El abrió un ojo y luego lo cerró nuevamente.
—¿Quieres más?—Ella paso su mano por los cabellos de Mau, acomodándole aquellos mechones rebeldes.
—Parece que no puedes.
Mau rio otra vez con aquella voz tan burda.
—¿Y es que piensas que estoy así porque no puedo más?, simplemente quiero disfrutarte cada momento que pasemos juntos.
A Helena casi se le hacen agua los ojos, convirtiendo su corazón en una pequeña bola de papel arrugado que era desechado a las pertenencias de Mau.
—Entonces creo que no te voy a dar la posición que más te gusta.
Mau gruño en un tono agresivo.
—¡No! Espera… ¿porque lo dices ahora?—Mau puso una mano en la barriga de Helena. Allí se gestaba su hijo.
—Porque cuando empiece a crecer la barriga, entonces no podremos hacerlo… por nueve meses.—Recalco algo deliberante.
Mau mascullo.
—Es injusto te quiero hacer el amor todos los días, no dentro de nueve meses.
Helena volvió a besar apasionadamente a Mau, sin pedir permiso a nadie, tomo el miembro de su amado entre sus manos y lo fue masajeando lentamente, sintiendo como palpitaba y se hacía grande nuevamente, era una completa locura que estaba siendo pero le encantaba experimentar cosas nuevas.
—¡Helena eso es injusto!
Ahora ella fue la que rio como Mau.
—¿y cuando tú me lo haces a mí?
Mau desfiguro el rostro al sentir como las manos cálidas le hacían semejante caricia.
Sin duda ninguna loba estaba al nivel de Helena.
¡Ninguna!
Podía sentir como lo presionaban sus manos.
Lento.
Forzoso
Y placentero.
—Pero se supone que la cosa es así.—Refuto Mau quien volvía del silencio.
Ella frunció los labios y el ceño, antes de volver a proporcionar otro beso y hacerse la mojigata.
—No es la ciudad de la libertad, entonces déjame hacer lo que se me venga en gana, ¿Qué dirán los demás cuando se enteren que no soy libre? ¿Y que mi esposo me trata como una esclava sexual?
Rotundamente Helena hizo un movimiento más fuerte, que le hizo doler a Mau, pero también lo hizo despertar de aquel aletargamiento en el que estaba, el lobo no podía distinguir sus emociones que hacían una mezcolanza en su pecho, pero sabía que las cosas se iban a poner mejor, solo sabía que su vampira era una de las más bellas del mundo, tal vez por no decir la única, que tenía el pelo más hermoso, combinado con aquellos ojos estremecedores y cautivadores, pero lo que más la hacía bella, era aquella voluntad para darle todo lo que necesitaba, así fuera un buen polvo, convertido bajo la mentira de hacer el amor, para no herir su orgullo.
—Si alguien más te escuchara…
Helena interrumpió sus palabras con un beso tan apasionado que su succión se escuchó al separar la boca, haciendo un ruido cómico y excitante para ambos.
—No me importan los demás—Afirmo mientras sostenía, el rostro perfilado de un lobo alfa.
—Te amo. —Ella apretó más fuerte la mano que contenía la verga de Mau— ¡argh! con cuidado yo no te hago gruñir del dolor.
Ella rio y a la vez se encogió de hombros apenada, no era tan diestra como Mau en esa tarea, pero no se tenía que preocupar porque le quedaría mucho tiempo para aprender.
—¡Lo siento!
Mau se levantó de la cama y se puso encima de Helena, ella seguía lentamente acariciando su miembro con manos algo torpes pero desenfrenadas y alocadas, una combinación perfecta para una noche de lujuria. Mau luego beso lentamente la línea que se formaba entre su clavícula derecha y el omoplato, seguramente era lo más bello y delicado que había conciliado en una mujer, le amaba tan fervientemente como ella lo acariciaba, con torpeza pero aun así, esforzándose por dar la talla, la miro fijamente a los ojos, allí estaba otra vez, la persona que conoció, hace unos meses y que ahora le hacia el amor con escándalo de ganas, luego beso la punta de su nariz con los labios fruncidos, un beso tierno y sincero que ella guardo en su corazón, Mau siguió devorándola, aún quedaba mucha noche, y había en donde hacerlo, la cama, el mueble, el escritorio, la alberca, también el baño. Quería sentirla en todas y cada una de esas posiciones, hasta que no quedara más. Lentamente bajo hasta en donde estaba la barriga de Helena, aún conservaba su forma delgada y sensual, con caderas exuberantes y delineadas, deseadas por cualquiera, pero conservadas por solo uno, luego miro el obligo, en algún lugar de esa piel clara y suave, se estaba gestando su hijo. Con suavidad beso tiernamente su barriga.
Helena sonrió sabía lo que significaba perfectamente.
¿Cómo ese hombre podía ser tan amable y romántico al mismo tiempo? Aun no se lo podía creer, y lo que no creía por encima de todo, es que estuviera haciendo eso.
Todo parecía un sueño.
—Creo que me debes una posición.—Mau reclamo lo que era suyo.
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Editado: 27.09.2020