Noches de Luna Llena (luciano D Carpinsor)

49

 

Luego Mau elevo un poco más sus piernas para poder sentir el calor de Helena sobre si, La hendidura reclamaba una nota más alta de complacencia, Helena metió los dedos en la cabellera de Mau y empujo hacia sí, la cabeza de su amado.

Enseguida el empezó a comer la brecha de su pecho, el pecho, los brazos, la barriga y todo lo que encontraba a su alrededor.

No tenía control ni tampoco lo iba a tener.

—¡Mau Déjame por favor!—Suplicaba hambrienta de sangre.

—Para ti todo Helena.

Inmediatamente la vampira saco sus colmillos, resplandecientes y filosos, y los clavo a Mau, el lobo resistió como el mordisco de su amada.

La sangre era succionada por una hendidura finita, Helena en segundos se sintió embriagada, el latido del corazón de Mau la reconfortaba.

—Con cuidado Helena me estas chupando toda la sangre.—Mau se sintió un poco mareado, tanto que tuvo que acostarse en la cama, Helena yacía sentada en sus piernas y sobre su estómago.

—¡Perdóname Amor, no lo supe!

Mau subió una de sus manos, y le apretó la mejilla a Helena.

—No es tu culpa. Pero por favor, hazme el amor.

Y como se negaba a una petición como esa, con aquella voz ronca que la hacía desmayar, le haría el amor inolvidablemente.

Mau se quedó acostado  con la espalda pegada al colchón, y la vampira estaba encima de él, pero sentada como si estuviera enfrente de su padre, recta y con modales, a Mau le excitaba como los dos cuerpos se unían en uno solo, en el vientre el punto del placer inmaculado, viendo como su verga entraba en la estreches de Helena y se complementaba con algunos pliegues rozados muy delicados y sensibles, pero también hermosos.

Helena empezó a mover sus caderas lentamente, mientras no le quitaba las manos, y cogiendo los dedos de Mau se metió uno a la boca.

Hizo círculos con sus dedos y también los lamio perfectamente, dejando más extasiado a Mau, ahora él era quien emitía gemidos al sentir todo el peso del cuerpo delicado de la vampira sobre el suyo, pero lo que más le gustaba era como el trasero tan redondo y frio rebotaba en sus muslos haciéndolo sentir aún mejor, Helena desfiguro varias veces su cara sintiéndolo tan duro debajo de su vientre, tan excepcional y con un cariz sensual, le cautivaba como se ponía duro solo por ella, eso la hacía sentirse aún más deseada, que alguien se pusiera así por ella, era un nivel más alto de estima y amor. Sin embargo, no solo hacía que sus emociones vibraran y se fueran a lo más alto de su cabeza, también la hacían sentir un aleteo extraño en su estómago y un dolor casi agudo en su corazón, Mau tocaba sus pechos constantemente para hacerla gemir más, vaya que le encantaba escucharla gimiendo de esa manera, solo para él, eran como dos niños que compartían un secreto solo había lugar para que ellos lo supieran.

Helena cerró sus ojos, y sensualmente hecho sus cabellos para atrás de su espalda, alzando los brazos de forma seductora y haciendo que Mau inspirara profundo, solamente para hincharse mas entre sus piernas, Helena gimió más fuertemente que antes al sentirlo de esa manera bajo sus piernas, estaba creciendo más. Tanto que su estreches se estaba convirtiendo en algo amplio, loca del placer bajo sus manos hasta el vientre, y luego masajeo los pliegues rozados, haciéndola arquear su espalda, estaba tan sensible con los dos últimos actos, como para hacer aquella justicia que disfrutaba en la soledad, más se moría por saber cómo se sentía.

—Mau la tienes demasiado grande, casi me lastima.

Mau preocupado respondió.

—¿Paramos?

—Ni lo sueñes.

Helena pego su vientre al de Mau fuertemente, sacándole un alarido, tal vez estaba siendo muy brusca con el hombre lobo, pero quería estar adentro de él, para el resto de la eternidad, sin vacilar Helena se acostó en el pecho poderoso de su amado, ligeramente jugueteo con un pezón, le quería tanto que la hacía hacer cosas que nunca pensó, como lo que estaba haciendo ahora, pero es que su lobo estaba delicioso hasta la última parte de su ser, no quería separarse ni un segundo.

—Cuanto te amo Helena.

Mau rápidamente paso una mano por la cabellera de la chica, y la otra la puso en la espalda desnuda, sintiendo como aquel ambiente tan romántico subía.

—Yo también Mau.—Gimió.

El fuego llameante se expresó en forma carnal, Mau saco sus colmillos y tomo posesión del cuello vampírico, la mordió con delicadeza pero lo suficientemente fuerte como para dejar una marca y probar su sabor, otra vez ese sabor acompañado de una malgama de olores lo invadía y embriagaba hasta el punto de hacerlo marear, primero el olor de felicidad y excitación de Helena, acompañado de una fragancia entre ciruela, fresa y un olor que no reconocía y a la noche de hoy tampoco deseaba conocer, solamente quería disfrutar de su chica, como lo venía haciendo desde hace muchas noches de luna llena, lo único que quería y que su corazón expresaba, era un sentimiento de necesidad por el cuerpo de Helena y el amor acompañando toda clase de secuelas, fueran positivas o negativas, igual si eso siempre conllevaba el amor, quererse perpetuamente sobre los defectos y pesares de los demás, finalmente cuando Mau retiro sus colmillos, se encontró con una Helena casi en su punto máximo, contenía tanta pasión en sus venas, que casi podía escuchar palpitar a la sangre que recorría por sus venas. Mau unió las dos caras por sus cachetes y se estuvo un buen rato disfrutando del sonido acelerado y trabajoso de su respiración. Cuanto la amaba para hacer aquellas cosas, no tenía ni la menor duda de que helena lo había cambiado desde que la conoció, si fuera una de su manada, seguramente solo la hubiera tomado y justamente ahora, estuvieran durmiendo.




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