadamente la beso haciendo el beso más voraz y hambriento de lo que se podía imaginar, su vampira estaba caliente y manaba un aroma exquisitos a rosas y demás, la quería hacer suya en ese mismo momento, y de no ser por el soldado que entraba para avisar al presidente que el festival estaba por empezar lo hubiera hecho.
—Mi lord. El festival está por empezar los generales los esperan.
Helena se ocultó detrás de Mau para no ser vista por el guardia, inmediatamente el susodicho salió de la tienda y luego volvieron a quedar solos.
Mau se aferró a ella intensamente en un abrazo caluroso y tierno, hambriento y sincero.
—Te amo.—Susurro al odio, mordisqueando su oreja. Helena cerró los ojos, y disfruto el tacto tan masculino y fugaz del lobo. Era tan varonil que le hacían que sus piernas temblaran con tan solo verlo, y lo mejor era que solo lo tenía para ella sola.
—Yo también Mau.
Tiernamente Mau al ver su desnudez, bajo su cabeza lentamente y le deposito un beso tierno al pezón izquierdo de Helena, ya se encontraba rígido como una roca, y sus pechos llenos de voluptuosidad. Pero él se contuvo, detuvo el rugido de un lobo sediento y hambriento de una vampiresa de piel aterciopelada, solamente inspiro su olor y luego la miro con aquellos ojos llenos de deseo. Eso hizo derretir a Helena, significaba más, que mil carrozas de oro, que Mau tenía por consecuencia de ser presidente.
—Vístete disfrutemos del festival juntos.—Mau enseguida tomo la mano de Helena y le dio un beso en su dorso. Luego le brindo una sonrisa para irse de la tienda.
Lentamente dejo la habitación aun vestido con la misma ropa.
Lo único que le separo de hacerle el amor, fue su orgullo, ella no quería y la moral ganaba esta batalla, cargada de ponzoñas de deseo y lujuria.
Uki y los demás también estaban vagando por los senderos de la ciudad, ahora los faroleros estaban adornados con luces de navidad y papales de colores colgados desde una cuerda que hacían juegos con el viento, ondeando fuerte en dirección al norte. Víctor vagaba por los demás senderos haciendo su favor, pero entre el, una elfa algo molesta pero portadora de un pelo tan maravilloso que nunca pensó conocer, le hacia la vida un poco menos complicada, el festival era una de las oportunidades perfectas para que los enemigos se acercaran a la aldea para asecharla, no obstante tampoco perdía la diversión de la misma, Uki estaba siempre dispuesta a sacarlo de su tarea tan recta, aunque ella fuera casi igual que el general lobo.
Mau camino por el pequeño jardín de la plaza central con una sonrisa en la cara, una vez más podía presumir a su novia vampira la amaba como a ninguna, y sabía que como ella, ninguna. La vociferación de palabra se hizo presente cuando la pareja entro a la carpa, donde los demás generales esperaban con ansias de empezar el festival, era hora de un poco de disfrute después de tanta guerra y persecución.
—¡Que empiece el festival!—La voz de un presentador se escuchó por sobre toda la aldea con claridad, por fin decidieron poner un nombre digno a aquel invento que los enanos habían creado, y lo mejor para aquel dispositivo que permitía comunicación en masa eran altavoces.
Con toda la flota de alta voces reunieron la mayoría de la gente en la plaza central, en donde Vladimir pocas horas antes puso una estatua de mármol cincelada perfectamente, sin un mínimo detalle, en la que reposaba eternamente Vanesa, siendo inolvidable con aquella sonrisa esporádica y perenne en el tiempo, las generaciones futuras la mirarían y se llenarían de emoción y felicidad e inspirarían a muchos en sus aventuras próximas, siendo ella la madre de todo el país, la primera gran heroína.
La gente estaba aglomerada en la plaza central, y habían tanto habitantes que ni siquiera podía contar con la vista una aproximación, Mau esbozo una sonrisa digna y alegre, la gente estaba animada por su país, y eso para un líder era más que suficiente, la felicidad de los demás proporcionaba felicidad propia, Helena y Mau se sentaron en las sillas para disfrutar aquel espectáculo.
Los fuegos artificiales se hicieron ver en los cielos, alumbrando la oscuridad, Helena se impresiono mucho, cuando los fuegos artificiales rozaban una altitud que nunca volaría ni loca, y un pequeño proyectil entonces se convertía en una explosión de colores que invadían y profanaban la oscuridad del bosque, pero era bello, Mau miro a su amada, lucia tan bella que podía comérsela allí mismo, ¿Por qué se sentía tan bien cuando la miraba? ¿Sería porque tenía un hijo en espera? ¿o porque la amaba tan fervientemente como respiraba? Tenía esa tranquilidad y esa felicidad en su corazón que hacían de cada segundo una eternidad que no se podía comprar ni con todas las carrozas de oro guardadas en el banco, allí Mau entendió que era el amor, y porque los humanos constantemente morían por él.
Terminado los espectaculares fuegos artificiales en los cielos veraniegos, entonces Mau cogió a Helena de la mano y fueron hasta la calle con el resto de la gente, para ir a los puestos que estaban en las calles.
—Compra lo que quieras…—Mau se rasco detrás de las orejas, ese gesto Helena lo conocía de ante mano, estaba algo inseguro. Helena se cruzó de brazos y arqueo una de sus cejas sin dejar de sonreír— ¡Vale me has descubierto! No sé qué se hacen en las citas.
Helena rio tan fuertemente que casi temió de perder el hijo que llevaba en sus entrañas y luego se recuperó. Cogió los brazos de Mau y los conecto con los suyos, se puso a un lado, y luego empezaron a recorrer el sistema de puestos que parecía un bulevar.
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Editado: 27.09.2020